
Newton en las aulas de Castillo del Romeral
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El centro público Pancho Guerra lleva cinco cursos en el programa que enseña la asignatura con una nueva metodología. Ahora «a nuestros estudiantes les gustan», dice la directoraSecciones
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El centro público Pancho Guerra lleva cinco cursos en el programa que enseña la asignatura con una nueva metodología. Ahora «a nuestros estudiantes les gustan», dice la directoraPara llegar al Centro de Enseñanza Obligatoria Pancho Guerra, en El Castillo del Romeral, hay que salir de la autopista hacia el sur y recorrer varios kilómetros en los que el paisaje son extensiones de tierra en las que antes había tomateras y ahora se cultivan placas solares. El viento no deja de soplar en esta localidad de poco más de 3.300 habitantes y solo los pájaros que anidan en las palmeras rivalizan con el ronroneo del aire. 310 estudiantes, desde Infantil a Secundaria, están matriculados en este centro educativo que dirige Casilda Domínguez. Su preocupación por los resultados que tenía el alumnado en Matemáticas los impulsó a participar del Proyecto Matemáticas Newton Canarias, de la Consejería de Educación, cuyo objetivo es mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje de esta materia con una nueva metodología .
«Estábamos muy preocupadas por los resultados históricos que siempre ha tenido Canarias en Matemáticas y los de nuestro centro. Y también por la parte emocional del alumnado: no les gustan las matemáticas», reconoce la maestra.
447 Es el rendimiento medio del alumnado canario en Matemáticas del último informe Pisa, por debajo de la media española (473) y de la de los países de la OCDE.
2019 El curso de la pandemia fue el primero en el que el centro Pancho Guerra se sumó al Proyecto Newton, una nueva forma de enseñar Matemáticas.
El último informe PISA avala lo que señala. El alumnado de 15 años ha empeorado con respecto a 2018 su nivel en Matemáticas en el conjunto del país, y la brecha de las islas se ha agrandado quedando a la cola. «Canarias muestra unos resultados rezagados, tanto en el contexto nacional como de la OCDE. El rendimiento medio en Matemáticas en Canarias es de 447, equivalente a Andalucía. La media de España es de 473 y la de los países de la OCDE de 472», apunta el informe. Esta caída se achaca a la pandemia, pero Casilda Domínguez ya estaba preocupada antes de la covid.
Casilda Domínguez
Directora del CEO Pancho Guerra
En 2017 Mency Marín, vicedirectora del Pancho Guerra y coordinadora del proyecto, «se metió a nivel personal» en el Proyecto Newton. «Comenzó a prepararse en una formación y nos planteamos aplicarlo. En el curso 2019-20 la Consejería de Educación sacó la convocatoria a nivel de centros y decidimos meternos, tanto en Primaria como Secundaria», recuerda Casilda Domínguez.
Pero para que esto llegara a buen puerto era necesario que el equipo docente se implicara. «La verdad es que el profesorado estuvo muy bien. Se metieron todos los docentes de Primaria y todos los profesores del ámbito científico de Secundaria», asegura con orgullo. Adaptarse a esta metodología requiere cambiar «el modelo de enseñanza y adaptar la programación», explica la docente. Y, además, el éxito de la experiencia depende que pueda «mantenerse en el tiempo». «En Primaria comenzamos con acompañamiento de tal forma que Mency entra en todas las clases y en todos los niveles dos horas para acompañar al profesorado con las programaciones». Mientras que en Secundaria «no es tan sencillo por la disponibilidad horaria, pero lo hemos podido mantener por la estabilidad del profesorado de Matemáticas a través de necesidades docentes. Hemos dado con tres docentes que desde ese año permanecen en el centro, por lo que hemos podido darle continuidad. Y a ello se suma también el apoyo de Pepe Vidal», un profesor especializado de la Consejería de Educación que acude a los centros adscritos al Programa Newton como apoyo.
«El resultado es que, a parte de mejorar el resultado del centro en Matemáticas, que es uno de los objetivos, hemos mejorado los resultados de las pruebas diagnósticas que hemos ido haciendo desde Primaria. Hemos mejorado los resultados y, lo más importante de todo, hemos mejorado la parte emocional de nuestro alumnado. A nuestros estudiantes les gustan las Matemáticas, desean las clases de Matemáticas y eso, al final debe ser el primer objetivo. Que ellos vayan a clase de Matemáticas felices y contentos», explica la directora del Pancho Guerra.
