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Manuela Burló Moreno, Marta Martín y Saida Benzal en Malasaña, Madrid. R.C.
Manuela Burló Moreno: «Mi inspiración viene de cualquier chorrada»

Manuela Burló Moreno: «Mi inspiración viene de cualquier chorrada»

La nueva serie de HBO, 'Por H o por B', retrata el barrio más 'hipster' de Madrid con la mirada de dos chicas del extrarradio

Julián Alía

Madrid

Martes, 21 de julio 2020, 23:12

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Un corto de hace ya siete años ('Pipas') fue el punto de partida de 'Por H o por B', la nueva comedia, de diez capítulos de media hora de duración, que estrena hoy de golpe HBO. A los mandos repite Manuela Burló Moreno (Cieza, Murcia, 42 años), que ha recuperado a Hache (Marta Martín) y Belén (Saida Benzal) para realizar un retrato de la Malasaña actual.

-¿Cómo surgió esta nueva comedia?

-El origen parte de un corto que se llama 'Pipas' que hice en el 2013. Tuve la fortuna de que se convirtiera en viral, de que nos dieran muchos premios, e incluso de que estuviera nominado a los Goya. Entonces, en ese transcurso de tiempo rondaba en mi cabeza la idea de hacer algo más con esas chicas que lo protagonizaban. Y dos años después, me encargaron una serie sobre el universo femenino, y vi la oportunidad idónea para recuperar esos dos personajes en un universo completo, que es el barrio de Malasaña.

-¿No concebía contar otra historia que no fuese ésta?

-Eso es. Cuando hice el corto, nunca pensé que se fuera a convertir en serie, pero siempre tuve en la cabeza explorar más de estas dos chicas. Así que, en el momento de la aparición de esta sugerencia, vi la oportunidad de lleno para recuperarlas y explorarlas.

-Y no ha sido un camino corto.

-No, no, se va a estrenar siete años después. Ha sido un viaje muy largo, porque entre que surgió la idea y me puse a escribirla, que fue en 2015, hasta que se rueda, en primavera y verano del año pasado, pasaron cuatro años.

-¿Por qué Malasaña?

-Malasaña es un personaje más de la serie. Tiene muchísimo protagonismo. La decisión de ubicarlas ahí es un poco, por decirlo de alguna manera, autobiográfica, porque yo soy una chica de un pueblo de Murcia que, por hache o por be, nunca mejor dicho, terminó viviendo en Malasaña. Entonces, me enfrenté a situaciones y a momentos con los que realmente no estaba relacionada. Eran nuevos para mí, y digamos que esa eclosión me parecía interesante. Por eso, quise que estas dos chicas del extrarradio de Madrid aparecieran en el barrio más 'hipster' de la capital, y poder jugar así con un montón de situaciones.

«Antes una chica con aros dorados era una hortera y ahora, gracias al universo Rosalía, es 'cool'»

-¿Es de las que no soporta el 'postureo' o de las que peca de ello?

- Yo, como los protagonistas que en ningún momento fingen ser quienes no son. Son auténticas para lo bueno y para lo malo. Mi intención en ningún momento era mofarme de lo 'hipster', pero sí retratar una realidad a la que nos vemos abocados a veces: ese afán de pertenencia. Mucha gente se pone capas, pensando que así va a caer mejor, y yo pienso que, en ese sentido, las redes sociales han hecho mucho daño.

-¿Tiene redes sociales?

-Yo, personalmente, no tengo, pero sí las sigo y sé el vínculo y la exposición que tienen: de enseñar una comida que no comes, de decir que estás en un lugar en el que no estás, o de mostrar un estado de ánimo que no va contigo en ese instante. Y ese exceso de 'postureo', de querer estar siempre bien y perfecto, y ser el más moderno me parecía interesante, porque tiene que ser agotador estar todo el tiempo en ese modo. No me siento identificada, pero lo considero un elemento retratable.

-¿Encuentra muchas similitudes de su época en Malasaña con la actual?

-Los nuevos modernos son una mezcla entre los hijos de la Movida y modernos de pueblo que aterrizan, como en su momento pude serlo yo. Hay una fusión muy tremenda. Yo creo que Malasaña bebe un poco de todo, y que hay cierto paralelismo. Cambian las modas y los locales, que le dices a un amigo que le vas a llevar a una cafetería a la que fuiste dos meses, y cuando llegas resulta que ahora es una tienda de flores. Va a la velocidad del rayo, pero se mantiene esa esencia en la que lo más moderno y lo más a la última está allí.

-¿No son sólo apariencias?

-Es un hilo muy fino, porque tan solo hace cinco años una chica con aros dorados y con uñas largas de colores era una hortera de bolera y una choni de manual, y ahora, con esta estética 'trap' y el universo Rosalía, ya es 'cool'. Todo va muy rápido, y lo que antes era hortera ahora es moderno, y lo que ahora es moderno, dentro de nada será hortera.

«Hay un exceso de postureo, de querer estar siempre bien y perfecto, y ser el más moderno»

-¿Tiene prevista una continuación?

-Cuando la escribí, dejé una ventana abierta a una posible segunda temporada. Siempre me han gustado los finales abiertos, y he seguido ese planteamiento. Además, tengo un listado interminable de posibles tramas, pero a día de hoy no tenemos nada confirmado.

-Y a poder ser, que no haya que esperar tanto, ¿no?

-¡Sí, por supuesto! Ha sido el viaje más largo de mi vida, así que confiemos en que no se repita (risas).

-Dice que ya tiene muchas tramas en la cabeza. ¿En qué se inspira?

-En cualquier chorrada. Desde cualquier situación cotidiana cuando voy al pueblo, hasta leyendo un libro. Tengo tan explorados los personajes, que soy capaz de imaginarme qué serían capaces de hacer. Entonces, es un popurrí de todo. Y, desgraciadamente, si hay una segunda temporada, habrá una palabra y una situación nuevas que incluir, que es el coronavirus. Está claro que a partir de ahora en la ficción se dará cierta cabida a este nuevo elemento con el que nos hemos visto obligados a convivir.

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