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Hace dos semanas que las primeras aulas abrieron de nuevo para recibir al alumnado de las islas tras seis meses cerradas. El alumnado de Infantil y Primaria fue el primero en incorporarse, le siguió el estudiantado de Secundaria y Bachillerato, además de Formación Profesional. Y esta semana han empezado los universitarios. Los centros se han tenido que adaptar a la situación marcada por el covid. Las tres palabras que más se repetían en ese inicio entre el profesorado y las familias eran 'miedo, incertidumbre e ilusión'. 15 días después ya se habla de una «normalidad» dentro de lo anormal que es este curso académico en el que las mochilas han cedido el protagonismo a las mascarillas. ¿Qué balance se puede hacer de estas dos semanas de clase y del arranque del curso? La respuesta depende de quien responda a la pregunta.
Manuela Armas, la consejera canaria de Educación, se siente «satisfecha» de cómo va. Aunque varios centros se han visto afectados por algún contagio, la cifra es insignificante con respecto al número de colegios e institutos y al número de estudiantes. Menos de una treintena de clases están cerradas, y solo 67 centros cuentan con algún positivo, casos que no llegan al centenar.
Los sindicatos mayoritarios del sector, CC OO, ANPE y STEC, lamentan la improvisación y cambios en los protocolos. Critican los nombramientos trimestrales del nuevo profesorado y mantienen la reclamación de bajar las ratios. Gracias al esfuerzo de los docentes, coinciden, ha podido comenzar el curso.
Las familias, por su parte, ahora temen que la comunidad educativa se «relaje» ante el virus en medio de esta aparente normalidad que se vive en los centros.
Lo cierto es que, aunque una treintena de centros no pudo abrir el 15 de septiembre por obras o retrasos en la limpieza, esta semana ya estaban todos funcionando, según Educación-. El absentismo escolar ha sido igualmente poco relevante, y en lo que va de cribado de las aulas 'burbuja' -terminado en Arrecife y aún por concluir en Las Palmas de Gran Canaria, se ha detectado menos de una decena de infecciones.
Pero esa baja incidencia no puede esconder que a los centros les hacía falta algo más de tiempo para prepararse, tal y como pedía la Plataforma de directores y directoras. Muchos han pedido a las familias, junto a los folios y rotularores, toallitas y geles hidroalcohólicos porque no tenían en el colegio, según denunció la Federación Insular de Ampas de Gran Canaria Galdós. Los centros han costeado con sus remanentes la adaptación a las medidas de seguridad contra el covid, pero buena parte de los colegios no disponía de recursos.
«La gran profesionalidad de nuestros docentes y del resto del personal está logrando a trancas y barrancas que lo que esperábamos fuera un desastre se está llevando por cauces medianamente normales dentro de esta anormalidad», asegura José Ramón Barroso, responsable de la Federación de Enseñanza de CC OO Canarias. «Pero es el esfuerzo personal de docentes y no docentes», abunda, «podría hablarse de una tensa normalidad o una calma tensa» en estos momentos.
Parte del alumnado de Secundaria y Bachillerato se ha encontrado con la sorpresa de que no iban a ir todos los días a clase, sino que compaginaría la enseñanza presencial con la telemática. Muchos centros han convertido en aulas espacios como los gimnasios o las bibliotecas. Otros han impuesto el turno de tarde ante la imposibilidad de contar con más espacio.
También se han mezclado a alumnos de distintas edades. Así lo denunciaban las familias del colegio público de Teror, en Gran Canaria. Los centros han pedido profesorado, pero no todos han logrado el número requerido.
Precisamente el llamado «profesorado covid» centra una de las quejas de los sindicatos, que hablan incluso de «conculcación de derechos» por la forma en la que se han ampliado las listas de empleo. Emilio Armas, del STEC, señala que es «inaceptable que profesorado que es nombrado para desempeñar la misma labor que el resto de docentes que han sido nombrados a curso completo, se vean con nombramientos trimestrales. Algo que, sin duda precariza el empleo y la calidad de la enseñanza». Y en cuanto a la ampliación de listas explica que ya se previno a la Consejería de que «saltarse» los procedimientos establecidos en la normativa vigente podría acarrear problemas «y así ha sido, pero lo que no nos podíamos imaginar era que dichos problemas fueran de tal calibre que supusieran que ahora mismo decenas de docentes estén siendo cesados tras haber empezado a trabajar porque si titulación no se corresponde con la especialidad para la que fueron nombrados». Ahora, abunda, «muchos han dejado otro empleo para venirse a educación, pero se ven sin uno ni otro por culpa de las improvisaciones de la Consejería».
«La Administración sigue dando bandazos», advierte Barroso. El inicio de curso «no tenía que haberse producido en todos los centros a la vez porque no todos estaban en las mismas condiciones para hacerlo. Desde ANPE Canarias hemos defendido en todo momento que la decisión de abrir los centros debían tomarla los claustros y los equipos directivos, porque son estos quienes conocen la realidad, pero la Consejería desoyó nuestras reclamaciones», señala Pedro Crespo (ANPE).
En la universidad los problemas son otros. El curso ha arrancado con buena parte del estudiantado en casa, pero durante los dos primeros días el campus virtual falló. «Las circunstancias son las que mandan. Tenemos que reinventarnos. El curso se inició con la mayor alegría por parte de los que componemos la universidad. Pero la plataforma generó dificultades. Hoy ya funciona al 100%. Estamos en estas condiciones, pues en estas tenemos que salir adelante. Nos encantaría estar en el 100% de presencialidad, y ojalá pueda ser o antes posible», asegura el vicerrector de Estudiantes de la ULPGC, Antonio Ramos Gordillo.
«El comienzo del curso 2020-2021 ha sido caótico, como todos los comienzos de curso, pero esta vez originado por el fallo informático del campus virtual. Afortunadamente, a medida que pasan los días se están realizando los ajustes necesarios y disminuyendo las incidencias. Esperamos que la próxima semana ya funcione todo correctamente», dice la presidenta del Consejo de Estudiantes de la ULPGC, Ada Santana.
Tras dos semanas de clase, la rutina del día a día se abre paso en los centros. Pero las familias piden no bajar la guardia. «Ahora nos asombramos de la tranquilidad que reina en los centros. la incidencia del virus es baja. Esto ha hecho que nos estemos empezando a relajar. Hay centros que ya no tienen esa prisa por implantar las medidas que aún no tenían. Como si la pandemia hubiera pasado», lamenta Sergio de la Fe Melián, presidente de las ampas Galdós. De la Fe también cree necesario que se ponga en marcha un «servicio de supervisión» para constatar que se cumplen las medidas y que los protocolos, que han adaptado los propios centros, sean validados.
«Es necesario conocer cuál es la política educativa de la actual administración a medio y a largo plazo. Y esta política educativa, ha de quedar proyectada en Órdenes y Decretos. Borradores de Órdenes y Decretos», señala el Consejo Escolar de Canarias,desde el que se lamenta que no se le ha pedido «informe prescriptivo desde hace más de un año».
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