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El acoso y el  desamor llevan a Alicia a vivir en un banco de madera

El acoso y el desamor llevan a Alicia a vivir en un banco de madera

Conflictos familiares y sentimentales han llevado a Alicia a perder uno tras otro sus trabajos, a verse sin vivienda y a convertir el merendero de la playa de Melenara en su casa

Jueves, 1 de enero 1970

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Blanca E. Oliver / Telde

Alicia lleva 31 días pasando sus días en el merendero de la playa de Melenara, donde duerme bajo una de las mesas de madera, al lado de los dos bolsos en los que guarda todas sus pertenencias.

Se asea en el balneario, come gracias a la generosidad de los dueños de un restaurante de la zona y mantiene su ropa limpia porque una amiga, también llamada Alicia, le cuida y le hace la colada. «Los vecinos me tratan bien. No causo problemas».

Hasta hace poco, veía los días pasar escribiendo un libro, pero le robaron uno de sus bolsos y, con él, se llevaron su bolígrafo, su libreta y los currículum en los que consta su vida laboral.

Y es que antes de que comenzaran sus problemas, desempeñó distintos trabajos bien remunerados. «Tengo casi 30 años de experiencia, aunque cotizados sólo constan 17», afirma.

Según relata, su declive comenzó hace unos tres años, cuando fue víctima de acoso por parte de una mujer de cierto poder, que consiguió que le despidieran de un empleo tras otro.

Finalmente, optó por trabajar como autónoma con un puesto en el rastro de San Fernando de Maspalomas.

«Me ganaba bien la vida. Vivía en casa de mi familia, pero surgieron conflictos con mi madre y me vi en la calle», recuerda. «Ya he tenido tres juicios por ese asunto y queda por celebrarse un cuarto. Quiero recuperar el piso que es mío pero, mientras tanto, me arreglo como puedo».

Alicia asegura que en estos años sin techo ha recorrido todos los centros de acogida y de rehabilitación que hay en la isla y que, ahora, está pendiente de ingresar durante nueve meses en Proyecto Hombre.

«Mi primera experiencia fue en Proyecto Esperanza, donde llegué por amistades, para huir de aquel acoso y no por tener alguna adicción», recuerda. «Allí conocí a la que, cuando salí, fue mi pareja durante 11 años».

Cuando rompió esa relación con su compañera, sí cayó en las redes del alcohol y volvió a Proyecto Esperanza, esta vez por su adicción. «Allí entré en contacto con dos personas maravillosas que me están ayudando mucho: Luz Marina y Alicia Acosta. Mantengo el tipo por ellas».

Hace cinco meses, su última relación sentimental también terminó mal y ahora está conociendo a una nueva persona, que ha vuelto a darle esperanza.

Recurso alojativo. El pasado jueves, fue desalojada del merendero por agentes de la Policía Local y técnicos de la Concejalía de Servicios Sociales.

Alicia afirma que le llevaron a casa de una amiga con todos los bártulos y se fueron, pero Alicia ha preferido regresar al merendero, para no ser una carga.

Fuentes del Ayuntamiento informaron ayer que Servicios Sociales tiene prácticamente localizado un alojamiento para Alicia pero que la asignación no es inmediata y, por ese motivo, se optó por darle una solución provisional que, efectivamente, fue trasladarle al domicilio de una amiga, para que no pasara las noches en la playa.

Así las cosas, Alicia aspira a conseguir un trabajo o a entrar en Proyecto Hombre y, mientras espera que se concrete alguna solución, sigue viviendo en el merendero.

Trabajo y estudio. Alicia, con sólo 7 años, acompañaba a su padre a los mercadillos, donde vendía loza, herramientas, juguetes... Tiempo después, a los 16, encontró su primer empleo en el sector de la hostelería. A partir de ese momento, según señala, nunca ha dejado de trabajar y de formarse. Hoy, a pesar de verse sin ingresos y sin techo, mantiene sus ansias de aprender. «Soy una mujer preparada y sé que eso me servirá para salir adelante».

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