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El modelo canario de protección de zifios despierta el interés mundial

El modelo canario de protección de zifios despierta el interés mundial

Escocia, Australia, Japón o Arabia Saudí ven en la moratoria antisónar de las islas la clave de la conservación de los cetáceos. Un artículo científico de la ULPGC confirma la validez del santuario

Jueves, 1 de enero 1970

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Las conclusiones del congreso científico celebrado en Fuerteventura en septiembre de 2017, con motivo del quince aniversario del varamiento masivo de zifios, determinaron la importancia de establecer una moratoria antisónar como medio para acabar con las muertes atípicas de estos cetáceos. Su publicación ahora en la prestigiosa Proceedings of the Royal Society B, de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, vuelve a poner el foco en la necesidad de exportar el modelo que aplicó Canarias para proteger a estos cetáceos: la prohibición de celebrar maniobras militares con sónar en aguas del archipiélago.

El impulso dado por la Royal Society al análisis liderado por el Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha reavivado la necesidad de establecer figuras de protección como la que adoptó Canarias en 2005 y que se ha mostrado eficaz, no en vano desde entonces no se ha vuelto repetir un varamiento masivo de zifios.

Los científicos escoceses han sido los primeros en reaccionar. En el Reino Unido aún se están estudiando las causas de la muerte de ochenta zifios de Cuvier en las costas escocesas e irlandesas el pasado verano. Las muestras recogidas de los cuerpos presentan lesiones compatibles con el síndrome de descompresión que sufrieron los cetáceos varados en Canarias como consecuencia de las maniobras Neotapon.

También ha servido el artículo que encabezan Yara Bernaldo de Quirós y Antonio Fernández -junto a otros diecinueve científicos de todo el mundo- para activar la batalla por la protección de los cetáceos en lugares como Australia, Nueva Zelanda -donde vararon más de cien calderones a fines del año pasado- o en Japón, que acaba de abandonar la Comisión Ballenera Internacional para reanudar este año la caza de ballenas.

«El único tratamiento efectivo que se ha demostrado a nivel mundial es la moratoria en el uso del sónar para aquellas áreas donde se conoce que hay una población de zifios y, especialmente, de zifios de Cuvier», explicó el director del IUSA, Antonio Fernández.

El zifio más sensible

Lo que provoca una fuente de ruido como la que genera la búsqueda de submarinos es una reacción de pánico que hace que los animales rompan su perfil habitual de buceo. Así, como ocurre con los buzos, estos cetáceos sufren una descompresión que se traduce en una embolia gaseosa-grasa, esto es, la obstrucción de los vasos sanguíneos y, en definitiva, un fallo cardiovascular. Pero es que además, hay factores individuales que explican por qué los zifios de Cuvier están más expuestos. Se trata de una inflamación de la aorta que, en condiciones naturales no es letal, pero que ante un esfuerzo fisiológico máximo -como la reacción al estrés que les provoca el sónar militar- conduce al colapso.

La difusión de este conocimiento es especialmente importante para el área macaronésica, donde el equipo del IUSA participa en el proyecto europeo Marcet para proteger, vigilar y monitorizar los cetáceos y el medio marino. Para ello se está analizado la actividad humana, fundamentalmente la que genera ruido, para conocer el impacto sobre los cetáceos. Con este fin, los especialistas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria están ya en contactos también con expertos de la costa senegalesa.

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