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Foto de familia de los menores, monitores y patrocinadores del campamento. Juan Carlos Alonso

Días de risas y naturaleza para pequeños valientes

La Finca de Osorio, en Teror, acoge un campamento para niños con cáncer hasta este viernes

Sara Toj

Teror

Miércoles, 2 de agosto 2023, 16:52

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Yahely, Eva y Adriana, con caras que delatan cansancio, salen juntas del interior del caserío principal de la imponente Finca de Osorio, en Teror. Ataviadas con ropa de playa y con sus respectivas toallas en los hombros, se preparan para un nuevo día lleno de actividades en el Campamento David Bramwell, una iniciativa que lleva a cabo la Fundación Canaria Pequeño Valiente, que acompaña y ofrece apoyo a menores con cáncer y a sus familias desde 2006.

Desde el pasado lunes y hasta este viernes, 30 niños y niñas que están en tratamiento o que ya han superado la enfermedad, compartirán experiencias, sueños e inquietudes en la novena edición de este proyecto, cuyo objetivo es reunir a estos pequeños y pequeñas para que disfruten en un paraje incomparable. «Me encanta este sitio, tiene un bosque precioso y me gusta mucho la naturaleza, por eso quise repetir», comenta Yahely, ya que este es el segundo verano que acude.

Para algunos es la primera vez, como es el caso de Pablo Gamarra, de ocho años y de La Garita. «Me siento súper bien aquí, aunque creía que iba a ser peor porque pensaba que iban a venir más mosquitos», asegura con entusiasmo. El próximo curso comenzará cuarto de primaria, aunque ahora, lejos de las aulas, piensa en las vacaciones que le quedan por delante. «Estoy súper emocionado porque hoy va a haber globos de agua. Lo que más me gusta del campamento es que me siento como en casa», indica el menor.

La jornada empieza para ellos desde muy temprano y, conforme pasan los días «cuesta más que se levanten», según relata Sara Sosa, una de las trabajadoras de la fundación y que forma parte del equipo de cinco monitores que se encarga de coordinar las dinámicas que se desarrollan en la finca. En este caso, la alarma suena a las 08.00 horas y, media hora más tarde, con todos ya preparados, se da paso al desayuno.

Monitores y niños inician el día en Osorio. Juan Carlos Alonso
Imagen principal - Monitores y niños inician el día en Osorio.
Imagen secundaria 1 - Monitores y niños inician el día en Osorio.
Imagen secundaria 2 - Monitores y niños inician el día en Osorio.

«En las actividades de las primeras horas estoy cansado, no estoy despierto todavía, pero cuando avanza el día lo llevo genial», confiesa Héctor Quintana, de 12 años, y que también repite en el campamento. Comenzará el instituto este nuevo curso y, aunque a muchos niños y niñas este cambio les produce incertidumbre, Héctor afronta su paso a la educación secundaria con valentía: «No tengo miedo, tengo muchas ganas». Quiso volver a vivir la experiencia porque acepta todo lo que le propongan: «Lo que más me gusta de estos días es que hacemos muchas cosas y tengo la oportunidad de hacer nuevos amigos».

Con las pilas ya cargadas, llega el momento de la diversión gracias a los numerosos juegos que los instructores han preparado para la jornada. En una de las explanadas de la finca da comienzo un reto de relevos. Algunos rezagados, como Yadel, prefieren observar desde la lejanía cómo se divierten sus compañeros, pero al final no duda en unirse. La dinámica es sencilla: separados en dos equipos, ganará el que consiga transportar con un vaso de papel en la boca la mayor cantidad de agua de una garrafa a otra. «Aquí hay muchos tramposos», comenta Yadel entre risas y, con un sonoro «oé, oé», el grito de guerra de ambos grupos, da inicio la competición. «¡Vamos, Paula!», animan monitores y compañeros a la primera en pasar a la acción.

Sin embargo, el preferido por la gran mayoría es el 'bote, bote', como explica Migdalia Rodríguez, que pertenece al área de Deportes y Actividad Física de la organización. «El entorno en sí es maravilloso para que estos niños puedan disfrutar y divertirse realizando actividades que durante el año no tienen la posibilidad de llevar a cabo», cuenta Rodríguez.

Además, la monitora destaca la estrecha relación que une a los adultos con los menores: «Se les puede ver en las caras, no hay diferencias entre unos y otros». De la misma forma, Sosa hace hincapié en la dinámica que existe entre los niños y niñas: «Algunos ya se conocían de otras actividades y han sabido integrar a los que llegan al campamento por primera vez».

Durante el resto del año, la Fundación Pequeño Valiente trabaja tanto dentro como fuera de los centros sanitarios, siempre con demandas para mejorar la atención a los menores con cáncer y sus familias.

Pruebas «en tiempo y forma»

El nuevo Gobierno canario acaba de tomar posesión y el presidente de Pequeño Valiente, José Jerez, manifiesta su intención de reunirse con Esther Monzón, la nueva consejera de Sanidad. «Nos gustaría seguir trabajando como hasta ahora. Tenemos varias obras en hospitales con financiación privada y queremos que se agilicen para que se hagan lo antes posible», remarca Jerez, que pone el foco en tres principales tareas que «deberían llevarse a cabo rápido, porque el cáncer no espera». En primer lugar, pide que las pruebas para detectar esta enfermedad se realicen «en tiempo y forma».

Además, cree que se deberían aportar «más ayudas en dietas para las familias que se trasladan hasta otros territorios para darse el tratamiento» y, por último, cree indispensable que las obras de la nueva torre pediátrica del Hospital Materno Infantil «cumplan los tiempos establecidos, estaremos expectantes para seguir luchando si no se cumplen».

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