Tomás Luis Martín
«Hay más casos de violencia a menores porque atacamos la que no se veía»Tras dos años de existencia el magistrado del Juzgado de Violencia contra la Infancia y la Adolescencia espera que este proyecto piloto «se extienda por toda Canarias»
De recibir 365 denuncias en el primer año de existencia del Juzgado de Violencia contra la Infancia y la Adolescencia, pasaron en el segundo a 607. El juez Tomás Luis Martín explica cómo el sistema judicial logra mejores resultados atendiendo a las víctimas: niñas, niños y adolescentes, no solo en un entorno apropiado, sino a su ritmo, con respeto, dándoles seguridad y escuchando.
-Registraron un incremento de casos del 66,3%. ¿Sabe la causa?
-Nosotros tenemos un panorama privilegiado porque podemos observar todo un partido judicial completo. Si analizamos estos dos años la primera conclusión es que lo que se ha producido es un incremento de la sensibilización no solo de las instituciones del ámbito educativo o sanitario, sino del propio sistema de protección donde el número de denuncias se ha incrementado significativamente e incluso por encima del 25%. ¿Que implica esto? Que esa sensibilización da lugar a una detección precoz, más inmediata. Analizando el testimonio de las víctimas te das cuenta de que no es un hecho aislado. Hay muchos casos en los que se trata de un ataque individualizado en un momento concreto en un lugar exacto, pero otros son hechos que han venido prolongándose a lo largo del tiempo y en este momento salen a la luz por toda esa actividad que se viene desplegando: el papel Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, la colaboración del Instituto de Medicina Legal con el ámbito sanitario... Lo que está ocurriendo es que ya no se mira a otro lado. Los profesionales asumen el problema que profesionalmente implica interponer una denuncia y verse en un proceso penal. Eso cede frente al hecho de que ese acto violento contra este sector de la población no puede tolerarse. E incluso, a nivel de casos concretos también lo vemos en el ámbito social. Tenemos casos de vecinos que han interpuesto denuncias porque han detectado situaciones que intuyen que son de maltrato o porque han visto una situación de exhibicionismo a un menor que anteriormente, quizás por evitar problemas vecinales, se dejaba pasar. Analizando el origen de las denuncias vemos que esa cifra oculta de violencia se va reduciendo. Estamos atacando la prevalencia, lo que no veíamos. No es que haya habido un incremento de la incidencia, de actos en sí.
«A veces se sienten culpables porque han tenido una pequeña participación»
-En la violencia machista es muy difícil que la vecindad denuncie.
-Puede ser que a partir de toda la presencia social que ha tenido el juzgado, la actuación en el ámbito sanitario, determinadas disfunciones en el ámbito del sistema de protección y la presencia de la figura del ministerio fiscal haya generado que en particular en todo este partido judicial poco a poco se haya consolidado esa mayor sensibilización y efectivamente, tenemos numerosas denuncias que interponen vecinos que han presenciado un hecho y asumen verse involucrado en un procedimiento penal como denunciante, como testigo cuando a lo mejor es tu vecino puerta con puerta o una persona que te vas a cruzar en la calle todos los días.
-¿Por qué sigue siendo un «proyecto piloto» cuando ya se ha constatado que funciona?
-El juzgado continúa, en principio, 'sine die', pero formalmente hay que aprobar la continuidad cada año porque pese a que la ley preveía que estos juzgados tendrían que estar ya creados. Lo cierto es que a día de hoy no lo están. No hay un sustento legal para constituir el juzgado como órgano autónomo cuando no hay una figura normativa que lo crea. Por eso tiene está en ese campo de proyecto piloto.
-Parace que no tiene sentido, para la víctima es mucho mejor.
