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Los gatos han aprovechado el vacío provocado por la cuarentena y han tomado Taliarte. Se trata de una invasión en toda regla que se ha consolidado por culpa de quienes se dedican a alimentarlos diariamente. «Están cebados y acomodados. Se les da de comer como si no hubiera un mañana», explica una de las vecinas afectadas. Porque el problema no es la presencia de estos animales, que resultan inofensivos y no molestan ni a locales ni a foráneos. La cuestión es que esta sobrealimentación provoca vómitos y un exceso de excrementos por parte de los felinos que ensucia las zonas donde juegan niños y acuden familias. El mal olor llega a ser insoportable.
Los habitantes del lugar, hartos de la situación, se dedican a hacer fotos de las heces y los fluidos, así como de los mismos gatos, tratando de que las instituciones competentes tomen medidas en el asunto. «Encima, cada vez hay más ratones y ratas. Antes, estos gatos las cazaban, pero ahora han dejado de hacerlo porque tienen la comida lista cada día», amplía una de las vecinas. Los animales hasta tienen controlado el horario. Sobre las 19.30 horas, de manera ininterrumpida, los envases con agua y comida vuelven a estar llenos gracias a la labor de unas personas que, queriendo mimar a estos gatos asilvestrados, prestan un flaco favor de manera inconsciente al propio ecosistema del lugar.
«Los gatos se han acomodado a esta zona y tanto el paseo como las rocas donde la gente se tumba a coger sol está lleno de caca», relata otra joven del barrio. «Y encima no sabemos si están vacunados o castrados. Pueden ser un peligro», amplía. Piden que, al menos, se intensifique la limpieza de una de las zonas más turísticas de la ciudad y que el Consistorio establezca un cierto control sobre los animales. «Los gatos se han apoderado de la playa y es una pena porque este lugar es un destino muy común para visitantes de toda la isla», culmina esta teldense, preocupada porque Taliarte pierda su encanto por culpa de esta invasión felina.
La proliferación de gatos y roedores supone un quebradero de cabeza más y una nueva queja que sumar a la indignación de unos vecinos que llevan años denunciando el lamentable estado de algunas zonas de Taliarte. Este periódico recogió a finales del año pasado la sensación de desamparo que experimentan los habitantes por parte de las instituciones al no contar esta cala con un servicio de limpieza digno. Son los propios vecinos quienes se dedican a recoger la basura al tiempo que lamentan la falta de contenedores y el abandono de la escollera. No en vano, a mediados de 2019, y tras contactar con el Ayuntamiento, realizaron un escrito dirigido al Cabildo con 50 firmas pidiendo soluciones y unos servicios públicos que aún no han llegado.
En la misiva se recogió la preocupación por las «nefastas condiciones higiénicas y de salud» que posee la zona de rocas acondicionadas para el baño. En la escollera del muelle, por ejemplo, hay un cartel que prohibe el paso, pero ninguna barrera que frene el acceso a los bañistas y pescadores de caña, quienes a diario traspasan esa zona haciendo caso omiso a la advertencia y arrojan botellas, envases, colillas, refrescos y comida enlatada sin que nadie lo remedie.
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