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El detenido, acompañado por los agentes durante uno de los registros que se llevaron a cabo en Monesterio. Hoy
El presunto asesino de Manuela Chavero llamó a un abogado para asesorarse

El presunto asesino de Manuela Chavero llamó a un abogado para asesorarse

Habló con un letrado de Sevilla por teléfono por la mañana y la Guardia Civil optó por arrestarlo ese mismo día

R. C.

Martes, 27 de octubre 2020, 13:24

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El presunto asesino de Manuela Chavero, Eugenio D. H. de 28 años y vecino de la localidad pacense de Monesterio, se puso en contacto con un abogado antes de que fuese detenido por la Guardia Civil durante la noche del pasado 17 de septiembre.

Según informa Cruz Morcillo en 'ABC', el arrestado por la desaparición y muerte de Chavero habló por teléfono con un letrado de Sevilla la misma mañana de su detención con la intención de que lo recibiera y pudiera asesorarle sobre qué sucedería si se entregaba a las autoridades. Esta maniobra hizo que los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) agilizaran la detención de Eugenio, sospechoso de la desaparición de Manuela en julio de 2016. El joven fue localizado y detenido esa misma noche cuando regresó desde Mérida a una hípica que frecuentaba cerca de Monesterio.

Según recoge 'ABC', el abogado no pudo recibirlo porque tenía juicio. Sin embargo, mantuvieron una conversación telefónica en la que el sospechoso planteó varias dudas, por lo que pospusieron su encuentro para más tarde. Esto precipitó la actuación de los investigadores que finalmente llevaron a cabo su detención unas horas después.

Los agentes que trasladaron a Eugenio al cuartel de Zafra le aclararon que conocían sus intenciones al buscar un abogado. De hecho, el detenido se mostró durante todo el proceso dispuesto a colaborar con los investigadores para que pudieran encontrar el cuerpo de la mujer e incluso fue él quien condujo a los agentes hasta la tumba de Manuela Chavero que había cavado en una finca agrícola que explotaba aunque no era suya, sino que tenía arrendada. Los trabajos de inspección que se desarrollaron en ese terreno del que Eugenio era arrendatario confirmaron la presencia de restos óseos que están siendo analizados para que puedan ser identificados.

La UCO ya había tomado declaración a este individuo al principio de la investigación en varias ocasiones e incluso se rastreó su teléfono. Según ha confirmado ABC, durante el desarrollo de las pesquisas el juez de instrucción había autorizado que se le interviniera el teléfono cuando se convirtió en el principal sospechoso.

Durante la declaración que prestó en el cuartel de Zafra tras ser arrestado, el supuesto autores de los hechos negó haberla matado. Contó a los agentes que estuvo con Manoli, como la llamaban, que ella se dio un golpe en la cabeza en casa de él y cuando vio que estaba muerta se asustó y decidió enterrarla en la finca La Dehesa. Eugenio era vecino de Chavero, vivía a unos 25 metros de su casa y la conocía desde niño.

Manuela, separada y madre de dos hijos, desapareció entre la 1.55 y las tres de la madrugada del 4 al 5 de julio de 2016. A esa hora mandó su último mensaje de WhatsApp a un veinteañero (24 años entonces) de su calle con el que mantenía una relación informal. «¿Nos podemos ver esta noche?», preguntó ella. «Esta noche no. Me voy para casa porque me duele mucho la rodilla». La Guardia Civil siempre creyó que alguien llamó a su puerta a esa hora. Alguien que sabía que la mujer estaba sola. A la mañana siguiente su hermano y una amiga, alarmados porque no respondía ni acudió a una cita en Zafra, encontraron su móvil sobre la mesa, su cartera, las luces y la televisión encendidas. Su familia mantuvo desde el primer día que Manuela no se había ido por voluntad propia.

Brazo magullado

Después de la desaparición de esta vecina de Monesterio Eugenio D. H., –que vivía solo en su casa apenas dos inmuebles más arriba de la víctima-, declaró ante la Guardia Civil. Contó que esa noche estaba en la playa con unos amigos. Los investigadores averiguaron que mentía. Estuvo en la playa sí, pero no aquel martes, sino el fin de semana siguiente. Aquellos días le vieron con el brazo magullado. Dijo que se lo había hecho con los animales. Y a nadie le extrañó porque el joven se pasaba la vida entre los caballos, vacas y cerdos de sus explotaciones. Pero otro vecino dio una pista más. Eugenio había cambiado la tapicería de su Opel Vectra. A algunos les resultó sospechoso y lo contaron a los agentes.

En agosto llegó una carta anónima a la casa de la madre de Manoli, dirigida a Emilia, su hermana, la mujer que no ha desfallecido y ha clamado cada día por encontrarla. En esa carta se señalaba a Eugenio, aunque no ha trascendido el contenido concreto. El 27 de agosto, la Guardia Civil regresó a Monesterio para registrar una vez más la casa de la víctima, que fue examinada a la vista de todo Monesterio. Estos dos aspectos pudieron poner nervioso a Eugenio y pudieron empujarle a ponerse en contacto con el abogado de Sevilla la misma mañana de su arresto.

La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, ha asegurado este martes que en las últimas semanas no ha habido ninguna novedad en el caso de Manuela Chavero y ha valorado el trabajo que ha llevado a cabo para la resolución de esta investigación.

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