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La relación de cercanía que se produce entre las pacientes y los profesionales sanitarios convierte los centros de salud en el lugar idóneo para la detección precoz de la violencia machista.
De hecho, cerca del 80% de los casos de maltrato registrados en Canarias se ha identificado en los centros de salud, según indicó este lunes la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Esther Monzón, durante la presentación de la actualización del protocolo que, a partir del próximo año, ayudará al personal de la atención primaria de Canarias a identificar estos casos y a guiarlos para ofrecer a las víctimas de violencia machista una atención segura y de calidad.
«En los tres últimos años, se ha registrado en Canarias una media anual de 1.400 casos de abuso y maltrato, de ellos, unos 1.100 han sido detectados en atención primaria», señaló Monzón que recordó que, desde 1998, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la violencia machista como un factor crucial en el deterioro de la salud física, sexual y psíquica de las mujeres, que incluso puede tener consecuencias mortales.
Canarias, hace 20 años, fue la primera comunidad española que aplicó una guía para el abordaje de la violencia de género en el ámbito sanitario, un documento que se ha actualizado con la incorporación de un cuestionario internacional para la detección precoz de los casos de maltrato denominado WAST (Woman Abuse Screening Tool).
El cuestionario clínico facilita la identificación de las víctimas de violencia machista en base a unos indicadores de sospecha, como sufrir insomnio, frecuentes bajas laborales, depresión, hematomas o lesiones con justificaciones incongruentes de su causa o acudir al médico en compañía de una pareja con actitud controladora, explicó la directora general de Programas Asistenciales del Servicio Canario de la Salud (SCS), Antonia María Pérez.
El documento, elaborado por el Servicio Canario de la Salud con la colaboración de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Canarias y del Instituto Canario de Igualdad, ya se está distribuyendo en los centros de salud y se aplicará a partir del próximo año, una vez el personal esté formado respecto a su contenido y manejo, apuntó Monzón.
«Su aplicación requiere de la implicación de todo el personal de los centros sanitarios: matronas, pediatras, enfermeras, psicólogos, médicos de familia... para que conozcan las formas frecuentes de presentación de la violencia», apuntó Pérez, quien subrayó que se prestará especial atención a las personas en situación de mayor vulnerabilidad, donde el maltrato es más frecuente, como mujeres prostituidas, embarazadas, migrantes, con adicciones o en riesgo de exclusión social.
Con la aplicación del nuevo test, de rango internacional, se podrán obtener como conclusiones diagnósticas que la paciente está libre de maltrato, que presenta sospechas de sufrir maltrato o que sufre violencia de género y, en ese caso, si lo sufre con peligro extremo o no.
Las conclusiones de este cribado se incluirán en el historial médico de la paciente. «Es una herramienta estandarizada a nivel internacional y ofrece pautas más o menos concretas a la hora de aplicarlo», señaló Monzón sobre el cuestionario WAST.
En el supuesto de que se detecte que la mujer no sufre actualmente violencia de género se le informa y se deja la puerta abierta por si lo necesitara en el futuro. Se volverá a preguntar a los dos años o antes si aparecieran indicadores de sospecha.
Si hay un caso probable, el protocolo plantea una serie de valoraciones y un plan de intervención específico y de seguimiento para estas pacientes.
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