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Historia ganadera del oeste grancanario

Historia ganadera del oeste grancanario

El cronista oficial de La Aldea, Francisco Suárez Moreno, ha dado a luz a uno de los trabajos de investigación etnográfica y sociología rural más completos de la isla, describiendo tierras de gañanías, pastoreos, cabras y vacas del siglo XV al XX

Gabriel Súarez y La Aldea

Jueves, 16 de julio 2020, 18:44

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En laderas y alturas de montaña los pastores de cabras, con su perro, garrote y zurrón, fueron conocedores de un mundo de saberes, en el marco geográfico extraordinario de los riscos, donde se dibujan solapones y cejos, poyatas y andenes, degolladas, lomas y lomitos. Y abajo, el mar por un lado y los espacios fértiles por otro, donde se criaba un ganado de corral o estabulado como el vacuno, tan importante que fue obligatoria la cría de una yunta de vacas en cada finca de la Hacienda Aldea de San Nicolás». Así comienza, a modo introductorio, el libro Historia y tradición ganadera en el oeste de Gran Canaria, publicado por Mercurio Editorial y escrito por Francisco Suárez Moreno, cronista oficial de La Aldea.

El trabajo se presentó en las 17ª Jornadas Patrimonio y Escuela, que organiza el Proyecto Comunitario con la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, el pasado 4 de mayo. El volumen, impreso a todo color, consta de 180 páginas y recoge en cinco capítulos la historia, cultura y etnografía del pastoreo y ganadería de esta comarca, desde los primeros años de la colonización europea con nexos de la cultura pastoril aborigen (siglos XV y XVI) hasta 1975.

La obra se muestra profusamente ilustrada con imágenes históricas; con mapas tanto de los grandes cortijos históricos de esta comarca cuya propiedad arranca en las medidas desamortizadoras del Estado, de mediados del siglo XIX, en los cuales se ha llevado a cabo la mayor parte de la actividad ganadera extensiva, como de los principales corrales y gañanías además de las rutas de trashumancia o cañadas de paso tanto interiores como las que enlazaban con el interior de la isla.

En la parte etnohistórica Suárez recoge, un extenso acopio de datos relativos a la cultural pastoril tales como los espacios, útiles diversos, la vivienda, abrevaderos, cañadas de paso, la veterinaria tradicional, el uso del garrote, las marcas y señas de propiedad del ganado con dibujos y esquemas explicativos de cada pastor, la nomenclatura de los animales por su color y pelambre y otras prácticas como, entre otras, las comunicaciones a distancias con hogueras y silbos.

También dedica un apartado al léxico y toponimia pastoril con localización en mapas o en imágenes de cada uno de los puntos geográficos de una comarca con tanta tradición pastoril tanto de cabras como de vacas con un producto pecuario de carnes, leche y quesos que se comercializaba tanto por Gran Canaria como por Tenerife cuando las comunicaciones por mar eran fluidas a bordos de veleros.

Curiosidades. El autor emplea a lo largo de los distintos capítulos unos anexos con información diferenciada e ilustrada sobre aspectos curiosos del sector que dan a la obra un lustre muy didáctico. También incluye en un anexo documental diferenciado al final de la obra, una serie temas como un resumen de la historia del Servicio de Extensión Agraria, que experimenta hacia 1980 un novedoso Núcleo de Control Lechero con selección de cabras, artículos históricos de prensa y trabajos de investigación de escolares de la zona sobre el sector en un afán de difundir metodologías activas que este autor promocionó a lo largo de su dilatada labor docente.

«Los contenidos de esta obra se fundamentan en diversas fuentes escritas inéditas de archivos, orales, iconográficas... de largos años de investigación», expresa Suárez, añadiendo, que aparte el rigor científico de su temario, «conforma un ilustrado libro de barniz didáctico que lo hacen comprensible a todos los públicos». Si algo destaca son «las marcas de las orejas o los nombres de las cabras por su color y pelambre», algo característico de los antiguos pastores.

«El ganado caprino, tanto estabulado como extensivo, fue el más importante, cuya leche y queso constituía un alimento básico y su carne, tan escasa a lo largo del año, no faltaba en las recetas culinarias de los días de fiesta», apunta Suárez Moreno en su magnífico trabajo.

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