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La reciente detección de dragones azules en dos playas grancanarias no ha representado un riesgo que justifique el cierre de las zonas de baño, tal y como se ordenó hace poco en Playa del Inglés, en San Bartolomé de Tirajana, y en Los Dos Roques, en Gáldar.
«Solo debería prohibirse el baño en caso de llegadas masivas a las costas», señala el investigador del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
En todo caso, no hay referencias de que esto haya ocurrido en el litoral del archipiélago, ni recientemente ni en el pasado. «Los dragones azules producen un efecto urticante similar al de las medusas. Ninguna playa se cierra por la aparición de una o dos medusas», explica el director del grupo de Biodiversidad y Conservación (Biocon) de Ecoaqua, quien aclara que la presencia de este vistoso y pequeño molusco es habitual en las costas del archipiélago.
4 centímetros es el tamaño máximo del molusco que trae el alisio desde aguas abiertas
«El dragón azul (Glaucus atlanticus) es un molusco del grupo de los nudibranquios -sin concha o de concha reducida- que siempre ha estado en Canarias. Es una especie autóctona, nativa de las aguas del Atlántico. De siempre, en épocas estivales, cuando sopla más el alisio, se han visto llegadas a diferentes costas de Canarias. Es un fenómeno normal», comenta Tuya.
Lo cierto es que hasta ahora la presencia en nuestras playas de este gasterópodo, cuyo tamaño no supera los 4 centímetros, pasaba más desapercibida. «Hace 20 años nadie tenía móvil ni había redes sociales, pero su presencia es algo totalmente normal. De toda la vida se han observado», recalca sobre la inusitada alarma que ha causado la presencia el molusco similar a un dragón en miniatura, de un vibrante color azul y plata.
Tampoco el dragón azul es tan fiero como lo pintan. Ni siquiera todos los ejemplares producen irritaciones al contacto con la piel. «El dragón azul se alimenta de medusas e incorpora a su tejido estructuras urticantes. Si un ejemplar se ha alimentado de medusas, tendrá un componente urticante», indica Tuya.
Por esta razón, lo ideal es actuar en las playas igual que con las medusas, señalizando su presencia para alertar a los bañistas de que, si entran en el agua, deben tener ojo avizor para evitar el improbable contacto con los moluscos.
«Las playas solo se deberían cerrar en caso de que se produzca una llegada masiva con miles de individuos en un corto periodo de tiempo. Ese fenómeno, en Canarias, es bastante improbable», aclara el científico que puntualiza que, en días pasados, los moluscos llegaron a Gran Canaria en bajas cantidades.
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