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Rebelión en el centro de mayores

Los usuarios de Puerto del Rosario se manifiestan para reclamar la mejora del servicio de limpieza, un botiquín sanitario y un recepcionista para prevenir hurtos. También quieren que se reparen los ascensores

Viernes, 31 de enero 2020, 14:01

El corte de electricidad por falta de pago de la semana pasada en el centro de mayores de la capital fue solo la gota que colmó el vaso, tras años sufriendo los despropósitos de una situación de deficiencias a casi todos los niveles. Pero este viernes, hartos de que las cosas nunca cambien a mejor, varios centenares de usuarios del centro de mayores de Puerto del Rosario decidieron lanzarse a las calles para manifestarse en un recorrido desde dichas dependencias hasta el Ayuntamiento capitalino y, posteriormente, hasta las mismas puertas del Cabildo de Fuerteventura, donde se estaba celebrando un pleno insular.

En ambas instituciones, tanto el alcalde de Puerto del Rosario, Juan Jiménez, como el presidente de la primera institución majorera, Blas Acosta, tuvieron la deferencia de atenderles durante unos minutos para escuchar sus demandas. Ambos se comprometieron ante los mayores a hacer todo lo que esté en sus manos en pro de la búsqueda de soluciones para los problemas que presenta el centro.

Entre sus demandas, el colectivo de mayores destacó un total de cinco que calificaron como «urgentes y prioritarias». En primer lugar, se refirieron a la necesidad de mejorar «la sanidad y la limpieza», que es «un asunto primordial», según señalaron. En segundo lugar, a la reparación y puesta en funcionamiento de los ascensores, que son «imprescindibles» para acceder a las diferentes actividades que se imparten en la segunda planta del edificio: «Nosotros no somos personas de 20 años ni de 30, somos personas mayores, de más de 60 años, y hay muchas personas incapacitadas y en silla de ruedas, con andadores o con muletas, que no pueden subir y bajar las escaleras para asistir a las clases». En tercer lugar, la mejora del servicio de limpieza, ya que «hay una limpiadora que lleva muchos años de baja y no se ha cubierto esa plaza». En cuarto lugar, se quejan de que se han producido hurtos porque en el centro de mayores «puede entrar cualquiera y llevarse un instrumento de los tocadores», ya que «no hay recepcionista». En quinto y último lugar, aunque no menos importante que las demandas anteriores, los usuarios reclaman «un simple botiquín», puesto que en el centro «no hay ni una gasa, ni una botella de agua oxigenada o de alcohol».

Los usuarios, conscientes de que los fondos económicos para mantener el centro de mayores en buenas condiciones proceden en su mayor parte de las arcas del Gobierno de Canarias, solicitaron tanto al alcalde capitalino como al presidente insular que presionen al Ejecutivo regional para que cumpla con los mayores de Puerto del Rosario. «Este es el centro de la capital de la isla y es una vergüenza. Cualquier centro de cualquier pueblo de la isla está mejor que este veinte veces y no lo vamos a seguir permitiendo. El corte de luz fue lo que nos llenó el vaso y nos animó a salir y comenzar a luchar por el centro», explicó Ángel Mari Domínguez, quien actuó de portavoz del colectivo de mayores. Por su parte, Juan Pedro Hernández, también usuario del centro de mayores, se quejó de que la cocina, además de estar en muy malas condiciones y de necesitar una remodelación, «lleva cerrada desde hace más de 10 años, pero solo para los usuarios, no para los empleados de las oficinas, que sí pueden entrar».

El centro de mayores cuenta con «más de 2.000 usuarios» en la actualidad, según informaron en la manifestación. En ocasiones, según explicaron, los baños tampoco se pueden usar porque no están en buenas condiciones. «A veces tenemos que ir a bares de la calle para hacer pis porque no podemos entrar en los del centro», aseguraron.

Si no subes, no hay yoga

Que los ascensores no estén operativos impide a las personas con problemas de movilidad ser partícipes de las actividades que se imparten en las aulas de la segunda planta, entres ellas yoga, tai-chi o gimnasia. «Hay que solucionar este problema porque todos tenemos los mismos derechos, tanto los que pueden caminar como los que no», explicó este viernes la usuaria Ángel Mari Domínguez.

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