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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Lunes, 8 de marzo 2021, 20:01
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El Papa Francisco abandonó Irak tras una gira de tres días que discurrió sin el menor problema de seguridad y esa es una gran noticia en un país marcado por la violencia desde la invasión de Estados Unidos en 2003. Una vez más se comprobó que en Oriente Medio las cosas suceden cuando menos se esperan y no cuando todo el mundo espera que algo puede ocurrir. El viaje de Bergoglio se presentaba como una gran oportunidad para mostrar músculo del grupo yihadista Estado Islámico (EI), que en enero ya realizó un doble atentado suicida en Bagdad, pero en las tres jornadas por el sur, centro y norte del país no se registró un solo incidente.
Las autoridades iraquíes organizaron un dispositivo de seguridad con 10.000 hombres del Ejército y fuerzas especiales y contaron también con drones, expertos en explosivos y equipos de los servicios de Inteligencia infiltrados en cada evento. La visita del Papa fue calificada de «giro» en la imagen del país según el portavoz de Exteriores, Ahmed al-Sahhaf. «Si Irak no fuera estable ni seguro, ¿creen que alguien de la talla del Papa podría recorrerlo?», apuntó Al-Sahhaf a la agencia AFP.
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Irak vive, como siempre, días de incertidumbre política y económica. La llegada de la pandemia y la bajada de los precios del petróleo han complicado las cosas en un país en el que el petróleo representa el 90% de los ingresos estatales. Desde octubre de 2019 las principales ciudades son escenario de protestas contra el Gobierno y la respuesta de las fuerzas de seguridad ha sido sangrienta. Los manifestantes lograron un cambio de primer ministro y ahora se organizan de cara a las elecciones generales de octubre en las que, tras la aprobación de la nueva ley electoral, varios líderes de las revueltas presentarán sus candidaturas.
Los iraquíes se echaron a las calles hartos de un sistema político basado en cuotas de poder, que reparten los puestos clave en función a las sectas y confesiones de cada país. La corrupción, el desempleo y la fuerte injerencia de Irán en las políticas domésticas fueron también claves para que miles de personas salieran a las plazas a exigir cambios.
Mientras los iraquíes piden reformas, la situación de seguridad está pendiente de la actividad de las milicias chiíes leales a Irán, cada vez más poderosas, y de la reaparición del EI en las zonas vecinas a la frontera con Siria. Las tropas de Estados Unidos están de retirada, cuentan con 2.500 efectivos en el país y en el último mes dos trabajadores de estas bases han muerto debido a ataques con cohetes lanzados por las milicias chiíes.
El EI perdió su califato tras la derrota militar en Baghouz en marzo de 2019, pero el grupo yihadista ha vuelto a la clandestinidad y, según la ONU, podría contar con más de 10.000 hombres que esperan a la sombra su oportunidad para golpear.
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