-Si. Es una satisfacción personal y colectiva porque en este proyecto intervienen un montón de profesionales sin los cuales esto no podría funcionar. Esto no es un juzgado de un magistrado. Esa es la energía que nos permite enfrentarnos a al cansancio o el abatimiento emocional de determinados casos que afrontamos. Al ver los resultados del trabajo mantenemos la ilusión de que podemos ir a más, que esto tiene que extenderse. La buena noticia: sabemos que contamos apoyo incondicional del presidente del TSJC y sabemos que su voluntad es que esto tiene que extenderse a toda Canarias. Contamos apoyo incondicional del anterior equipo de Gobierno, que ha marcado un antes y un después porque logramos en cuatro años avanzar una década. Y nos hemos llevado la agradabilísima sorpresa de que sin solicitarlo ya hemos recibido la visita de la consejera de Justicia y el viceconsejero, que también han manifestado su voluntad de que esto tiene que extenderse a toda Canarias. Esto coloca a Canarias en una posición de privilegio en el plano del abordaje a la infancia y la adolescencia, pero siempre es insuficiente. Mientras no logremos extenderlo y consolidar esta figura que ya el propio grupo de investigación ha señalado con datos y análisis científico, que un juzgado como este supone un vuelco en la actividad judicial. Por lo tanto, satisfacción plena en este ámbito corto local y toda la voluntad para lograr que esto se expanda en toda Canarias. Esto no solo es esa sensibilidad en el abordaje de estos casos sino en un método de trabajo. No solo es un espacio físico, sino que cada persona sabe lo que hay que hacer y en qué momento y todo conducente a una justicia no solo más humanizada, más eficiente y que no sea apoyo a la impunidad, sino una justicia que no sea un obstáculo a la sanación de la víctima.
-¿Cómo se consigue?
-Aquí nos tenemos que olvidar de la concepción tradicional del juzgado y de la figura del juez y pensar desde la perspectiva de la víctima, lo que no implica ninguna clase de actuación que pueda vulnerar presunción de inocencia del investigado. Respetamos todas las garantías que corresponden a los investigados, pero también todas las garantías que corresponden a la víctima, y más cuando hablamos de menores. Hay que tener un nivel de exigencia muchísimo mayor porque el impacto en esa persona puede llegar a ser incluso más gravoso que el propio hecho delictivo que se está investigando. Las médicos forenses hacen guardia 365 días al año, con disponibilidad absoluta, y sin cobrar más y han logrado con el ámbito sanitario una auténtica especialización en esta materia. Este modo de trabajo que sirve como paradigma de lo que se debe hacer y sabemos que desde otros lugares de España se observa lo que se hace aquí. Y en cuanto a las diligencias judiciales uno de los elemento que nos preguntamos es en qué medida el nivel de estrés de la víctima va a incidir en su testimonio. Y las medidas que vamos desarrollando van dirigidas a reducir ese nivel de estrés y ansiedad. Todos los niños y niñas que declaran en este juzgado declaran monitorizados por pulseras que permiten saber en todo momento qué nivel de frecuencia cardíaca y de estrés tienen y eso al grupo de investigación le permite observar si lo que nosotros decimos es cierto o no. Y los datos dicen que estamos en la vía correcta.
-Aquí no se cuenta el «tiempo».
-Aquí entra factor humano. Para desarrollar todo el trabajo que se hace aquí necesitas contar con una plantilla como la que cuenta el Juzgado, con una letrada, un fiscal especialista que saben que cuando señalamos declaraciones de víctimas menores de edad no sabemos cuándo vamos a salir. Eso supone muchos problemas que se resuelven a base de sacrificio. No hay retribución adicional, ni tenemos un refuerzo de personal, y seguimos siendo un juzgado de instrucción con nuestros robos, nuestras drogas, nuestros hurtos, nuestros delitos leves.... O tienes a ese factor humano o difícilmente sacamos esto adelante. Es cierto que estamos liberados de una parte de carga de trabajo para compensar el volumen que nos entra, pero seguimos siendo un juzgado de instrucción. Somos dos juzgados en uno hasta que no se creen por ley.
-¿Por qué no se desarrolla esa ley?
-El plazo era de un año, y venció hace más de un año. La pregunta es qué representa la infancia para la sociedad en general. Qué nivel de tolerancia de la violencia hacia la infancia y adolescencia es y era admisible. Que llegue a afirmarse que a una víctima de delito sexual grave no se le puede abordar terapéuticamente hasta que no declare en el juzgado porque puede afectar a su testimonio es anteponer el proceso penal a la dignidad humana. Esa pericial puede tardar más de un año, en ese plazo las consecuencias pueden ser gravísimas. Pero consideramos que la pena es lo relevante. Es la cultura de la pena. Eso es lo que trata de romper el juzgado. Lo primero es la persona y luego el proceso dentro de sus plazos. Reclamamos y pedimos más medios humanos, más recursos materiales. No podemos introducir automatismos.
