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El hombre que tiene el pánico bajo control
La semana de Rafael Santandreu

El hombre que tiene el pánico bajo control

El psicólogo acaba de sacar un libro donde se juramenta contra las obsesiones, disparadas en pandemia. Entre las misiones que se impone está hacer campaña por tomar el sol, «pero en pelotas, que hace falta mucha vitamina D»

Sábado, 17 de julio 2021

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Es Rafael Santandreu un psicólogo que domina los engranajes de la comunicación tan bien como la ansiedad y los trastornos obsesivo-compulsivos, lo que no es moco de pavo en el escenario que nos toca vivir. Dice que en pandemia el 16% de los españoles ha sufrido ataques de pánico. Pocos me parecen. Mientras su libro 'Sin miedo' coloniza los escaparates, este barcelonés de 51 años se declara apóstol de tomar el sol «en pelotas, nada de sólo los bracitos», la meditación, el senderismo en el Pirineo, la comida saludable -lo que no excluye un chuletón de vez en cuando- y, muy importante, hacer el amor dos veces por semana «como mínimo». ¿Quieren la receta?

Lunes

6.30 horas. No necesito despertador. Lo primero que hago es darme un paseo de una hora escuchando música, es mi forma de meditar. Hago lo que yo llamo 'visualizaciones racionales'. Por ejemplo, la del indigente. Empieza con una pregunta: 'Rafael, ¿si no pudieras trabajar y tuvieras que vivir en el albergue público de Barcelona, sin dinero, serías feliz?' La respuesta obligada es 'Sí'. Entonces me pregunto qué haría para conseguirlo. Me iría a la biblioteca y empezaría estudiar medicina, colaboraría con una ONG, haría amigos entre los voluntarios y usuarios del albergue... Imagino tantos posibilidades apetecibles vinculadas a ese escenario, que casi acabo deseando convertirme en uno de esos indigentes. ¿Qué consigo así? Liberarme de tensiones y encarar mi día a día con una tranquilidad que te cagas.

12.30 horas. He llegado a tener 45 pacientes a la semana, incluidos los sábados, pero ahora veo a bastantes menos. Son escogidos, gente que sufre una patología concreta que quiero estudiar. En los últimos años, por ejemplo, me he centrado en personas con trastornos obsesivo-compulsivo (en sintonía con su libro recién publicado) como modo de investigación, de aprender. Sesiones de 45 minutos, no más de tres al día. Llevamos tiempo atendiendo a muchos por videollamada, pero la pandemia ha agudizado esa tendencia.

Martes

8.00 horas. Intento cuidar mi alimentación, que sea lo más variada posible, con productos de temporada. Hoy he desayunado una combinación de fresas, mango, pera y kefir. Y listo. Confieso que a la hora de vestirme soy un poco coqueto, eso sí, ni americanas ni corbatas. Digamos que me gusta ir de manera formal pero cómoda. Algunas novias me han dicho que tengo más ropa que el común de la gente. Es verdad, pero veo ese tipo de belleza como un jueguito, algo a lo que dar la importancia justa. Puedo ir a la peluquería, ponerme algo que me siente bien, trabajar mi tono muscular en el gimnasio... Aunque nunca me sometería a una operación de cirugía estética. Arriesgar cosas por algo tan fútil es absurdo, lo único que importa es amar lo que tienes entre manos.

12.30 horas. No soy de diván, el paciente se sienta en una butaca y yo detrás de mi mesa. Estoy rodeado de ficus, muchos y grandes, para traer la naturaleza al despacho. Tengo un cuadro de Stephen Hawking, el científico en silla de ruedas. Lo saco cuando viene un paciente especialmente quejica. Le digo: ¿Realmente crees que es el fin del mundo?

Miércoles

9.00 horas. La jornada arranca siempre con una sesión de formación entre los miembros del equipo, da lo mismo que acaben de entrar o que lleven 20 años. Ayuda a sentirte más apasionado, más 'on fire' que se dice ahora. Tomas conciencia de que estás aprendiendo todo el tiempo.

