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Efe
Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 14 de septiembre 2023, 15:40
Un hombre se enfrenta a 31 años de cárcel acusado de agredir sexualmente a sus dos sobrinas cuando eran menores de edad en Los Realejos, Tenerife.
La Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife considera que se está ante dos delitos de agresión sexual a menor de 13 años, por lo que pide 15 años por cada uno, y otro año más por exhibición de material pornográfico.
Igualmente, solicita el pago de una indemnización de 25.000 euros a cada sobrina y otros 3.000 a la primera víctima por los daños psíquicos causados y la cantidad que se fije en ejecución de sentencia por los gastos médicos a los que han tenido que hacer frente.
La primera ocasión en la que comenzaron estas agresiones fue cuando el acusado, por entonces también menor de edad, y la mayor de sus sobrinas estaban en la casa de la abuela, contigua a la suya, y le dijo que iban a jugar a algo nuevo, procediendo entonces a besarla, desnudarla y hacerle tocamientos en sus genitales a pesar de la fuerte oposición de la niña.
Este tipo de conductas se repetían como mínimo una vez a la semana y siguió cuando el procesado ya era mayor de edad e incluso cada vez con más frecuencia, sobre todo en los momentos en los que la menor estaba al cuidado de su abuela, lo que ocurría todos los fines de semana y algún que otro día.
Pero también aprovechaba la cercanía de los domicilios cuando estaba a solas con ella, momento en el que llevaba a cabo relaciones sexuales plenas pese a las negativas de su sobrina, llegando incluso a llevarla a rastras a una habitación.
Cuando la oposición era mayor el acusado procedía a morderla en diversas las partes íntimas del cuerpo, le pellizcaba, tiraba del pelo para que abriera los ojos e insistía en que debía obedecerle en todo momento.
También la obligaba a borrar cualquier rastro de la agresión, le decía que el dolor que le causaba era culpa suya y que si alguien se enteraba de lo que ocurría entonces «sí iba a saber lo que era sufrir».
En una de las ocasiones en las que la menor intentó zafarse, éste le arrancó la ropa, pegó, pellizcó y mordió por el cuerpo para luego consumar la violación y en otras ocasiones le obligó a hacerle felaciones, lo que también causaba dolor en la menor, según se detalla en el escrito de acusación de la Fiscalía.
Igualmente eran constantes las humillaciones verbales a las que la sometía diciéndole que tenía un cuerpo feo y que por lo tanto le estaba haciendo un favor y también le obligaba a ver vídeos de contenido pornográfico.
Cuando la menor y su familia cambiaron de domicilio consiguió eludir estos encuentros huyendo por una entrada distinta a la que utilizaba el presunto agresor, por lo que éste empezó a repetir las mismas actuaciones con la hermana menor, al menos dos veces por semana y en la mayoría de las ocasiones de forma muy violenta.
Este tipo de acciones no cesaron hasta que el procesado se fue a vivir a la península, cuando ya era mayor de edad.
Las víctimas finalmente presentaron una denuncia y en la actualidad padecen depresiones, trastorno de estrés postraumático, han precisado de tratamiento psicológico y farmacológico y la menor también tiene problemas en sus relaciones de pareja.
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