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Los bosques submarinos de Gran Canaria formados por una macroalga denominada 'Gongolaria abies-marina' han desaparecido en un 99% durante los últimos 40 años, según concluye un estudio liderado por el doctor José Antonio Valdazo Hernández, investigador del grupo Biodiversidad y Conservación del Instituto de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
«Solo quedan poblaciones muy pequeñas en el norte de Gran Canaria y en las zonas más expuestas al oleaje, que sufren menos la presión antrópica, como en Gáldar o en Bañaderos», señala Valdazo, quien aclara que esta macroalga solo está resistiendo en la franja intermareal, es decir, la que queda al descubierto con la marea baja.
«Todas las poblaciones de las áreas submareales –que permanecen sumergidas– han desaparecido», lamenta. Estas algas, dice Valdazo, abundaban en zonas como El Cabrón, Tufia, Pozo Izquierdo o Arinaga, donde apenas quedan. «Alcanzaban grandes profundidades. Ya no», asegura el científico que añade que estas zonas solo perviven en pequeñas grietas y oquedades en la roca, donde encuentran refugio de las temperaturas extremas y de los herbívoros.
La investigación constata la correlación de la desaparición de los bosques de 'Gongolaria abies-marina' y el aumento desmesurado de las olas de calor marinas. «En un experimento, sometimos en las etapas más tempranas de las algas a distintas temperaturas y comprobamos que por encima de los 23º y 24ºC su supervivencia disminuye en un 25%», afirma.
Sin embargo, el aumento de la frecuencia y la intensidad de las olas de calor marinas no es el único causante del drástico retroceso de los bosques submarinos de Gran Canaria.
«Separar cada uno de los causantes es muy difícil», comenta el ecólogo marino que apunta otros desencadenantes del retroceso de las algas como el incremento de las actividades y las construcciones en la costa, los vertidos o la acuicultura, entre otros. «Todo junto conforma un escenario que hace inviable la supervivencia de la especie», afirma el científico acerca de un trabajo que se valió de cartografías históricas de los bosques de macroalgas de Gran Canaria y de testimonios orales para comparar las comunidades vegetales marinas de los años 80 con las actuales.
El científico no es muy optimista respecto al futuro, pero aboga por adoptar medidas urgentes de protección y gestión sostenible a nivel local junto a iniciativas para reintroducir la especie.
«Deberíamos regular los vertidos y la pesca, seleccionar las zonas donde aún resiste la especie y protegerlas y concienciar a la población de la importancia de estos ecosistemas», señala Valdazo sobre las acciones que se podrían activar a nivel local.
«Hay que proteger la especie e intentar recuperarla allí donde la presión antrópica se pueda mitigar. Si no, no tiene sentido volver a introducirla», comenta el estudioso sobre estos valiosos bosques que ofrecen cobijo y alimento a numerosas especies de peces, moluscos e invertebrados, además de absorber C02.
«Si perdemos los bosques perderemos toda esta biodiversidad, su función de secuestro de dióxido de carbono y su efecto directo sobre la mejora de la calidad del agua», lamenta.
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Carmen Delia Aranda
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