El rastreo detecta en las islas 1.657 brotes con 10.399 positivos en lo que va de año
Canarias logra asignar un 80% de los contagios a un foco infectivo. La tarea se ha sistematizado pero los contactos estrechos han crecido
En Canarias hay unos 800 rastreadores que se encargan de cortar la cadena de transmisión del coronavirus con la identificación y el aislamiento de los contactos estrechos de los positivos. Este trabajo logra asignar el 80% de los infectados a algún brote, sin contar con el caso índice.
En lo que llevamos de 2021, esta tarea se ha traducido en la detección de 1.657 brotes con al menos 10.400 positivos asociados a ellos inicialmente.
«Al principio el rastreo era un mundo desconocido. Todo se hizo muy rápido. En marzo empezamos a montar de la nada un equipo de rastreo. Ahora el método de trabajo está sistematizado. Se ha perfeccionado. Funcionamos con más ritmo y se han pulido los protocolos», dice Armando Rivero, coordinador de los 118 rastreadores que operan en la Biblioteca del Estado de la capital grancanaria, un equipo integrado por varios médicos, enfermeras, fisioterapeutas, militares, matronas, trabajadores sociales, documentalistas, administrativos o técnicos en cuidados de enfermería.
Tras un año de pandemia, la eficiencia ha aumentado y ahora contactan con los positivos el mismo día de su diagnóstico. Algo que no ocurrió en agosto, cuando el equipo grancanario se colapsó, reconoce Miguel Díaz Barreiros, coordinador clínico de los equipos Covid de la Gerencia de Atención Primaria en la isla.
Pero, a pesar de que el rastreo ha crecido en eficacia y agilidad en este año de pandemia, también ha encontrado nuevos obstáculos. «Al principio la gente tenía mucho respeto al virus. El confinamiento total o casi total nos ayudaba. Ahora se ha adaptado y está haciendo vida normal. Cuesta más lograr el correcto aislamiento porque los contactos son más», apunta Rivero.
El rastreador afirma que, aunque la gente tiene la impresión de reducir sus relaciones y de moverse en grupos burbujas, al final, el cómputo de contactos es abultado, con una media de ocho. «Si desayunas en el trabajo con tres personas; al mediodía, en el entorno familiar coincides con cuatro y tienes otro contacto en el día, al final, sumas bastantes. Por eso nos cuesta más», dice Rivero sobre los contactos de los infectados que pasan a considerarse estrechos si han estado con ellos más de 15 minutos sin mascarilla en las 48 horas previas a la aparición de los síntomas. Es por eso que en los entornos de confianza, sobre todo en el familiar, es donde se producen los contagios. «Cuando escucho 'estuve con los de siempre' me echo a temblar», confiesa Díaz.
Durante este año han continuado los incumplimientos. «No es la norma. Llamas para hacer el seguimiento de alguien en aislamiento y escuchas de fondo una caja registradora», lamenta Díaz. A estas personas se les explica el peligro que supone su acción. «Normalmente reculan. Otros no y acabamos dando parte a Salud Pública y a la policía». Otros se niegan a identificar a algún contacto, que le ha pedido que no lo haga para seguir trabajando. «Lo único que pedimos es responsabilidad. Al final esto dependen de todos y no es solo un problema de salud, sino económico», reclama Rivero.