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Canarias es la comunidad autónoma española con la mayor red de puntos de medición del ruido submarino, unos dispositivos que están empezando a arrojar resultados reveladores sobre el paisaje sonoro de las costas canarias y su efecto sobre las especies marinas.
Uno de ellos, que ha sorprendido parcialmente a los científicos, es la fuerte huella sonora que provocan las embarcaciones de pequeño tamaño sobre los espacios marinos con mayor biodiversidad del archipiélago, explicó este lunes Javier Almunia, director de la Fundación Loro Parque y coordinador del proyecto CanBio, en el que cinco equipos de investigación de las dos universidades públicas canarias estudian el impacto del cambio climático en las especies en situación crítica o en peligro de extinción, «las primeras que sufrirán sus efectos».
Este lunes, los equipos participantes en este amplio proyecto que se desarrolla desde hace seis años, expusieron a sus colegas, además de a estudiantes y escolares, los últimos resultados de cada uno de los subproyectos en un encuentro que tuvo lugar en el Parque Científico y Tecnológico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
«Lo que se ha encontrado, aunque no sea una sorpresa total, es que el mayor impacto que está habiendo en los paisajes sonoros submarinos de Canarias es el que producen las embarcaciones de pequeño tamaño, no los grandes barcos, sino el producido por la gran cantidad de embarcaciones de pequeño tamaño que hay en ciertos lugares, sobre todo, precisamente, en las Zonas Especiales de Conservación (ZEC) marinas de Canarias», señaló Almunia.
Una vez identificado el problema, el científico anuncia que se disponen a calibrarlo para intentar atajarlo. «Ahora hay que investigar para ver realmente cómo se puede mitigar y cómo está impactando en los ecosistemas», indicó el científico.
El proyecto, que seguirá desarrollándose al menos hasta 2027, en virtud de un acuerdo por el que el Gobierno regional y la Fundación Loro Parque aportan la financiación al 50 %, se centra en las especies canarias en peligro de extinción. «La mayor parte de ellas son caracoles y artrópodos terrestres, y en el mar; tiburones, el angelote, la mantelina y los cazones».
El seguimiento continuado de estas especies ha desvelado que algunas continúan en situación crítica, mientras que otras están ya fuera de peligro, «con lo cual los esfuerzos se podrán concentrar en aquellas que, en este momento, están en peor estado; fundamentalmente algunas especies endémicas de caracoles terrestres, únicas en el mundo, que solamente están en algún barranco o en algún valle de Canarias, y luego especies de insectos que también están asociadas a distribuciones muy escasas y que, por lo tanto, son muy sensibles a cualquier cambio tanto en la temperatura como en la pluviometría», indicó el coordinador de los proyectos CanBio.
En todo caso, los resultados solo atisban tendencias en una ventana temporal relativamente corta, por lo que el objetivo de los científicos es afianzar la monitorización de estas especies. «Es muy importante tener una gran serie de datos, porque, en ocasiones, sucede que hay un año anómalo, como fue el año pasado, cuando se obtuvieron resultados anómalos en los que parecía que se intensificaban los procesos. Sin embargo, hace falta tener un contexto de unas décadas para poder evaluar correctamente lo que está sucediendo», aclaró.
Respecto a las principales amenazas que se están midiendo, el científico señaló que son el aumento de la temperatura, que implica que algunos ecosistemas tengan que migrar hacia «zonas más altas para encontrar las temperaturas ideales para ellos» y el cambio de régimen de lluvias, cuyo patrón aún se desconoce. «Lo más probable es que haya periodos de lluvia más intensos, pero en general la pluviometría sea menor», sostiene el científico.
Estas mediciones serán la base para arbitrar propuestas de conservación que atenúen el impacto de estos cambios sobre las especies más amenazadas. «Las medidas irían encaminadas, primero, a proteger los lugares donde están las especies en peligro crítico de extinción, o a evaluar dónde estarán en el futuro los lugares óptimos para estas especies, porque puede que no estén en las actuales áreas protegidas, sino que haya que rediseñarlas en función de los cambios que se están encontrando», dijo Almunia sobre un proyecto ambicioso, dada la biodiversidad de un archipiélago como el canario.
El encuentro contó con la presencia del rector de la ULPGC, Lluís Serra, de la viceconsejera de Transición Ecológica, Cambio Climático y Energía del Gobierno de Canarias, Julieta Schallenberg, y de la vicerrectora de la ULL, Marta Domínguez.
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