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Federico Quevedo (i) y Antonio Mateo (d) con las cajas que ofrecen a través de la app Too Good To Go. Cober

La cruzada para no tirar comida se aviva en Canarias y llega al móvil

desperdicio alimentario ·

Los negocios buscan fórmulas para no despilfarrar alimentos. Una nueva ley les obligará a poner más empeño en ello

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 9 de junio 2022, 02:00

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El consumo masivo tiene efectos perversos. Uno de ellos, el desperdicio alimentario, se pretende atajar con una futura ley que empujará a particulares, productores, negocios de alimentación y restauración a impedir que la comida acabe en la basura.

En Canarias, algunos llevan tiempo batallando contra este fenómeno y otros están recurriendo a las nuevas tecnologías para no tirar nada.

«Hace mucho tiempo que esta cuestión se está trabajando. Entre los objetivos de desarrollo sostenible marcados en la Unión Europea para 2030 está eliminar en un 50% el desperdicio comida», explica el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal), Pedro Llorca, quien aplaude el proyecto de ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario.

La futura norma obligará a todos los agentes de la cadena -desde el productor pasando por la industria y la distribución- a disponer de un plan de prevención para evitar excedentes. Quienes carezcan de este proyecto podrán ser sancionados con multas de entre 2.001 y 60.000 euros, pudiendo llegar a 500.000 euros en el caso de los reincidentes.

Control del consumo

No obstante, el principal objetivo de esta ley es concienciar a la población de que no hay que tirar la comida. «No es posible que entre un 30% y un 35% de lo que se produce se tire mientras hay personas que no pueden acceder a este consumo. Afecta al medio ambiente. Se gastan recursos de todo tipo. Se quitan bosques para crear más suelo de cultivo y, sin embargo, esa producción no llega al ser humano», lamenta Llorca, presidente del Banco de Alimentos de Las Palmas.

Los primeros en tomar parte en la cruzada contra el desperdicio de comida, además de los bancos de alimentos, han sido los productores, empujados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. «A través del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) se compran los excedentes y teóricamente el desperdicio se transforma en zumos, conservas vegetales y mermeladas», apunta Llorca, que recuerda que los sobrantes comprados a bajo coste por FEGA van a parar a los bancos de alimentos.

Iniciativas en el sector primario

En Canarias, sostiene Llorca, apenas se tira producción agrícola. «El plátano de Canarias picado se entrega al Banco de Alimentos, e incluso se ha mandado a la península 20 millones de kilos de plátanos», comenta Llorca sobre la generosidad de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátano de Canarias (Asprocan).

Con el cero turístico provocado por la pandemia, el Cabildo de Gran Canaria, al igual que FEGA, empezó a comprar excedentes a los productores agrícolas que van a parar al Banco de Alimentos.

Pero aún falta extender esta guerra a otros frentes. «Lamentablemente, los que más tiramos somos las familias. Es triste pero, dentro de lo que es el desperdicio, el 50% se produce en los hogares, el 30% en los restaurantes y entre el 20 y el 25% en la cadena de manipulación, desarrollo, distribución y producción de los alimentos», indica Llorca.

Por ello, la futura norma pondrá en el acento en varias cuestiones: en que los restaurantes brinden la posibilidad de llevarse la comida sobrante y que los comercios de distribución ofrezcan a precios rebajados los productos próximos a la fecha de consumo preferente. «Hay que aclarar que un producto caducado se deja de consumir, pero los productos con fecha de consumo preferente tienen un recorrido más amplio», aclara Llorca.

Una app para salvar comida

Desde noviembre del año pasado, los establecimientos del sector de la restauración y de la venta de alimentos frescos y elaborados de Canarias cuentan con un nuevo aliado para impedir que sus excedentes acaben en la basura. Se trata de la aplicación para móvil Too Good To Go, donde se ofertan paquetes de comida a precios económicos en determinados negocios y franjas horarias.

Panaderías, hoteles, cafeterías, pastelerías, fruterías, supermercados y algunas grandes cadenas de alimentación se han adherido a esta iniciativa.

En Canarias, cerca de 500 establecimientos brindan a través de esta herramienta digital sus productos aptos para el consumo pero difíciles de vender.

La mayoría de los negocios adscritos a Too Good To Go se concentra en Gran Canaria y Tenerife, pero también hay en La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote. «A día de hoy se han distribuido en Canarias 44.000 packs, el equivalente a unas 44 toneladas de alimentos», comenta Carlos García, responsable de comunicación de la empresa en España sobre los ocho meses de funcionamiento de la herramienta en el archipiélago.

Productos aprovechables y económicos

La frutería Chira, de la capital grancanaria, es uno de los negocios que está distribuyendo dos cajas diarias de frutas y verduras, feas o picadas, pero aprovechables. Pesan unos diez kilos y cuestan 3,99 euros. «Las compra gente que está jodida de perras y a la que no teníamos acceso. Están aprovechando esas cajas y pueden dar de comer a su familia. Es lo más positivo que veo. No creo que estemos salvando el planeta. Tampoco sacamos beneficios. Quizás si vendemos muchas, podremos sacar 400 euros al mes, pero eso significa que habremos perdido 1.000 y pico euros», explica el propietario del negocio Antonio Mateo, que a lo largo del día va llenando las cajas con piezas de fruta y verdura que sabe que no va a vender ni está en condiciones de tirar.

Una papaya ecológica muy madura pero lista para consumir, un aguacate con un 'toque', nectarinas, albaricoques con algún golpe, tomates y pimientos feos, un trozo de calabaza, plátanos con manchas o sueltos... La frutería cobra tres euros y la app, un euro por la mediación. «Solo la papaya cuesta eso», reconoce Mateo.

De todas formas, el aprovechamiento de estos excedentes no es ninguna novedad en esta frutería. Las familias de los propios trabajadores consumían estos productos, que también se reservaban para clientes y personas conocidas que estaban pasando estrecheces. «Hay gente fija. Los que vienen en Mercedes se la llevan un día y no vienen más. La aplicación no es para salvar el planeta. Se trata de que eso, que se ha producido y ha tenido costos, tenga una vida y se aproveche», aclara el frutero.

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