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David Suárez, delegado de la Aemet en Canarias, en la sede de la agencia en Gran Canaria, en el campus de Tafira de la ULPGC. COBER

24 noches tropicales en noviembre: el «impacto» del cambio climático en Canarias

David Suárez, delegado de la Aemet en las islas, advierte de los efectos del calentamiento global en el clima de la tierra de la 'eterna primavera'

Luisa del Rosario

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 18 de diciembre 2022, 00:00

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El pasado mes de noviembre fue anormalmente cálido en las islas, con una anomalía de 1,8 grados, por encima de los valores de las anomalías registradas en Europa o en la península. De hecho, en Las Palmas de Gran Canaria se registraron 24 noches tropicales. En Santa Cruz de Tenerife fueron 15. También se produjeron en otros puntos de las islas, como El Hierro. «Se puede decir que el cambio climático está teniendo impacto en Canarias y una de las cuestiones más inequívocas es el ascenso de temperaturas en las islas», asegura el delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en el archipiélago, David Suárez.

Diciembre también ha registrado «temperaturas por encima de lo habitual», explico en una entrevista con CANARIAS7. Se esperaba que esta semana que hoy termina descendieran un poco hasta ayer, «pero la cuestión es ver si disminuyen lo suficiente como para ser normales. Los modelos prevén que las dos semanas que nos quedan para terminar el año sean también por encima de valores normales y es probable que tengamos un diciembre también cálido».

«Desde los años 50 las islas han experimentado un aumento de las temperaturas de 0,18ºC por décadas, 1,22ºC en los últimos 60 años o 70 años. A escala planetaria desde el período preindustrial la temperatura ha subido en torno 1,1 o 1,2 así que vemos que podría estar más acelerado ese ascenso de temperaturas en Canarias», añadió el meteorólogo.

¿Pondrá en peligro la 'eterna primavera' con la que promociona el archipiélago? «Estamos notando que las estaciones están desdibujadas. Los veranos se están alargando, su fanal se alarga, en algunas zonas empieza antes». Es decir, abunda, «tenemos una estación muy marcada de verano que se alarga de mayo a octubre incluso algo mas allá y tenemos un periodo corto, con frío y que es cuando se producen las principales precipitaciones, entre enero y febrero y el otoño. Así que ese aumento de las temperaturas puede tener impacto en la eterna primavera».

Tener un verano tan alargado no sería buena noticia. Suárez recuerda los distintos impactos del aumento de las temperaturas en la biodiversidad. «Hay especies que no son capaces de adaptarse», por eso, señala, «se habla de establecer unos límites de calentamiento entre 1,5 y 2 grados».

Pero no sería el único efecto. La Aemet también ha notado «un ascenso de los climas áridos en las islas. En Canarias tenemos distintos tipos de clima el tipo B (desértico) hemos visto que está aumentando a razón de 6 kilómetros cuadrados por año en detrimento clima C que son los templados. Y hay una disminución de clima de alta montaña, que solo se da en las cumbres de Tenerife, con un descenso de un 0,1%. Y un aumento de las noches tropicales, que es cuando la temperatura mínima es superior a 20º C. Eso tiene también efectos en la salud y en el descanso. También este año hemos tenido dos olas de calor en julio. Es primera vez que pasa desde que hacemos estudios. Y a nivel planetario están siendo mas frecuentes y duraderas».

Las olas de calor provocan muertes, recuerda el delegado de la Aemet en Canarias, quien apunta los datos. 4.000 muertes en todo el territorio nacional fueron atribuidas este año a las olas de calor, 40 de ellas en las islas. También el cambio climático afecta a la salud en forma de contaminación. Y hay «impactos indirectos como la seguridad alimentaria. O los efectos sobre os recursos hídricos, lo que provoca cada vez más competencia por el agua. Y Canarias, no lo olvidemos, está en tierra de paso de la crisis migratoria por causas climáticas». Tampoco hay que olvidar hechos más llamativos como el caso de la borrasca subtropical Hermine. «Fue llamativa sobre todo por la trayectoria que siguió. Según la NOA, que tiene registrado todo el ciclo de vida de los ciclones desde hace 100 años, no había habido ningún ciclón así. Se formó muy pronto y siguió hacia el norte, se debilitó pronto, a 200 kilómetros de Canarias, y no tuvimos su impacto directo, pero si fue un caso llamativo».

Los estudios apuntan a que en la cuenca atlántica habrá «menos ciclones, pero con mayor potencial»

La borrasca subtropical Hermine, que dejó copiosas lluvias en Canarias a finales de septiembre. Nació como ciclón y se dirigió inusualmente hacia el norte. Podría haber tocado a las islas y, de hecho, la Aemet hizo, a juicio de su delegado territorial, David Suárez, un «gran trabajo» monitorizando su trayectoria y alertando adecuadamente a las autoridades. Finalmente el ciclón se debilitó a 200 kilómetros de Canarias.

¿Se libró el archipiélago por una cuestión de suerte del impacto directo de Hermine? Según el delegado de la Aemet en Canarias, David Suárez, «las condiciones ambientales próximas a Canarias no eran favorables para la supervivencia del ciclón». Así, según se fue trasladando hacia el norte «encontró condiciones más hostiles para su supervivencia como la temperatura del mar cada vez más fría que en su origen». Las aguas cálidas es lo que da «energía» al ciclón.

Y, por otro lado, añade el experto, la cizalladura vertical (cortante del viento) «también era hostil». En ese sentido, que no llegara a las islas «no fue casualidad o suerte, fueron las condiciones ambientales hostiles», abunda Suárez.

Sin embargo, numerosos estudios ya apuntan a una tropicalización de las aguas canarias. Si el proceso continúa habría que preguntarse si esas condiciones hostiles serían benévolas. «Los estudios más rigurosos señalan que en la cuenca atlántica los ciclones serán más potencialmente peligrosos, de mas categoría, pero que en número serán menos. Habrá menos ciclones tropicales, pero más fuertes». Si fuera así, Canarias cuenta con una ventaja y una desventaja, explica el meteorólogo. «Debido a ese calentamiento los ciclones tendrían una trayectoria más hacia al norte. Pero en contra tienen que las proyecciones climáticas van a ser más hostiles por la cizalladura».

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