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Dieciséis personas e instituciones recibirán el próximo día 30, Día de Canarias, en el escenario del teatro Pérez Galdós, en la capital grancanaria, los tres Premios Canarias y las 13 Medallas de Oro que entrega la Comunidad Autónoma. Una de estas últimas será para René de Lamar del Risco, doctor especializado en geriatría, asesor médico de CANARIAS7 y al que los lectores de este periódico conocen por sus cientos de artículos de divulgación centrados en cuestiones sanitarios y, sobre todo, en cómo afrontar el paso de los años con garantía de una vejez saludable.
La resolución del Consejo de Gobierno de Canarias acordando la concesión de la Medalla de Oro destaca precisamente sus aportaciones en el campo de la geriatría, su continua investigación y la actualización de sus conocimientos, esa capacidad de divulgar lo que aprende en los libros, en el contacto con científicos de orden mundial, su participación en los eventos médicos más importantes y también lo que se conoce como el 'ojo clínico', esto es, la capacidad, a medio camino entre lo innato y la acreditada experiencia, de saber lo que precisa el paciente a base de examinarlo, dejarlo hablar y también escuchar a quienes lo rodean.
Para René de Lamar, que ya ha sido distinguido como Hijo Adoptivo de Gran Canaria y de su capital, recibir la Medalla de Oro de Canarias es «un honor extraordinario y constituye un estímulo para seguir trabajando, para hacer todo lo que pueda en favor de nuestros mayores, informando también todo lo que se pueda, porque una forma óptima para cuidarse es estar informado».
Preguntado por los grandes retos de la geriatría a día de hoy, señala que en un momento en que la expectativa media de vida ha crecido, situándose en casi 81 años para los hombres y casi 87 para las mujeres, «lo importante ahora es cómo se va a vivir esos años. Estamos asistiendo incluso a lo que llamamos el 'envejecimiento del envejecimiento', con pacientes centenarios y enfermedades que no están ni descritas. El gran reto es prolongar lo máximo la etapa de discapacidad y 'dar una vida de calidad' a esos años de más».
Acto seguido, René de Lamar subraya la importancia de la prevención: «Nunca es tarde para prevenir, y también es muy importante el diagnóstico precoz, como la actuación precoz, porque eso evita muchas veces la incapacidad. En geriatría todo se mide según la funcionalidad, es decir, lo que sea capaz de hacer la persona, y no la edad cronológica, que es un concepto del pasado. Si tenemos en cuenta que, por norma, a partir de los 60 hay una enfermedad crónica por cada década de vida, lo importante es conseguir avanzar años con la mayor calidad de vida posible, evitando al máximo la discapacidad».
El doctor, que pasa consulta en Hospital Perpetuo Socorro y tiene también su consulta propia en el Centro de Diagnóstico Médico Integral Lamar Salud, señala la importancia de aumentar la formación geriátrica en los estudios de Medicina ante la realidad «de un mundo cada día más envejecido». En el adulto mayor, agrega, «la presentación de la enfermedad es atípica: una neumonía puede debutar por un cuadro confusional y no por fiebre, tos o dolor torácico. Esa presentación atípica ha generado el concepto de 'síndrome geriátrico', con las famosas 'íes de la geriatría', que eran inicialmente cinco pero se han ampliado: inestabilidad, incontinencia, inmovilidad, iatrogenia (el uso excesivo de fármacos) e intelecto deteriorado. Esos elementos nos permiten obtener el diagnóstico». El geriatra se enfrenta en muchas ocasiones al reto añadido de detectar la enfermedad a través de sus consecuencias y no tanto de sus causas: «en geriatría, el 'efecto iceberg' es muy común, de manera que conocemos un efecto pero no lo que hay debajo. Por ejemplo, nos encontramos con adultos mayores que empiezan con problemas de movilidad y lo que hay es un inicio del Párkinson, que a veces no surge con temblores o rigidez en una primera fase».
Detalla el doctor que Párkinson y Alzhéimer siguen siendo dos de las patologías en las que más hay que avanzar médicamente para minimizar su impacto. En esa línea, hace hincapié en que el Alzhéimer es «la gran epidemia del siglo XXI y el diagnóstico muchas veces se ralentiza, y ya sabemos que cuanto antes se diagnostique, más posibilidades tenemos de tomar medidas que frenen los efectos y la discapacidad».
Preguntado por la pandemia de covid-19 y sus efectos en las personas de edad avanzada, el doctor lamenta que se haya «aprendido poco» de lo que pasó. «La persona adulta mayor que estaba normal se deprimió; el que estaba deprimido, comenzó con deterioro cognitivo; el que tenía deterioro cognitivo, se demenció... ha habido un deterioro cognitivo de la salud» que René de Lamar conecta directamente con el aislamiento y la pérdida de contacto incluso con el entorno familiar. «Evitar el aislamiento es un pilar esencial en el envejecimiento exitoso y saludable», agrega René de Lamar. «También hay que evitar», incide, «el apagón emocional que sufren muchos adultos mayores tras la jubilación, que al principio es la ansiada jubilación pero después se convierte en el principio del fin, sobre todo por la pérdida de contactos sociales, la pérdida de poder económico e incluso de estatus social». Eso explica igualmente el efecto que tiene para muchas personas mayores la pérdida de quien ha sido su pareja sentimental de muchos años.
Otro de los aspectos que destaca el doctor es la importancia de que los cuidadores del adulto mayor también reciban cuidados específicos: «Eso muchas veces se olvida. El cuidado del cuidador es muy importante, sobre todo en el caso de quienes atienden a personas con Alzhéimer, que se ha dicho que es una enfermedad que golpea el cerebro del paciente pero el corazón de la familia, porque se va desestructurando la persona y la familia acaba atendiendo a una persona que 'no es' la que conocían».
Concluye René de Lamar haciendo hincapié en que cuando la persona envejece «todos los cambios físicos generan una disminución de la reserva funcional, limitando la respuesta ante un aumento de la demanda o un estrés determinado, como puede ser una simple gripe, que desencadena un insuficiencia cardiaca. Es el famoso 'efecto dominó' en geriatría».
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