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Los médicos reclaman tanto a las autoridades sanitarias como a la sociedad española que la obesidad sea vista y tratada como una enfermedad en sí misma. En concreto, como una enfermedad crónica que debe tener su propios servicios de derivación sanitaria y protocolos de tratamiento claros y específicos. Es la exigencia unánime del congreso realizado esta semana en Valencia por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), especialidad que reúne a los médicos que tratan la mayor parte de patologías no quirúrgicas.
La idea central es que no hay obeso sano. El exceso de grasa que acumulan estas personas de manera permanente es vivido por su cuerpo como una agresión que provoca inflamación y enfermedad constante. «La obesidad no es un factor de riesgo para la diabetes y otras enfermedades cardíacas -como se ha trasladado durante décadas-. La obesidad es en sí misma una enfermedad metabólica, de la que derivan otras enfermedades metabólicas», aclaró la presidenta de SEMI, Juana Carretero.
El abanico de patologías en las que el obeso tiene asiento preferente es enorme y afecta a cualquier parte del organismo. Destacan las metabólicas, como la diabetes o las hepatopatías, pero se suman las cardiovasculares -ictus, insuficiencias cardíacas-, la enfermedad renal crónica, la apnea del sueño, la infertilidad o esterilidad, la artrosis y toda la gama de problemas, males o lesiones de articulaciones y hasta 32 tipos distintos de cáncer.
Los especialistas exigen que las autoridades sanitarias pongan este asunto en el centro de su agenda porque se trata de un problema de salud que ya es enorme en España, pero que en pocos años va a adquirir unas dimensiones desconocidas. Uno de cada cuatro adultos españoles, unos once millones, son obesos, una proporción que al final de esta década llegará al 30% y que, si no se ponen los medios para corregirlo, en poco más de diez años, en 2035, condicionará la vida de cuatro de cada diez ciudadanos. Esta acumulación grasa insana es más habitual en las autonomías de la mitad sur española, es más prevalente entre los varones y se dispara entre los más mayores, con porcentajes del 40% entre los ciudadanos de 65 a 70 años.
Los síntomas de futuro son poco alentadores, pues uno de cada siete niños y adolescentes son hoy obesos y el porcentaje crece a una media del 2,5% anual. «Los jóvenes no consultan por su exceso de peso. Se ha banalizado la imagen corporal y estar excesivamente delgados se asocia a una mera cuestión estética más que a un asunto puramente médico. Los jóvenes han tendido a normalizar el exceso de peso y la comunidad científica no ha sabido transmitir la importancia de tener un peso normal», constata Carretero, desde la experiencia que le da el trato diario con el paciente.
Los internistas tienen claro que la propia comunidad científica debe cambiar con claridad el discurso para que los ciudadanos tomen conciencia de la gravedad y del riesgo que supone estar obeso. «El exceso de grasa corporal conlleva un importante deterioro de la salud y de la calidad de vida del paciente y no es una cuestión estética sino de salud», reitera la portavoz.
Los especialistas proponen toda una serie de medidas a corto, medio y largo plazo para tratar de frenar y reconducir el enorme problema de salud. Creen indispensable formar generaciones conscientes de los riesgos del sobrepeso, con una educación para la salud y con estilos de vida saludables desde la escuela, y volver a poner en valor entre niños y adultos las ventajas de la dieta mediterránea y los daños de los precocinados y los ultraprocesados. Ven imprescindible articular reformas urbanísticas y laborales para que los ciudadanos tengan más tiempo libre y espacios adecuados para hacer ejercicio regular y también, como último recurso cuando la prevención ya no es suficiente, creen necesario ampliar el uso de la cirugía bariátrica -la que reduce la capacidad del estómago- y disponer en la cartera pública del nuevo arsenal de fármacos antiobesidad.
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