-¿Qué dicen los datos analizados «científicamente» sobre el juzgado?
-Una de las cosas que hemos descubierto es que se le da jurídicamente mucho valor a la primera declaración de la víctima pero , en muchas ocasiones, no es más que una llamada de alerta. Cuando a la víctima le das un trato respetuoso, un buen trato como dice la ley, que respeta su dignidad y sus necesidades nos hemos encontrado una segunda versión o con una tercera. Jurídicamente entraríamos en una crisis de credibilidad, eso es lo que se sostiene hasta ahora, y, sin embargo cuando llegamos a la prueba preconstituida encontramos por fin la revelación. Cuando la víctima ha encontrado un sistema que ve que la atiende, protege, que la escucha, que la respeta. ¿Y cómo podemos afirmar que esa tercera o cuarta declaración es la buena? No nos preguntamos en qué condiciones presta declaración una víctima de un hecho grave por primera vez. En qué situación está para darle tanta relevancia. Nosotros nos hemos encontrado con hechos que inicialmente eran una señal de alarma y admitían una calificación de leves pasan a hechos gravísimos en una última declaración que ha venido después corroborada o por ADN o por prueba tecnológica y que han confirmado que esa declaración era real y que hasta entonces la víctima lo único que estaba haciendo era una llamada de alarma para sentirse protegida pero sin contar la historia porque puede ser doloroso. Para sacar eso necesitas crear el entorno adecuado para que quiera volver a rememorar y contarle a un extraño como yo algo que a lo mejor te viene ocurriendo hace tres años y tienes 8 y que en ocasiones puede ser actos ejecutados por un familiar. Entendemos muy poco la ambivalencia de la víctima. Una menor agredida sexualmente por un familiar tiene que tener un testimonio firme y contundente que trasmita rechazo y demás, pero son niños o niñas. No es tan sencillo. Por una parte porque en ocasiones ocurren episodios en los que ni la propia víctima es consciente de que lo que está ocurriendo está mal. Después viene el momento en el que es consciente de que no está bien. Pero hay ambivalencia. A veces a por el grado de madurez sí hay un rechazo madurez sabe que no solo le han hecho algo sino que ha empezado a ver los efectos que ese hecho le esta produciendo como trastorno sueño, de la alimentación, dificultades sociales, falta de control de impulso problemas académicos... Pero en otras ocasiones dificultad muy ambivalente. La jurisprudencia tradicional habría puesto en duda y una víctima con profundo sentido de ambivalencia no dejaba de ser su padre.
-¿Es más difícil tratar a una víctima adolescente que a niños?
-Hemos tenido la suerte de no tener ninguna víctima renuente, que se niegue a declarar. Es cierto que algunos precisan de mayor tiempo de dedicación y actividades previas, especialmente infancia y adolescentes del sistema de protección. Tienen desarrollados ya mecanismos de defensa y en ocasiones se sienten culpables de lo que ha ocurrido porque han tenido una pequeña participación, por ejemplo han salido de fiesta o se han fugado del centro o son captadas sin darse cuenta, además de la desconfianza en sí del sistema si son de larga institucionalización. Niñas con mucho tiempo en centros de menores y hay muchas personas que saben que son fácilmente tentables al dinero fácil o ser embaucadas para colocarlas en situaciones donde ta después están literalmente atrapadas. Y otras víctimas que son particularmente complejas a la hora de abordarlas porque siempre está sensación de culpa las víctimas de delitos a partir del uso de las tecnologías donde llegan a estar niños y niñas, adolescentes varones y mujeres, enamoradas de la persona con la que contacta incluso conociendo que es mayor de edad pero el o ella es capaz de hacerle sentir especiales y el que participen a la hora de pedirle el móvil a la víctima para hacer un volcado saben que previo al inicio delictivo hay todo un proceso de captamiento de la víctima de la que se siente que ha participado. Siente culpa o vergüenza, esta parte la han hecho voluntariamente hasta que llegan las amenazas.