«A cara descubierta»
El psicólogo Leocadio Martín analiza el fin de la obligación de las mascarillas en la calle. «Las razones para sentirse de una u otra forma son perfectamente validas y legítimas. Y respetables»
Leocadio Martín
Santa Cruz de Tenerife
Jueves, 24 de junio 2021, 09:02
El reciente anuncio de que ya no necesitaremos mascarilla en exteriores a partir del día 26, se ha encontrado con respuestas dispares. Frente a quienes lo celebran como una señal hacia la normalización y se muestran esperanzados, a otras personas simplemente no les ha gustado
Las razones para sentirse de una u otra forma son perfectamente validas y legítimas. Y respetables. Pero además de señalar esto que parece evidente -y recordar que la mascarilla seguirá siendo obligatoria en muchas circunstancias-, también debemos ser conscientes que esto será una decisión individual. Quien quiera seguir utilizándola podrá hacerlo.
Además es perfectamente normal que la transición hacia una cara descubierta pueda producirnos ansiedad que nos requiera una adaptación progresiva para conseguirlo.
Incluso es posible que a muchas personas este nuevo escenario de caras desnudas les coarte para salir a la calle o les condicione su movilidad. También es algo entendible y lógico tras más de un año usándola como un escudo facial frente al contagio de un virus que nos ha cambiado la vida. Por supuesto, es probable que dejarlo ir provoque ansiedad.
Este elemento se ha convertido en un símbolo con el tiempo, y hemos llegado a asociarlo con la seguridad y la responsabilidad. Va a ser difícil desmontar este esquema mental de un día para otro. Tampoco ha ayudado para llegar a este momento la polarización que ha sufrido esta medida de protección. Para unas personas eran innecesarias, para otras eran un indicador de valores cívicos y de compromiso.
Esto, más la politización que ha conllevado consigo esta pandemia, ha conseguido instaurar una falta de confianza que se ha infiltrado profundamente en nuestra sociedad. Mientras que algunas personas instamos a confiar en la ciencia, otras protestan porque se están violando sus derechos.
Es muy importante que, a medida que entendamos cómo interactuamos, también consideremos los cambios en el comportamiento que podríamos haber experimentado nosotros mismos. Porque si hay algo en lo que los humanos sobresalimos es en adaptarnos a nuevas situaciones. Y con las mascarillas también hemos desarrollado algunos comportamientos de los cuales nos deberemos ir deshaciendo.
Ya no será necesario levantar la voz para hacernos entender, o tratar de sonreír de forma evidente con nuestros ojos. Tampoco vamos a tener que interpretar los gestos o los rasgos de las personas con las que interactuamos. Puede ser algo realmente chocante para muchos de nosotros al principio.
Estamos viviendo tiempos sin precedentes, no hay un plan para volver a la «normalidad». Estoy seguro que nadie anticipaba que estaríamos incómodos sin la cara tapada, pero esta es la realidad en la que vivimos. Es importante ir paso a paso.
También lo es reconocer que tenemos el control. Si deseamos seguir usando mascarilla, hagámoslo. Si no queremos ir por lugares concurridos, también. Cada uno de nosotros tendrá su ritmo y sus tiempos. Y nadie deberá decirnos cómo debemos o no usar la mascarilla.
Los humanos aprendemos sobre la marcha y nos adaptamos. A medida que reconstruyamos nuestra confianza y lidiemos con nuestro trauma colectivo, se abrirá una nueva versión del mundo ante nosotros. Permitámonos a nosotros y a los demás tener nuestros tiempos para adaptarnos y la transición de estar enmascarado a desenmascarado será mucho más fácil.