Educar en la tranquilidad
«Con todas las cosas que tenemos que hacer, las prisas o la sensación de falta de tiempo es fácil que perdamos la paciencia con los niños», asegura Lucía Galán. Sin embargo, es necesario «educar en la tranquilidad» y esas claves las dio el viernes la pediatra en el marco de la Escuela de familia de Fundación Disa en el Museo Elder.
Ser padres no es una tarea fácil y el día a día tampoco ayuda mucho. Vamos con prisas a todas horas y a todos lados. Estresados, saturados con preocupaciones, miedos y no tenemos espacio para la tranquilidad. Ni para la nuestra ni para la de nuestros hijos. Debemos educar en la tranquilidad; es cuestión de practicarla, de tomarnos la vida con más serenidad y darle calidad a las horas que estamos con los niños. Yo reivindico vivir, educar y sentir desde la tranquilidad». La que así habla es Lucía Galán, pediatra y escritora de Lo mejor de nuestras vidas y Eres una madre maravillosa y de su blog Lucía, mi pediatra, que el viernes participó en el proyecto socioeducativo Escuela de familias, una iniciativa de Fundación Disa en colaboración con el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología de la capital grancanaria para debatir temas relacionados con educación y crianza.
Galán ofreció un taller, en el que participaron 70 familias, que duró cerca de tres horas en las que se desgranaron, en una primera parte, los «motivos que con más frecuencia hacen salir a los papas corriendo a urgencias», explica. «Hago un repaso de situaciones que se repiten una y otra vez y que hacen que pierdan los nervios –fiebre, sueño o alimentación–. Les enseño a gestionar las decisiones de cuando tienen que acudir a urgencia o lo que pueden solventar en casa antes de ir al médico; a no ponerse nerviosos ni alarmarse», señala. «La tranquilidad es primordial en la vida. El exceso de miedo hace que seamos padres muy protectores y esto a su vez puede dar pie a niños con problemas de autoestima o falta de iniciativa en el futuro», matiza la pediatra.
Un buen comienzo para educar en la tranquilidad es por las mañanas «darles un beso y cuatro caricias, preparar el desayuno con calma y, por la noche, antes de meterlos en la cama, regalarles media hora de lectura o de conversación. Se nos van estos momentos mágicos porque al final estamos cansados y nuestros hijos terminan acostándose entre broncas y amenazas, y esto no puede pasar. No hay que agobiarlos, ni meterles prisa con el reloj para que se metan pronto en la cama para que vosotros podáis desconectar. Hay que empezar y acabar bien el día», afirma Galán.
francisco socorro