14.00 horas. Quedo a comer con mis amigos Françesc (Miralles, el escritor) y Ferrán en Teresa Carles, cerca de Las Ramblas. Voy mucho a restaurantes saludables, no vegetarianos necesariamente pero sí con cocina de proximidad. Vichyssoise de primer plato y luego judías verdes, con salsa de tomate, champiñones y salchicha de tofu. Para beber, un zumo de remolacha, naranja y arándanos. Ojo, no le hago ascos a una dorada fresca, con patatitas al horno, o un chuletón 'Tomahawk' de medio kilo y hasta más, pero una cosa u otra sólo una vez por semana.

Jueves

16.00 horas. Todas las tardes dedico dos o tres horas a investigar, cotejar datos, separar la paja del grano... (consulta su 'ebook', «así tengo todo ordenado alfabéticamente»). Pueden pasar dos años hasta que saque otro libro, pero soy disciplinado. Ahora tengo el foco puesto en la anorexia y la bulimia. Kathrym Hansen, por ejemplo, enfoca este problema como una adicción. Siento que me ha abierto los ojos.

18.30 horas. Me voy a hacer deporte: bicicleta por el parque del Turó, con subidas y bajadas, y pesas o tablas de flexiones en el gimnasio. Un par de horas, todos los días. Por cierto, tengo varias misiones en mi vida y una es acabar con el consumo del tabaco. Hago campañas periódicamente desde mis redes sociales. Cualquier día me lanzo a hacer una gira por España dando seminarios gratis. Es un timo que te esclaviza, lo sé porque de joven yo era fumador.

Viernes

11.30 horas. La pandemia ha sido brutal, estamos todos desbordados. Por primer vez faltan psicólogos, algo que no había pasado nunca. Además, el problema emocional sigue creciendo. Es una especie de segunda ola, un estrés postraumático que tarda en manifestarse. La gente le ha cogido miedo al miedo que pasó, y esa sensación le persigue ahora.

- ¿Y a qué le teme Santandreu?

- A nada, te lo aseguro. Querer es poder, aunque suprimir los miedos resulte más difícil con unos que con otros. Eso sí, es un trabajo en el que te tienes que volcar, ser tenaz y sistemático, pero la recompensa es brutal. Es más, los temores más agudos se desactivan rindiéndote a ellos, haciéndote su amigo. Sólo así se desarrolla el coraje necesario que te permite recuperar tu libertad.

21.00 horas. Dedico al menos un par de días a la semana a hacer el amor. Y a disfrutarlo. No siempre con la misma persona, pero por lo general en mi casa. Es más cómodo, lo tienes todo a mano. Hay una terraza con plantas, velas que enciendes de noche, tumbonas para mirar las estrellas en verano. Estoy convencido de que el mejor sexo se vive integrado en una experiencia de amistad: conversas, tomas una copa, te cuentas la vida, ves una película... Y sin estar sujeto a horarios. Los casados lo compartimentan todo más.

Sábado

12.00 horas. El fin de semana lo reservo para hacer senderismo, a menudo en el Pirineo catalán. Un sitio que me gusta especialmente es Estanys de la Pera. Es un recorrido de catorce, quince kilómetros, que no debería llevar más de tres horas pero que alargo todo el día. El bocata, charlar... Soy muy friki de tomar el sol pero en pelotas, nada de sólo los bracitos, las piernitas... También en los genitales, para que estimule la testosterona y los estrógenos, que juegan un papel importante en diez mil funciones del cuerpo, no sólo en lo sexual. Tapar las partes pudendas es malo para la salud. Sin crema solar para que no impida la entrada de vitamina D, pero sólo 20 minutos.

21.30 horas. Ceno una ensalada con legumbres y a la cama, una hora leyendo hasta que me duermo. Soy mucho de historia, ensayo... Todo lo que sea no ficción. Ahora estoy con un libro de mi amigo Francesc, 'Los lobos cambian el río', una autobiografía tronchante y tierna a la vez.

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