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El corazón de Hugo vuelve a latir

El corazón de Hugo vuelve a latir

La historia de Hugo es tan difícil de contar como explicarle a un bebé los conceptos de esperanza, muerte o amor. Sin embargo, Pedro Simón, periodista del diario El Mundo, se ha aventurado a hacerlo en un extenso reportaje de tres capítulos en la edición especial Papel en el que han acompañado al pequeño y su familia durante medio año, documentando con diversas fotografías un largo proceso, lleno de altibajos.

Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria

Viernes, 17 de julio 2020, 05:21

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Tiene 15 meses, lleva cuatro hospitalizado en el centro de La Paz, en Madrid, su corazón funciona al 30% y sufre una miocardiopatía dilatada severa, es decir, que el órgano es demasiado grande para latir en su pequeña cavidad torácica. Hugo Guedes Granado viajó el pasado 12 de abril durante unas siete horas en helicóptero desde el Hospital Insular de Las Palmas de Gran Canaria hacia Madrid, con varias paradas cardiacas durante el trayecto, que no hicieron sino aumentar la urgencia con la que ya habían partido.

Tardaron justamente 132 días para escuchar buenas noticias, esas que les tendrían en vilo durante los 11 segundos en los que el nuevo corazón de Hugo empezó a latir en su pecho. Él apenas sabe decir dos palabras y no entiende qué está sucediendo –afortunadamente– pero es su familia quien se lleva la peor parte en este aspecto.

Medio año de hospitalización entre Las Palmas y Madrid da para mucho: ver morir a un niño, el caos hospitalario para intentar reanimar al tuyo, que ha entrado en parada, contener como se puede la emoción mientras hablas con tus familiares por teléfono o zamparte catorce capítulos de El recluso en una de tantas noches en vela.

Hace diez años que Álex Guedes Arbelo, un trabajador del servicio técnico de un hotel de 28 años, y Deiva Granado Artiles, una empleada de supermercado de 31, se conocieron en Vecindario. Primero tuvieron a Daniela, en 2014, y el año pasado llegó Hugo. Todo resultaba de lo más corriente hasta que, con 10 meses, dos días después de haber estado en un parque acuático, todo estalló.

«Era supersano, comía muy bien, siempre reía. Todo empezó como si fuera un resfriado. Nos dijeron que era bronquiolitis y parece que mejoró con el tratamiento», recuerda Deiva en declaraciones a El Mundo. Cuando llegó la hora del baño, el niño comenzó a vomitar y perdió el conocimiento. Había entrado en parada cardíaca y tras una segunda crisis, la estancia en la UCI se prolongó semanas. Finalmente, el doctor les dio la noticia: el niño necesita un trasplante de corazón.

En ese momento las prioridades cambian y hay que dejar todo atrás. En el prestigioso servicio de Cirugía Cardiaca Infantil del Hospital de La Paz, la mortalidad en trasplantes es de las más bajas, y eso parece dar algo más de esperanza en medio de una coyuntura de lo más caótica. Él ha sido despedido por su jefe aprovechando la situación y ella se ha desmayado varias veces del miedo.

Los días se suceden tan lentos como un cuentagotas. Empezaron en la habitación 21 de la planta de Cirugía Cardiaca, luego les mudaron a la 18, después estarán en la 20. Han dormido en un hostal, en un asiento, en un apartamento compartido... No consiguen conciliar el sueño más de cinco horas y ya no saben ni en qué día del calendario viven. Tampoco saben quejarse de ningún dolor propio ni de noticias, para ellos no hay mundo fuera de esas paredes. Sólo piensan en Hugo.

La esperada noticia

Son las 7.10 horas de la mañana cuando tres facultativos arrancan hacia el aeropuerto de Barajas. Alguien acaba de sufrir una pérdida y ha decidido que la vida debe ir más allá. Sobre las 8.30 horas, el doctor entra en la habitación para anunciar lo que Álex y Deiva llevan meses esperando y, entonces, estalla el júbilo. Ni un premio de la lotería podría ser mejor noticia.

La mañana se va en preparar y entretener a Hugo, y al mediodía ya va camino al quirófano. Cuesta despedirse: aunque la cirugía salga bien, no hay garantías de que el corazón funcione. En la sala de operaciones se cuentan tres cirujanos y una cirujana, dos enfermeras y un enfermero, un perfusionista y una perfusionista, un anestesista, una supervisora de quirófano y un auxiliar de enfermería.

Fuera de la sala, el tiempo vuelve a hacerse eterno. Desde que extrajeron el corazón del donante hasta que se lo han puesto en el nuevo pecho han pasado 4 horas y 57 minutos. Por fin, a las 16.45 horas, el corazón de Hugo late. Pero lo mejor viene después: dar la esperada noticia.

El niño y el mar

La recuperación de niño está fuera de toda estadística. Si lo normal es que hubieses estado 48 horas intubado, él solo permanece cuatro. De los siete días previstos en su ingreso en la UCI, él los reduce a tres. Si bien tras un trasplante cardíaco los menores no suelen recibir el alta en un mes, él la recibe en dos semanas y media.

Unos días después, ya le han reducido a la mitad los diez medicamentos que tiene prescristos y le han quitado once de las 19 grapas del pecho. El impacto de la situación ya ha pasado al ver al pequeño tan alegre, pero aún se les eriza la piel. «La primera vez que le vi la costura en la UCI durante la primera cura, me impactó muchísimo» –cuenta Álex en el reportaje–. Me caí para delante y me golpeé la cabeza contra una tubería de agua. A veces se la mira delante del espejo. Ver esa marca... Tratas de comprenderlo, pero te duele. Te recuerda que el corazón no es suyo. Y es duro. Por eso a veces necesito ponerle una camisa».

Este lunes, 30 de septiembre de 2019, se cumplieron justamente 171 días desde que Hugo fue trasladado hacia Madrid. Hoy la familia ya ha vuelto a casa y lo han celebrado por todo lo alto. Una de sus primeras paradas ha sido la playa, concretamente la de Puerto Rico. No podía ser de otra manera: el isleño necesita el agua como el aire para respirar, y ahora que Hugo vuelve a hacerlo, es hora de conocer el mar.

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