Si se tiene en cuenta el Índice Socioeconómico y Cultural (ISEC), que mide parámetros como el nivel de estudios de los progenitores y su profesión, los recursos de los que dispone el alumnado en su casa (ordenador, escritorio, conexión a internet...) y el número de libros que hay, el Pancho Guerra muestra unas cifras «muy bajas con respecto a la media de la comunidad» canaria, reconoce la docente. Sin embargo, los resultados en Matemáticas tras la implantación del Programa Newton «están por encima de la media de Canarias».
«Los niños y niñas desde pequeñitos adoran las Matemáticas y en Secundaria también vemos los resultados, y no es fácil ir contentos a clase», comenta satisfecha Casilda Domínguez.
Pepe Vidal
Docente de Matemáticas
El alumnado en Primaria proviene del mismo barrio, pero en Secundaria, señala la directora, «ya cogemos estudiantes del distrito de El Matorral, Aldea Grande y Juan Grande», y, aunque hay diferencias, las condiciones socieconómicas «son muy parecidas». Los lugares «imponen», dice Casilda Domínguez, por eso la plantilla docente cambia con frecuencia. Sin embargo han logrado que el equipo directivo esté «cohesionado» y sea «estable», lo cree que ha contribuido a que el centro mejore sus resultados académicos «y emocionales». «A veces se ven solo las estadísticas y nos queremos comparar con Finlandia. Pero vemos los números y no qué hay detrás», advierte.
«Al final los datos reflejan lo que ocurre, pero lo importante es que los chicos y chicas dejan de sufrir con las Matemáticas, que es lo que ha venido ocurriendo durante años. Y lo que pasa ahora es que disfrutan porque las Matemáticas tienen la virtud de entusiasmar», afirma Pepe Vidal.
Con él entramos en una clase de 2º de Primaria (7 años) y después en una de 1º de la ESO (12 años). Llama l a atención que pese a las ratios de ambas aulas, 14 en la primera y 16 en la segunda, hay tres docentes en ella apoyando la clase que imparte Vidal. El alumnado desde Primaria utiliza calculadoras científicas «para que sigan el proceso del cálculo», dice Casilda Domínguez, que reconoce que al ser «más caras» costó implantar. Mientras que las primeras tienen un precio a partir de los 25 euros las básicas se pueden conseguir por menos de 3.
En las mesas hay cuentas, cubos y policubos que permiten que el alumnado «toque» los números. «Todo el mundo que resuelve un reto descarga dopamina. Eso es independiente de lo bien que se le da. Todos se divierten jugando al tenis aunque no sean Rafa Nadal. Con las matemáticas pasa lo mismo, entusiasman», asegura Vidal.
Lo importante, abunda el docente, es lograr que dejen de percibir las Matemáticas «como algo tedioso o inútil. Si te sientes incapaz, te frustras, que es lo que tradicionalmente ocurre cuando se da una materia que no se comprende. En lugar de entusiasmar aburres, desmotivas y bajas la autoestima de la gente que cree que no vale porque no se les da bien las Matemáticas. La matemática escolar la puede entender cualquier niño o niña y para ello hay métodos», insiste Vidal.
El trabajo colaborativo es otra pieza del engranaje que han puesto en marcha en este centro, explica su directora. Y la clase de Matemáticas no es una excepción. De hecho, en ambas aulas hay alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) integrado con el resto de estudiantes. «Teníamos el convencimiento de que había que cambiar especialmente en la parte emocional, y lo hemos hecho», asegura Casilda. «Ahora el alumnado participa, ya lo ves, levantando la mano y respondiendo», dice con orgullo. El alumnado lo confirma. Los más pequeños aprenden a calcular áreas, el mayor razona las diferencias entre población total y densidad, pero ambos grupos lo hacen de la misma forma, respondiendo retos, jugando por equipos a acercarse a la respuesta correcta. Aquí nadie pierde porque lo que cuenta es el proceso.
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