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Arcadio Suárez

Las familias de acogida reclaman su papel: «Son niños salvados»

En Canarias el 57,3% de los niños con medidas viven en acogimiento familiar. Infancia ha «depurado» 15.000 expedientes. La Asociación de Familias Acogentes pide más apoyo para que los pequeños estén en hogares y no en residencias

Luisa del Rosario

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 20 de marzo 2022, 01:00

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La Dirección General de Protección a la Infancia y la Familia del Gobierno de Canarias aún está «depurando» los datos, pero la última cifra de la que disponen es que en el archipiélago hay 1.755 niños y niñas cuya tutela se ha retirado a sus progenitores. De ellos el 57,3% viven en acogimiento familiar, es decir, 1.006, y otros 749 en acogimiento residencial.

La ley señala que debe ser prioritario que los y las menores tutelados vivan en acogimiento familiar, pero en España la mitad de los 35.000 menores en esta situación está en residencias o pisos tutelados, según el Ministerio de Asuntos Sociales. «Nuestros cifras están constatadas a diciembre de 2021 y de algo podemos sacar pecho, el 57,3% de los niños con medidas de protección está en acogimiento familiar y eso es un éxito», afirma la directora general de Infancia, Iratxe Serrano.

Francisco Oliva es el presidente de la Asociación de Familias Acogentes de Canarias, que 210 «según el último recuento». Pero ahí no se cuentan los acogimientos por la familia extensa: abuelos, tíos y familiares lejanos que también cuidan de esos menores con medidas hasta atender a los 1006.

«Desde 2015 (con la nueva ley de protección a la infancia) siempre se apuesta por reducir el número de menores en acogimiento residencial y aumentar el acogimiento familiar», destaca. «En Canarias hay unas 1.300 familias. Hay muchos abuelos con contrato de familia acogente», explica.

Desde la asociación Oliva considera que en los dos últimos años las cosas han cambiado bastante, pero cree que hay que hacer más. «Un niño en acogimiento familiar es un niño salvado», afirma.

Él y su mujer, Carmen Galván, han acogido en su casa a 23 niños y niñas. La primera vez fue una «casualidad» en un asadero le pidieron que cuidaran a una madre y su niña. La niña se quedo con ellos 10 meses. A partir de ahí -hace ya 12 años- se apuntaron al programa de acogida. La familia debe hacer un curso, incluyendo los menores que convivan con ellos en caso de que tengan hijos. En su caso tenían dos hijas de 14 y 16 años. Hoy una de ellas también es familia acogente.

Pero no solo se hereda la buena voluntad y la solidaridad. «Hemos tenido nietos de padres que estuvieron en un centro y sus abuelos también. No saben lo que es una familia de acogida. Creen que si mandan a sus hijos al centro van a salir. Hemos fallado como sociedad. Le fallamos a los abuelos, y a los padres. Tenemos que ayudar a los hijos», lamenta Oliva.

En estos momentos viven con ellos dos hermanas gemelas, María y Ana (nombres ficticios). Pronto cumplirán cuatro años y llevan 12 meses con ellos. Para las pequeñas Carmen y Francisco son ahora sus referentes. «Cuando llegaron no sabían ni cómo se llamaba cada una», relata Carmen.

La pareja es lo que se llama una familia de acogida de «urgencia». La pueden avisar cualquier día de la semana. «Para ellas esta es una segunda oportunidad», relata Carmen, que explica que las niñas tenían que haber ido a varias consultas médicas a las que la familia biológica no las llevó.

«Las familias acogentes les damos seguridad, apego, No solo es llevarlas al colegio o al médico, es todo», afirma Francisco.

Un hijo biológico y un niño en acogida «no tienen nada que ver. Tu hijo es para siempre, tienes la seguridad de que vas a tener tiempo de hacer cosas. Con ellas -y mira a María y a Ana, el tiempo es limitado. Tienes que quererlas de forma concentrada».

Las familias de acogida tiene también su «recompensa» amorosa. «Ellos me enseñan mucho de lo que es la vida», asegura Carmen.

La pareja sigue en contacto con 20 de los 21 niños y niñas que han acogido previamente. «Ahora es más fácil con Facebook», dice Francisco. «Nos mandan las notas, o las fotos de carnavales... Incluso hemos ido a otras islas a verlos», relatan.

La acogida puede acabar por varios motivos, entre ellos la adopción del menor o que vuelva con su familia biológica. Este es el proceso más difícil porque la familia acogente se despide del niño o niña y ellos, los menores, deben irse a otro lugar.

«Después de muchas peleas ahora tenemos más tiempo para el acople», 21 días. Antes «eran tres», explican. Ahora los niños y niñas pueden «conocer su nuevo entorno, ir poco a poco».

Antes de que llegaran María y Ana hicieron la «integración de un bebé» que llevaba con ellos mucho tiempo. «Fuimos a la casa de la familia adoptante para que entendiera que estábamos con él» dice Francisco. «Fue una salida maravillosa», afirma Carmen.

«El adiós hay que manejarlo. Hay que normalizar la salida, no dramatizar», abundan. Pronto, además, Carmen será la madrina de otro niño al que acogió y que ha sido adoptado. «Hay quien prefiere no acoger porque la despedida es dura si no la masticas bien», insisten.

Tampoco es fácil enfrentarse a los problemas burocráticos. La familia acogente es la que se encarga de empadronar a los niños, apuntarlos en el centro de salud, en el colegio... Francisco Oliva si lamenta que la administración no les facilite estos trámites como sí lo hace para las ONG que llevan los centros. Organizaciones que además reciben más dinero por menor que las familias a quienes dan 20 euros por día si es un menor, 30 al día si son dos o 40 si son tres.

No es lo único que habría que revisar. Desde hace dos años Infancia está analizando los expedientes que tenía porque en ocasiones no se cerraban casos. «Teníamos a gente 25 y 30 años que constaban como personas en situación de riesgo», admite Iratxe Serrano. «Se usaba un programa de MS-DOS, de 1997. A partir de abril ya se va a utilizar un nuevo aplicativo. Podremos tener una historia única o hacer resoluciones en bloque cuando hay hermanos», explica la directora de Infancia. «En 2022 estamos entrando en el siglo XXI», añade.

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