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El uso de mascarilla será obligatorio también en la universidad, tanto en las aulas como en los espacios comunes, una decisión que supone un cambio respecto al anterior protocolo universitario, elaborado en junio, que establecía que sólo esta medida de protección sólo era obligatoria si no se podía mantener la distancia interpersonal de un metro y medio.
Así lo ha acordado este lunes la comisión delegada de la Conferencia General de Política Universitaria, en la que han participado todas las comunidades autónomas y que estuvo presidida por el Secretario General de Universidades, José Manuel Pingarrón, en ausencia del ministro Manuel Castells, convaleciente de una operación en la espalda «no grave, pero urgente», según informó su departamento. El encuentro, celebrado en un clima de «excelente colaboración», ha dicho Pingarrón, fue la antesala de la comparecencia del jueves en la que los rectores y Castells detallarán las medidas del retorno de la enseñanza superior.
El acuerdo de hoy deja una amplia autonomía para que cada universidad adapte las medidas generales y avala que el regreso sea «mixto»: algunas clases se impartirán de manera presencial y otras se harán por internet. «Si la capacidad de la instalación que garantiza la separación de 1,5 metros es inferior al número de estudiantes matriculados, la actividad no podrá desarrollarse de forma presencial en su totalidad y las universidades deberán tomar las medidas pertinentes para que se pueda llevar a cabo de forma 'online'», aclara el texto.
Pero el documento no concreta un aspecto clave, en qué supuestos se cerrará una facultad en la que aparezcan muchos casos positivos, y sólo incluye que «cualquier decisión que tenga afectación general de un centro o una universidad deberá ser tomada conjuntamente por los responsables de la universidad [los rectores] y las autoridades responsables de la política sanitaria y de la política universitaria».
Si la vuelta al colegio crea preocupación, el regreso a la universidad causa pavor. El encuentro de decenas de jóvenes en los mismos edificios, su estrecho contacto, la cercana relación en residencias y pisos compartidos y sobre todo, las dificultades para controlar qué hacen en su tiempo de ocio y la necesidad de desplazarse, en muchos casos entre distintas comunidades, pueden disparar los brotes. La experiencia de febrero y marzo es pésima: cuando se decretó el estado de alarma, muchos estudiantes aprovecharon los días previos para regresar a sus pueblos y ciudades de origen, llevando el virus con ellos y provocando grandes focos de contagios.
Con la reunión de hoy, el Ministerio y las comunidades quieren que el escenario sea diferente, pero igual que sucedió con la educación infantil, la sensación es que la actuación llega tarde. Universidades como la de Navarra, por ejemplo, iniciaron este lunes sus clases con medidas de seguridad propias.
Además de la obligación de la mascarilla, el Ministerio y las comunidades han acordado intensificar la aireación en todos los espacios del centro, con la recomendación de ventilar al menos durante 10 o 15 minutos al inicio y final de la jornada y en las aulas después de cada clase lectiva. También aconsejan mantener las ventanas abiertas todo el tiempo que sea posible.
Las universidades, siguiendo los criterios sanitarios establecidos por el Ministerio de Sanidad y las consejerías autonómicas, deberán elaborar un protocolo de actuación ante casos sospechosos o positivos por covid-19. Este protocolo establecerá que cada facultad, escuela, instituto de investigación o centro adscrito disponga de una persona de referencia para la gestión de la crisis. Además, las universidades definirán un espacio para el aislamiento de la persona detectada como caso sospechoso en cada centro.
Si algún estudiante desarrolla síntomas compatibles con covid-19, se le solicitará que se traslade hasta ese espacio de aislamiento y se colocará una mascarilla quirúrgica. Después, el alumno debe permanecer aislado en su domicilio hasta recibir los resultados de las pruebas diagnósticas. Si el caso se confirma, no debe acudir al centro y permanecerá en aislamiento domiciliario hasta trascurridos tres días del fin del cuadro clínico y un mínimo de diez días desde el inicio de los síntomas. Este estudiante no podrá reincorporarse a la actividad académica normal hasta que sea indicado por las autoridades sanitarias.
Desde el momento en que se confirme el caso, se realizará un rastreo de los contactos, que deberán pasar a estar en una cuarentena de catorce días en sus habitaciones en sus lugares de residencia y, por tanto, deberán dejar de asistir a las actividades académicas presenciales, se realicen estas en la universidad o fuera de ella, hasta que no hayan superado la duración de la cuarentena.
El documento reconoce que el estudiante que pasa a una situación de aislamiento tendrá el derecho de recibir la docencia correspondiente de forma no presencial, «siempre atendiendo a la idiosincrasia y especificidades de cada asignatura».
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