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304 cabinas resisten en la ciudad

304 cabinas resisten en la ciudad

Las Palmas de Gran Canaria todavía cuenta con muchos teléfonos públicos en sus calles, ya más convertidos en mobiliario urbano que en servicio al ciudadano. La media de llamadas es de dos semanales.

David Ojeda y Las Palmas de Gran Canaria.

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay generaciones enteras que nunca han utilizado una cabina de teléfonos. Aunque estas continúen siendo parte del paisaje urbano de la ciudad. Las Palmas de Gran Canaria todavía alberga 304 cabinas telefónicas, prácticamente inutilizadas aunque todavía haya quien meta en la mano en la ranura de la devolución del dinero a ver si rasca alguna moneda.

Las cabinas fueron un elemento vertebrador del Estado. Su presencia en las calles permitía a todo el mundo, incluso muchos años después de la llegada de los teléfonos a las casas, comunicar con cualquier parte. Muchos amoríos adolescentes se concibieron bajo sus puertas de laminas. También llamadas tribales a las emisoras de radio, en las que se establecían contactos antes del Facebook. O del Tinder.

Según los datos de Teléfonica, Las Palmas de Gran Canaria siempre estuvo entre las siete ciudades de España que más cabinas tenía en sus calles. Madrid capital, Barcelona, Valencia, Málaga Cádiz y Santa Cruz de Tenerife se sumaban al escalafón. Hoy ya el dato no está tan controlado, debido fundamentalmente al desuso que padecen.

En la actualidad las calles de la ciudad tienen clavadas sobre sus aceras 304 cabinas de teléfonos. Hace solo dos años, en 2017, quedaban aún 328. Como significan desde la compañía, «a día de hoy hay un total de 15.450 en la vía pública en todo el territorio nacional. Tiene que haber como mínimo un teléfono público en cada municipio de 1.000 o más habitantes, a los que se suma uno más por cada 3.000».

Hoy no existe tan siquiera Telefónica Telecomunicaciones Públicas, que era la empresa filial que controlaba y gestionaba directamente los teléfonos públicos. Lo que hace más complejo el seguimiento.

Las cabinas debían desaparecer de las calles antes de que concluyera 2018, sin embargo el Gobierno acabó concediendo una prórroga al servicio. Sin embargo, sus días están contados. La Comisión Nacional para los Mercados y de la Competencia insiste en que el servicio debe ser erradico, señalando la «necesidad de suprimir este servicio como elemento perteneciente al ámbito del servicio universal, al haberse constatado el progresivo abandono de su uso, en términos de tráfico de llamadas, de ingresos y de distribución territorial de su uso». No obstante, desde la empresa desconocen cuando llegara la estocada final.

Desuso.

Las cabinas se han convertido en testigas mudas de la vida en las calles. Apenas tienen uso y lo demuestra que la media es de 0,37 llamadas al día. Hasta el mes de octubre el dato era un poco más elevado, con 0,56 llamadas diarias.

Detrás quedan muchas historias. Un servicio que siempre intentó imponerse al paso del tiempo y a las innovaciones en comunicación. Como cuando incorporaron el servicio de mensajes SMS, que se llevó por delante muchos dedos intentando escribir sobre las duras teclas de su panel central.

Incluso algunos usuarios en las redes sociales denunciaron recientemente su presencia en las zonas turísticas, como la playa de Las Canteras, exigiendo su retirada de las calles ya que la degradación que tienen por la falta de utilización afea el paisaje.

Por lo pronto seguirán en las calles, pero ya totalmente arrinconadas. Víctimas de la vida que pasa por la pantalla de los smartphones, un cambio radical en la forma de interactuar que acabó por convertirlas en elementos prescindibles de la vida de los ciudadanos. También, por supuesto, en Las Palmas de Gran Canaria.

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