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Las apariencias engañan, la ciencia, no. A simple vista, podría parecer que Lanzarote es más volcánicamente activa que Gran Canaria. Su paisaje marcado por la impresionante erupción de Timanfaya, que duró seis años y cubrió un 23% de su superficie con lava, ha consolidado esa imagen en la memoria colectiva.
Sin embargo, los datos científicos cuentan una historia distinta: Gran Canaria supera a su vecina oriental en número de erupciones registradas en los últimos 10.000 años.
Así lo ha señalado el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) en una reciente comunicación en redes sociales, en la que pone sobre la mesa una realidad poco conocida para la mayoría, donde se propone desmontar esta percepción popular.
La pregunta lanzada por Involcan en sus perfiles de Facebook e Instagram era directa: ¿cuál de las dos islas, Lanzarote o Gran Canaria, es más volcánicamente activa? La mayoría se decantó por Lanzarote.
En Facebook, un 73% de los participantes eligieron esta isla, mientras que solo un 23% apostó por Gran Canaria. En Instagram, los resultados fueron similares: un 69% frente a un 31%.
La percepción general parece estar influida por la magnitud de la erupción de Timanfaya, ocurrida en Lanzarote entre 1730 y 1736.
Seis años de actividad volcánica ininterrumpida, un volumen de magma emitido de 1,5 kilómetros cúbicos y una colada que cubrió cerca del 23% de la isla explican su potente huella en la memoria colectiva y en el paisaje insular. Pero en ciencia, las apariencias no bastan.
Los datos volcánicos acumulados revelan que, en realidad, Gran Canaria ha registrado 23 erupciones en los últimos 10.000 años, mientras que Lanzarote solo ha tenido 2 en ese mismo periodo. Esta cifra convierte a Gran Canaria en una isla más volcánicamente activa que Lanzarote, al menos desde el punto de vista técnico y estadístico.
En volcanología, se considera que una zona es activa si ha presentado al menos una erupción en los últimos 10 milenios. La última manifestación eruptiva conocida en Gran Canaria data de hace unos 1.970 años, durante el periodo aborigen, en la zona del Pico de Bandama, al noreste de la isla.
Así, aunque Gran Canaria no muestre actualmente signos evidentes de actividad superficial, su historia eruptiva reciente la posiciona por encima de Lanzarote en cuanto a actividad volcánica, según los criterios científicos empleados.
El mensaje de Involcan es claro: la ciencia, y no solo la espectacularidad de ciertos episodios, deben guiar nuestra comprensión sobre la actividad volcánica del archipiélago.
Una realidad que, aunque sorprenda, recuerda que bajo la aparente calma de las islas aún late el corazón geológico que dio forma al archipiélago canario.
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