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José L. Reina
Viernes, 14 de julio 2017, 18:21
Estudió enfermería y se dedicaba profesionalmente a ello. Pero ‘Solid’ no quería quedarse en casa soñando cómo sería su vida si se dedicara profesionalmente a su pasión. Desde que tiene uso de razón le han apasionado los videojuegos, a los que siempre les ha dedicado muchas horas. Confiesa que se «enganchó» a videojuegos de la Play como Final Fantasy o Metal Gear, que crearon precedente en su momento y hoy son juegos de culto. Pero fue el lanzamiento de Counter-Strike, juego online para ordenador por excelencia, el que le descubrió un mundo del que no quería salir.
En 2009, la compañía norteamericana Riot Games lanzó League of Legends (LoL), que se ha convertido en un fenómeno mundial que mantiene a millones de personas compitiendo tras la pantalla. Rodri es uno de ellos, y fue con este juego con el que empezó a competir, «cuando conocí este juego decidí que quería competir, me movía entre islas para participar en diferentes competiciones». Ahí comenzó a formarse como jugador profesional en un juego en plena expansión, que a día de hoy, y a pesar de su consolidación, sigue estando en crecimiento. «Es el videojuego más jugado del mundo. Estrategia a tiempo real, donde hay dos equipos, de cinco jugadores cada uno, que en un mapa de tres calles tienen que intentar llegar a la base del enemigo y destruirla». Cada partida suele durar de media treinta minutos, aunque «pueden llegar a una hora y media en campeonatos muy grandes, donde los jugadores acaban exhaustos pues la concentración durante ese tiempo es máxima». Cada continente tiene su propia clasificación, su propio prestigio y sus campeones. «La meca de LoL es Corea. Es allí donde está más profesionalizado, y donde más nivel existe». Las cifras que mueve este juego a nivel mundial son millonarias. Rodri es uno de los afortunados que puede vivir de él, «cobrando más que cuando trabajaba de enfermero».
Solid eligió Japón porque siempre «he admirado su cultura, su gastronomía, su anime y el manga, yo crecí con Dragon Ball». Una conversación con su abuelo fue el detonante que lo llevó al país nipón, «una tarde hablando con mi abuelo me dijo que si trabajaba en lo que me gustara, no trabajaría nunca. Fue en ese momento cuando decidí que lucharía por mi sueño».
Se fue sin nada preparado. Solamente un conocimiento básico del idioma y muchas ganas de triunfar. Desde que llegó, junto a su pareja, empezó a mandar correos a todos los equipos profesionales, que lo rechazaban porque no sabía hablar japonés, algo clave pues la comunicación en este juego es constante. Se instaló en un pequeño apartamento en Tokio y esperó paciente a que algún equipo le diera la oportunidad de conocerlo. «Solamente me respondió un equipo. El hecho de ser europeo me ayudó, pues los jugadores de Europa tienen buena fama allí. En la primera prueba me tuve que enfrentar a un equipo coreano, de un nivel muy grande. Estaba bastante asustado, pero lo hice realmente bien. Cuando terminé esa partida me dijeron que me contrataban para su equipo. Al mes ya me pasaron al equipo titular». Esa fue la luz tras unos primeros meses muy duros de adaptación. Su pareja fue clave para que Rodri se quedara en Japón, porque «sin saber japonés y sin conocer a nadie es muy difícil. Estuve a punto de tirar la toalla muchas veces. He llorado mucho porque el sacrificio es muy grande. Además, al ser el único no asiático, la presión era muy grande pues muchos no me veían con buenos ojos».
A pesar de que el equipo le ofrecía quedarse de manera gratuita en su conocida como ‘Gaming House’, una sede física de los equipos profesionales donde los jugadores pueden establecerse para entrenar y dormir, Rodri prefirió establecerse en un apartamento a media hora de allí con su pareja.
Su rutina diaria es bastante exigente y sacrificada, «entreno durante unas 15 horas diarias de lunes a domingo. Soy un poco bruto porque no es lo habitual. Mis compañeros de Japón estudiaban por la mañana y entrenaban por las tardes. Pero yo lo he dejado todo por esto, tengo que darlo todo».
A pesar de que probablemente volverá a Japón en agosto, está trabajando en la actualidad con instituciones canarias para intentar consolidar este fenómeno en las islas. «Hemos creado un grupo de trabajo muy interesante para que Canarias se pueda aprovechar de la explosión que han supuesto todos estos juegos». Tiene claro que a corto y medio plazo quiere seguir compitiendo, pero a largo plazo «valoro la posibilidad de volver a Canarias para ser enfermero, porque es una profesión muy bonita, y también era muy feliz ejerciendo mi vocación».
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