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Aaron James es un estadounidense de 46 años que en junio de 2021 sufrió un accidente que por poco no le costó la vida. Mientras trabajaba en una línea de alto voltaje, su cara tocó un cable y recibió una descarga de 7.200 voltios. Perdió el ojo izquierdo, el brazo de ese mismo lado por encima del codo, toda la nariz y los labios, los dientes delanteros, la zona de la mejilla izquierda y la barbilla hasta el hueso. Más de dos años después, el 27 de mayo, este veterano del ejército estadounidense fue el protagonista del primer trasplante del mundo de un ojo entero y parcialmente de la cara. «Estoy muy agradecido con el donante y su familia, que me han dado una segunda oportunidad de vivir en un momento de gran dificultad. Espero que la familia encuentre consuelo sabiendo que parte del donante vive conmigo», dijo James tras dejar el hospital y regresar a su Arkansas natal el pasado mes de septiembre para estar con su esposa y su hija.
Su caso fue conocido este jueves, cuando el equipo de cirujanos del hospital Langone Health de Nueva York dio los detalles de la novedosa operación. Se prolongó durante 21 horas e intervino un equipo de más de 140 profesionales entre cirujanos, enfermeras y demás personal sanitario. «El mero hecho de que hayamos logrado el primer trasplante de ojo completo con cara es una hazaña tremenda que muchos han creído imposible durante mucho tiempo», declaró el doctor Eduardo Rodríguez, que dirigió la intervención. «No podríamos haber pedido un paciente más perfecto», añadió.
Aunque el ojo izquierdo trasplantado ha mostrado signos de buena salud, incluido el flujo sanguíneo directo a la retina -la encargada de recibir la luz y enviar imágenes al cerebro- no es seguro que recupere la vista -su ojo derecho quedó intacto tras el accidente-. El plan inicial solo contemplaba la posibilidad de incluir el globo ocular por razones estéticas como parte del trasplante de cara. «Si se produjera alguna forma de restauración de la visión, sería maravilloso», señala el doctor Rodríguez.
El propio James era consciente de que recuperar la visión era una posibilidad remota. «Los médicos nunca esperaron que funcionara en absoluto y me lo dijeron desde el principio. Les respondí que incluso si no puedo ver, tal vez al menos puedan aprender algo para ayudar a la siguiente persona». En el trasplante, se incluyó un procedimiento innovador con células madre adultas derivadas de la médula ósea del donante, que fueron inyectadas en el nervio óptico. Anteriormente se habían hecho trasplantes de ojo en ratones con cierto éxito, pero nunca antes se había hecho en seres humanos.
Ya en casa, Aaron tendrá que pasar revisiones mensuales en Nueva York y la empresa para la que trabajaba le ha ofrecido la posibilidad de seguir como responsable de seguridad.
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