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Fue en 1959 cuando se tiró abajo el viejo edificio para construirse el actual, manteniendo el elemento principal que marca su ADN que es la torre balconada que comparte con la parroquia matriz de San Agustín. Desde ese entonces hasta ahora, han transcurrido miles de historias, juicios y personajes que vivieron el día a día de una edificación que pasó de la multitud a su casi anonimato.
Este año, el Gobierno de Canarias ha querido dar un necesario lavado de cara a esta emblemática edificación que sigue albergando órganos de la importancia de la Sala de lo Civil y Penal y de lo Contencioso-administrativo del TSJC, su propio gobierno y la Fiscalía Superior de Canarias.
Entre sus muros, recuerdan ilustres como el fiscal Vicente Garrido o el letrado José María Palomino, se celebraron juicios que forman parte de la historia contemporánea de Canarias como los de Belén María, la niña Cathaisa, la parricida de Tafira, El Rubio, el Crimen del Contenedor, el caso Kárate o el del asesinato de Iván Robaina –por citar algunos de miles–, pero sobre todo, ese patio con la fuente en el centro ha sido fiel testigo del progreso que ha experimentado la Administración de Justicia en las islas. «Es cierto que se ha producido un cambio brutal y recuerdo que, cuando llegué en 1982, toda la Administración de Justicia se concentraba en San Agustín. Estaba la Audiencia de Canarias y, mucho más tarde, el TSJ y nos reuníamos día a día muchísimas personas que formábamos casi una familia», recuerda el fiscal superior. En la misma línea, el abogado José María Palomino rememora que «toda la Justicia se concentraba en este edificio, que es precioso, pero que llegó un momento que no daba más de sí. Las condiciones en las que trabajaba el funcionariado eran lamentables comparadas con las actuales, pero todo lo que sea recordar lo que vivimos en el Palacio de Justicia, me produce una satisfacción enorme», destaca.
Desde 1842, pasando por la inauguración de Granadera Canaria en 1986 y, posteriormente, la Ciudad de la Justicia en 2014, el Palacio de Justicia sigue guardando un trozo importante de la historia de Canarias.
Según narra el cronista oficial de la isla, Juan José Laforet, el edificio tuvo tiene su origen en la construcción de una pequeña ermita, entre los años 1524 y 1536, junto al mar en desagravio por pecados de la población. Sobre ese mismo terreno hubo una mancebía cuyas rentas ostentaba el Consejo de la Ciudad, y como pago de una promesa de la ciudad para que finalizara una terrible epidemia. En esa pequeña ermita se ubicó un crucificado, el Cristo de la Vera Cruz, una imagen de procedencia mejicana o realizada al modo de aquellas tierras con pasta de maíz, que había llegado inesperadamente a la ciudad.
Leonardo Torriani, en su plano de 1588 no la menciona, si lo hace Próspero Casola en su plano de 1599, que señala sencillamente La Vera Cruz, será Pedro Agustín del Castillo quién en su plano de la ciudad del año 1686 ya dejó constancia clara de la iglesia y del edificio colindante del convento con su claustro y señala expresamente Convento de San Agustín. Esta es la primera imagen que se tiene del edificio del convento. En los siguientes planos el edificio del convento y la iglesia siguen la misma disposición en la calle que arranca en la plaza del Espíritu Santo y llega a la iglesia de San Agustín, y así se mantendrá hasta 1959.
En la ermita se instalaron hacia 1664 un grupo de ermitaños agustinos que pronto lograron levantar un convento que se distinguía por un bello claustro de columnas lisas.
A finales del siglo XVIII se tomó la decisión de derruir la antigua ermita, a excepción de la bella torre con balconada en su parte superior, y se encargó de la construcción del nuevo templo el arquitecto y canónigo Diego Nicolás Eduardo, que también trabajó en la nueva fachada de la Catedral de Canarias, dejándolo casi como ha llegado a nuestros días.
En el año 1814 el templo se convirtió en del Sagrario de la Catedral de Canarias y el edificio del convento. Años después cuando la desamortización de Mendizábal, pasó a manos de la autoridad civil. En 1852 este templo de San Agustín, donde se rinde culto al Cristo de la Vera Cruz, ya entonces considerado Patrono de la Corporación Municipal, pasó a ser la Parroquia Matriz de Gran Canaria. También a principios del siglo XIX se sustituyó la vieja y deteriorada imagen del Cristo por una nueva encargada por la Esclavitud del Cristo y el Ayuntamiento al escultor José Luján Pérez.
En 1842, un pavoroso incendio arrasó el edificio de las Casas Consistoriales de la Plaza de Santa Ana, donde, entre otros servicios, tenían sus dependencias el Ayuntamiento y la Audiencia de Canarias. Ambos organismos se instalaron entonces de forma provisional en el edificio del antiguo convento de San Agustín, donde celebran sus sesiones y audiencias.
En 1848, tras arduas gestiones con el Ayuntamiento, se hicieron unas obras importantes en el edificio, que procedieron a derribar la parte más ruinosa del antiguo convento, llevando el mismísimo Antonio López Botas la gestión de la obra que se debió hacer para ubicar allí el recién creado Instituto Elemental, conocido popularmente como Colegio San Agustín, precisamente por haber ocupado el edificio del antiguo Convento de San Agustín. El Colegio se trasladó al edifico reformado el 1 de marzo de 1851, tras tres años de obras y reformas.
En el año 1864 el Estado se quedó definitivamente con el edificio, tras compensar al Colegio y al Ayuntamiento, para ubicar en el mismo al Tribunal de la Real Audiencia de Canarias.
Hacia 1868 también se asentó en este edificio el Colegio de Abogados de Las Palmas que allí permaneció hasta 1959.
En ese año de 1959 se tomó la decisión de derruir el viejo edificio que había acogido al convento agustino, posteriormente al Colegio san Agustín, al Ayuntamiento y a la Audiencia para, retranqueando su fachada y dando a este tramo de la calle el aspecto de calle, –que pasó a denominarse Plaza de San Agustín–, levantar el edificio actual para el Audiencia de Canarias y en la actualidad el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
Se levantó todo un complejo de edificios que, en una parte, la que da a la Avenida Marítima, rememoraba el viejo convento con su atrio porticado y unido a la parroquia a través de la vieja torre. Por la parte superior, dando a la nueva calle que se abría hasta la de Juan E. Doreste, un edificio de juzgados y colegios de abogados y procuradores en su parte baja, así como de viviendas para magistrados y fiscales en las plantas altas, aunque con el crecimiento de las dependencias judiciales las viviendas desaparecerían y pasaron a ser oficinas judiciales.
El Palacio de Justicia de San Agustín ha sido reformado dentro del plan de mejoras que se están haciendo en muchos edificios judiciales de las islas.
La ejecución del contrato incluye la rehabilitación de la cubierta, fachadas y zonas interiores en el Palacio de Justicia, por un importe total 363.794 euros. Dichas obras han incluido el cambio de carpinterías con aislamiento acústico y térmico y tratamiento de fachada para eliminación de la pátina de la piedra natural, destacó el director general de relaciones con la Administración de Justicia del Gobierno de Canarias, Cesáreo Rodríguez.
«Ahora es un remanso de paz y su claustro ayuda mucho a reflexionar las difíciles decisiones judiciales»
«Es una satisfacción estar en el mismo sitio donde he desarrollado mi actividad durante 36 años»
«Hemos acometido una reforma necesaria en uno de los edificio más emblemáticos de las islas»
«Tiene una belleza extraordinaria y hay que respetarlo en las condiciones en las que está»
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