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Incertidumbre en Arinaga por los casos de coronavirus

Incertidumbre en Arinaga por los casos de coronavirus

Tranquilidad aparente en el pueblo costero aunque el tema de conversación protagonista en todas las tertulias es el coronavirus. Los mayores se muestran más preocupados, mientras que la juventud disfruta de una jornada primaveral.

Jueves, 1 de enero 1970

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Mientras la colonia de italianos residente en Arinaga está pendiente de las noticias que le llegan desde su país, los «de toda la vida del pueblo no sabemos ya ni qué pensar», reconocía uno de los tantos tertulianos que se reúnen cada tarde en la avenida de la playa.

Eran tres pero con el paso de los minutos se les fueron sumando más elementos hasta formar un importante grupo de opinión mientras aprovechaban los últimos y energizantes rayos de sol del día.

«Yo le digo una cosa a usted, esto del coronavirus no es una tontería y hay que tenerle respeto, sobre todo nosotros que somos ya mayores y, por lo tanto, más vulnerables», comentaba el cacereño Joaquín Méndez que a sus 73 años disfruta desde hace dos décadas de su vida en este rincón del sureste grancanario. «Esto puede ir a más y lo peligroso es para nosotros que somos más vulnerables y de eso no cabe la menor duda».

«Ahora tienen que mirar con quiénes del pueblo se cruzaron las chicas que están contagiadas, aunque las autoridades han estado trabajando bien y seguro que ya han hecho controles. También será importante que los que se encuentren con síntomas, avisen rápido para no contagiar a otros», disertaba Jerónimo Rodríguez, de 76 años de edad.

Ellos se mezclaban muchos turistas que cogían sol en las tarimas que hay en la costa, con vecinos que practicaban deporte y otros tanto que paseaban aprovechando una tarde verdaderamente primaveral. «Aquí estamos hablando de esto pero la vida sigue y, como verás, el pueblo tiene su vida propia. La gente no deja de hacer sus cosas y tiene que ser así, aunque desgraciadamente este virus se está propagando a ritmos forzados y cada vez hay más contagios con mucha rapidez», manifestaba Antonio Pérez, de 79 años, también extremeño de nacimiento pero agüimense de adopción.

Mientras este sanedrín de veteranos disertaba sobre el coronavirus, otros vecinos del pueblo aprovechaban la tarde para seguir con sus quehaceres diarios: «He estado mirando las páginas webs para informarme de lo que pasa en el pueblo, pero por mucho que uno esté pendiente, la vida sigue y no podemos obsesionarnos», comentó Carla Santana. Ella se disponía a tomar «un poco de sol porque estos rayos y un buen baño, es el mejor antídoto para cualquier virus», exclamaba sonriente esta vecina de Zoco Negro.

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