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No son pocos los retos que tiene la universidad por delante. A la rigidez de su estructura hay que sumar ahora los efectos de una pandemia cuyas consecuencias se antojan impredecibles. Precisamente, la semana pasada se conoció el borrador del estatuto del docente que prepara el Ministerio de Universidades y que, entre otros aspectos, buscaría fortalecer y consolidar una segunda vía de acceso laboral a los campus públicos, permitiendo la figura de los catedráticos no funcionarios, una fórmula que ya se utiliza en las universidades de Cataluña y País Vasco. «Aún lo estamos estudiando», dice José Carlos Gómez Villamandos, presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y rector de la Universidad de Córdoba, al respecto.
-¿Qué opina del borrador del estatuto del docente que prepara Universidades?
-El martes pasado el Ministerio nos remitió el borrador. En este momento lo está estudiando la ejecutiva de la Comisión del Profesorado de CRUE con el objeto de emitir un informe que nos sirva de base para la próxima negociación del documento. Este estatuto es clave para el desarrollo del sistema universitario, por lo que debe dar respuesta a las demandas que hemos venido planteando estos años y contener los cambios que realmente necesitamos, que de forma genérica se resumen en mayor flexibilidad, con rendición de cuentas, para desarrollar todo nuestro potencial e incrementar nuestra competitividad.
-Llega justo el año de la pandemia. ¿Hay forma de calcular el daño que la crisis del coronavirus ha hecho a la universidad?
-Hemos intentado por todos los medios que, desde el punto de vista académico, el daño sea el menor posible. Se ha mantenido la actividad docente y junto a esa parte más académica, los universitarios han adquirido otras competencias como las tecnológicas, además de la empatía, la resiliencia, el trabajar en equipo… La que sí se ha visto resentida es la actividad investigadora porque en la pandemia la investigación no se ha considerado un trabajo esencial. Nosotros reivindicamos que en situaciones así debe ser una actividad esencial. Gracias a la investigación se ha podido diagnosticar y controlar la pandemia.
-¿Cómo se volverá a las aulas?
-La docencia del curso que viene será presencial. Nosotros desde el principio, y a pesar de que había otras voces que apuntaban a cambio de modelo, hablamos de una mejora del modelo que teníamos. Todos hemos aprendido a usar mucho mejor las herramientas tecnológicas en la metodología docente y se usarán como complemento a la docencia presencial. El 85% de la docencia en España es presencial y la idea es que la docencia el año que viene sea presencial con dos modalidades: la presencial en el aula y la presencial mediante videoconferencia. Se trata de que los estudiantes se vayan turnando de tal forma que haya un contacto directo con el profesor en el aula. Creemos que es fundamental para la formación y para cualquier relación humana.
-¿Se trataría de limitar los aforos en las aulas?
-En efecto. En cuanto a las prácticas y los seminarios, que son con grupos más reducidos y en periodos de tiempo más cortos, deberían ser presenciales sí o sí, con todas las medidas sanitarias que se marcan, como el uso de las mascarillas, con el objeto de que las prácticas no se pierdan, que han sido lo que más ha echado en falta el profesorado.
-¿Y si hay un repunte?
-Estamos preparándonos para eso. En ese caso todas las clases serían por videoconferencia, pero es el tema práctico el que nos preocupa y aquí hay otras posibilidades que se pueden plantear. Por ejemplo, un profesor podría ir a su laboratorio y grabar la práctica y luego transmitírsela a los estudiantes. O se podría intentar concentrar las prácticas al inicio del segundo cuatrimestre, jugando con las fechas...
El reto de la universidad
-Las universidades temen que haya un descenso de estudiantes, tanto por la falta de ingresos en las familias a causa de la pandemia como por la falta de movilidad internacional.
-El número de estudiantes de grado internacionales, por desgracia, es bajo así que tampoco habría una repercusión importante. En el caso de los másteres se está trabajando en todas las universidades para que la docencia sea fundamentalmente mediante videoconferencias o docencia semipresencial y online con el objeto de que no disminuya el número de estudiantes. De todas maneras, eso lo vamos a saber en pocos días porque los periodos de matrícula y de preinscripción ya están abiertos y vamos a ver cómo evolucionan.
-Esa merma de estudiantes ¿va a poner en apuros a algunas de ellas?
-No creo que haya una bajada de estudiantes tan grande como para que ponga en peligro la financiación. Los números de preinscripciones se siguen manteniendo en el caso de los estudios de grado. En el caso de las residencias universitarias, el número de solicitudes es solo un 5% menos que en las mismas fechas en años anteriores. Eso no es nada y posiblemente se recuperará. Creo que estamos todos adentrándonos en una situación de normalidad y creo que ha sido importante que las universidades hayamos dicho que la docencia va a ser presencial y que queremos a los alumnos en el aula.
-Han aumentado los alumnos que se han presentado a la EBAU. ¿Se puede dar el efecto contrario?
-Ojalá. Es verdad que las solicitudes de bachiller se han incrementado entre un 10% y un 15% y es verdad que ha habido un incremento en el aprobado, pero un incremento donde prácticamente los números son los mismos que si sumas la convocatoria de junio con la de septiembre de cualquier año.
Durante la pandemia
-¿Qué retos tienen las universidades por delante?
-Hacen falta cambios estructurales importantes y serios. Necesitamos una mayor agilidad y flexibilidad a la hora de hacer las cosas y un control exhaustivo una vez que las hemos hecho. Tenemos ahora mismo una estructura que es de los años noventa, con centro y departamento, y acotado por áreas de conocimiento. Todo eso es demasiado rígido. Con la contratación del profesorado estamos muy limitados con la tasa de reposición. Necesitaríamos una carrera de técnicos altamente cualificados que nos permitiera un desarrollo importante en el ámbito de la investigación. En el ámbito de la docencia necesitaríamos un poquito más de flexibilidad en todo lo que son los grados y los másteres duales, regular mejor la enseñanza 'online' y una apuesta decidida como estrategia de país por la internacionalización, donde la universidad sea utilizada como un elemento de internacionalización de España.
Cabe preguntarse qué sintonía tiene la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas con el ministro de Universidades, Manuel Castells. «Debo decir que ha atendido a nuestras necesidades durante la pandemia», explica su presidente. En este sentido, asegura que «se ha mostrado receptivo» y ha sido el «interlocutor» con el resto de ministerios. Pese a todo, el presidente de la CRUE considera que debería haber un «diálogo más fluido». Y pone ejemplos: «Ha salido un real decreto de modificación de la enseñanza universitaria que nos ha pillado a todos por sorpresa y, después, la derogación del régimen sancionador que crea una situación muy complicada a las universidades porque ahora si a un alumno lo pillas copiando no puedes hacer nada». Así las cosas, «quisiéramos que se nos escuchara más allá de los cauces normales de consultas públicas», concluye.
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