Borrar
Optimismo y rutinas para ganar la guerra psicológica contra el coronavirus

Optimismo y rutinas para ganar la guerra psicológica contra el coronavirus

Los expertos aconsejan una actitud positiva, apoyarse en la familia y acudir a fuentes fiables para superar también en la mente la crisis sanitaria.

Álvaro Soto / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El coronavirus está poniendo en jaque la salud física de la sociedad española, pero también la estabilidad mental de los ciudadanos. Un encierro obligatorio de por lo menos dos semanas, el miedo a la enfermedad, la cancelación de proyectos vitales, la incertidumbre económica... Todos ellos son enemigos terribles a los que la población debe enfrentarse ahora y una vez se supere, que se superará, el estado de alarma. Mantener una actitud optimista, seguir unos hábitos adecuados de higiene, apoyarse en la familia y amigos y acudir a fuentes de información contrastadas son algunos de los consejos que ofrecen los psicólogos, que se están movilizando para atender de forma telemática a quienes lo necesiten.

«No es lo mismo pensar en negativo que en positivo, que uno crea que el confinamiento es algo estúpido o que tome conciencia de que estos quince días en casa servirán para controlar la pandemia, para que la gente que lo necesita pueda ser bien atendida y, en definitiva, para salvar vidas. Si nos damos cuenta de que estamos haciendo algo solidario, nos sentiremos bien», explica José Antonio Luengo, secretario de la Junta de Gobierno del Colegio de Psicólogos de Madrid.

Pero no sólo hay que mirar hacia afuera. Los expertos aconsejan aprovechar estos quince días para acercarnos a los que tenemos más cerca, para convivir con quienes vivimos. «Tenemos la oportunidad de hacer con ellos lo que la vida diaria, tan frenética, no nos permite: ahora habrá tiempo para ver películas, jugar, ordenar los armarios... También es el momento de ponernos en contacto con todas esas personas a las que siempre queremos llamar, pero nunca tenemos tiempo de hacerlo. Sonrisas y amabilidad para tiempos difíciles», receta Luengo, que aborda un tercer aspecto, el del comportamiento y las acciones que se deben llevar a cabo durante el encierro.

«Vamos a vivir una experiencia única y eso nos exige rutinas diferentes. Nuestro día a día deberá estar más planificado, la alimentación, el sueño, el ejercicio, la lectura», afirma este psicólogo. A su juicio, el confinamiento permite descubrir que muchas personas (los sanitarios, los trabajadores de la alimentación, los periodistas) están dando lo mejor de ellos mismos y algo más importante todavía: genera una sensación de comunidad que se refleja, por ejemplo, en los aplausos desde los balcones. «Los actos de reconocimiento a los otros son realmente fantásticos. Nos hacen sentir fortalecidos y rompen la sensación de vulnerabilidad», añade Luengo. Pero más allá de estas dos semanas, surge una pregunta: ¿qué sucederá cuando todo esto pase? «Nos inquieta mucho las repercusiones económicas que pueda tener la crisis sanitaria. Mucha gente se va a quedar en paro y ése siempre es un foco de problemas mentales», subraya el experto.

La crisis del coronavirus es también un test de estrés para las familias con hijos. Los pequeños se preguntan qué está ocurriendo, por qué la gente tiene miedo y por qué ellos no pueden salir a la calle. «Tenemos que transmitirles información contrastada y fiable, explicarles que esta situación es transitoria y pedirles que hagan un esfuerzo», cuenta Mercedes Bermejo, especialista en psicología infantil y autora del cuento ‘Rosa contra el virus’, que pretende ayudar a los padres a tratar con sus hijos la crisis del coronavirus.

«En estos días, debemos poner en casa normas y horarios y establecer rutinas. Organizar minirreuniones en la que se marquen objetivos es una buena idea. Tiene que haber tiempo para todo, para seguir estudiando y para jugar y divertirse», asegura Bermejo. Pero sobre todo, indica la psicóloga, es un momento para que padres e hijos estén en familia. «Los niños, hoy, son huérfanos emocionales que no ven a sus padres. Ahora tenemos una oportunidad única de pasar tiempo juntos», concluye.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios