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«Que alguien nos eche una mano»

«Que alguien nos eche una mano»

Los vecinos del edificio incendiado en Jinámar el 31 de agosto siguen sin luz a pesar de que la reparación del cuarto de contadores en el que comenzó el fuego culminó hace un mes. Exigen una solución urgente para las 47 viviendas afectadas.

Viernes, 10 de julio 2020, 03:12

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El 31 de agosto pasado el bloque número 8 de la tercera fase del Valle de Jinámar sufrió un incendio en el cuarto de contadores que dejó sin suministro eléctrico a las 47 viviendas que se reparten en sus 11 plantas. El incidente obligó a muchos vecinos a trasladarse a casas de familiares y a buscar una residencia provisional de alquiler mientras se acometían las reparaciones pertinentes. Pero aquellos que carecían de apoyo familiar o de recursos para buscar otro alojamiento permanecieron en sus casas sin disponer de ascensor y de electrodomésticos tan básicos como la nevera o la lavadora.

Casi cinco meses después la situación en este inmueble del municipio capitalino no ha variado a pesar de que se han acometido las reparaciones necesarias y los vecinos expresan su hartazgo. «Que alguien nos eche una mano y que lo hagan urgente porque esto es una prioridad», reclama Jenny Esteban, una de las afectadas.

Señala que tras el incendio hubo problemas con la aseguradora y la reparación del cuarto de contadores no se inició hasta el 28 de octubre, dos meses después de que ocurriera. Además, dice que ayer mismo se cumplió un mes desde que se culminó esa obra pero siguen «sin conexión». «Están esperando a que Endesa venga a colocar una caja», apunta quien comparte con sus vecinos el cansancio de vivir en unas condiciones impropias del siglo XXI. «Cómo en el 2020 y estando en la Unión Europea se puede tener a personas así», plantea.

Critica la falta de respuesta del Ayuntamiento capitalino y no duda en señalar que «esto pasa porque es Jinámar». Añade que en su caso no tiene familia en la isla y que son solo ella y su marido «porque mi hija vive en Murcia». Asegura que ha sobrellevado la situación como ha podido gracias a la ayuda «de mi comadre», que reside frente a su edificio, pues «voy a su casa a lavar y planchar».

Lo de la comida es cosa aparte porque «compramos para el día» al no poder disponer de nevera. Este hecho, como indica Orlando Ramos, otro propietario afectado, supone un desembolso importante «ya que al mes te gastas más de 300 euros». Además, para este vecino el no disponer de ascensor es una dificultad de consideración porque vive en un sexto piso y «mi hijo de 17 años tiene azúcar y le dan ataques», y cuando esto pasa bajarlo por las escaleras no resulta tarea fácil.

Julia Ramírez también reside en el inmueble y afirma que «la situación se ha alargado demasiado y bien nos hemos portado, pero todo tiene un límite». En su caso, la vivienda de su hija ha sido su alojamiento estos meses pero hace poco decidió regresar a su casa, al igual que otros vecinos, confiada en que volverían a terne suministro eléctrico en breve. «Pero de momento tengo que llevar la ropa a la lavandería y voy a casa de mi hija a comer y a cargar el móvil», señala.

Asimismo expone que aunque vive en el segundo piso el no tener ascensor le supone un gran trastorno porque tiene problemas de rodillas. «Las escaleras me matan», indica.

Orlando comenta que algunos residentes, como él mismo, han preferido quedarse en casa en lugar de ir a la de su madre o de su suegra -que también viven en la zona- aunque eso le suponga tener que lavar a mano por el miedo a que alguien pudiese entrar en su vivienda y okuparla. «No puedes dejar la casa sola por si te mete alguien», afirma. Precisamente por eso, los vecinos han tenido que instalar «una puerta antiokupas» en el portal del edifico para evitar que entraran personas ajenas al mismo ya que muchas casas quedaron vacías, sobre todo las de personas mayores que no han regresado ya que el ascensor no está operativo.

Jenny no se explica que el Ayuntamiento, con el alcalde a la cabeza, no haya tomado cartas en el asunto y haya exigido a Endesa el restablecimiento inmediato del suministro en un edifico en el que «viven niños». Lamenta que «no se den cuenta de lo que estamos pasando» y dice que a nivel particular estos meses le han pasado factura incluso en su estado anímico.

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