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La instalación en Canarias del futuro centro vulcanológico español abre dudas sobre cómo se desarrollará la vigilancia volcánica de las islas, la única zona volcánicamente activa del territorio nacional con riesgo de erupción.
Actualmente, el control y vigilancia de la actividad volcánica en el archipiélago la realizan de forma independiente y sin coordinarse dos organismos; el Instituto Geográfico Nacional (IGN), dependiente del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, y el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), empresa pública dependiente del Cabildo de Tenerife que entró en funcionamiento en el año 2010.
Lo único que se sabe acerca del futuro centro de investigación se ubicará en Canarias, tal y como anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su encuentro con el titular del Ejecutivo canario, Ángel Víctor Torres.
12 años coexistiendo El Gobierno central asignó la vigilancia volcánica al IGN en el 2004, mientras que Involcan inició su actividad en el año 2010
En paralelo Las dos entidades científicas se han dotado de medios para vigilar la sismología, la geodesia y la geoquímica ligadas a la actividad volcánica
Sin conexión Ambos institutos realizan la vigilancia volcanológica sin una gestión coordinada. Solo se han coordinado cuando lo ha reclamado el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca).
Dentro de unos días, previsiblemente en la visita de Sánchez a La Palma, Torres anunciará en qué isla se instalará el centro y cómo se articulará este proyecto, esbozado ya en el año 2005, cuando el Senado aprobó por unanimidad instar al Gobierno central a crear un centro volcanológico en Canarias. En aquella sesión, el senador de Coalición Canaria, Melchior Navarro, denunciaba que en Canarias coexistían «redes geofísicas, geoquímicas, geodésicas de diversa titularidad, especificaciones, naturaleza y alcance, sin una gestión coordinada». Pasados casi 17 años, la situación persiste.
Desde el 2004, la competencia de la vigilancia y comunicación de la actividad volcánica en España, así como la determinación de los riesgos volcánicos, recayó en el Instituto Geográfico Nacional en virtud del Real Decreto 1476/2004.
«Desde entonces el IGN realiza esta tarea de forma completa, aunque ya hacía la vigilancia sísmica desde los años 50», explica el sismólogo del IGN, Itahiza Domínguez.
Con los años, los medios ha ido creciendo y actualmente en el IGN trabajan 30 personas de forma directa en la vigilancia volcánica de Canarias, 15 en la sede del IGN en Tenerife y otras tantas en Madrid.
Además, la red de vigilancia agrupa «más de 100 estaciones en toda Canarias, de las que 55 son estaciones sísmicas que envían datos en tiempo real», señala Domínguez.
Estos sismógrafos se distribuyen por todas las islas, salvo en La Graciosa. Además, el IGN dispone de 37 estaciones GPS para medir la deformación del terreno en todas las islas, a las que se suman los datos de 14 estaciones de Grafcan.
En cuanto a inclinómetros, la entidad tiene ocho distribuidos en Tenerife, La Palma y El Hierro. «Esta técnica fue la primera que detectó la deformación en La Palma en los días previos a la erupción», apunta.
El análisis inSAR de imágenes satelitales, acelerómetros para calibrar el movimiento generado por los terremotos, estaciones geoquímicas donde se analizan los gases y cámaras termográficas forman parte del arsenal de la red de vigilancia volcánica del IGN.
También el Involcan se ha dotado de medios para analizar la sismología, la geodesia y la geoquímica ligadas a la actividad volcánica con estaciones geoquímicas y termométricas en La Palma, Tenerife, El Hierro y Lanzarote, estaciones GPS en todas las islas y sismógrafos en La Palma, Tenerife y Gran Canaria, según consta en su página web.
Pese a que el IGN y el Involcan realizan esta vigilancia, trabajan sin coordinarse. «Institucionalmente no hay una coordinación en este sentido, más allá de las tareas que imponga el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca)», reconoce Domínguez.
La erupción de Cumbre Vieja ha puesto en evidencia que «el riesgo y la vulnerabilidad de Canarias es mayor de lo que cabía esperar», explica el sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), Itahiza Domínguez. Por ello, el IGN trabaja «como si la próxima erupción pudiera ser en breve», asegura el científico.
Las islas volcánicamente activas –La Palma, Tenerife, El Hierro y Lanzarote– tienen mayor probabilidad de erupción, mientras que en Gran Canaria y en Fuerteventura, si bien no se descarta del todo, la probabilidad es mucho menor, porque sus erupciones más recientes ocurrieron hace miles de años.
En todo caso, las tareas de vigilancia se centran en las islas más activas. «Sabemos que La Palma ha tenido muchas erupciones históricas y las va a tener en el futuro. ¿Cuándo va a ser? No lo sabemos. Puede ser en 10, en 40 o en 100 años», resalta el sismólogo. En cuanto a El Hierro, recuerda que hace una década registró la erupción submarina del Tagoro. «En El Hierro no hay erupciones históricas reconocidas porque no hay datos, pero es posible que las hubiera y no se hayan constatado», apunta.
Respecto a Tenerife, señala que es la isla con mayor riesgo volcánico porque hay más población. Su tamaño obliga a dotarla de una amplia red de estaciones sísmicas y geodésicas. «Puede haber erupciones monogenéticas y basálticas como las que hemos tenido en los últimos 500 años, pero el Teide puede generar erupciones más explosivas», dice Domínguez. Por eso, en este volcán se emplean técnicas específicas de vigilancia como cámaras térmicas para medir la temperatura de las «fumarolas, que en algunos puntos alcanzan los 80 grados. Estudiarlas es fundamental para detectar una reactivación de la cámara magmática», indica.
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Carmen Delia Aranda
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