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Carmelo Peña Santana. / Juan Carlos Alonso

Carmelo Peña Santana: «Hago vinos honestos»

Natural de Ingenio, el joven enólogo Carmelo Peña Santana es el creador del Ikewen, el mismo vino que fue incluido en el menú servido a los reyes de España en su visita a la capital grancanaria este año.

Sábado, 12 de septiembre 2020, 08:48

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En algún lugar de Estados Unidos, un sumiller o cualquier amante de los vinos puede ahora mismo estar descorchando una botella de Ikewen y quizás se detenga en la etiqueta, donde aparece el nombre de Gran Canaria. El mismo vino que fue incluido en el menú servido a los reyes de España en su visita a la capital grancanaria este año, en el marco de la gira por las autonomías para evaluar el impacto de la pandemia por el coronavirus covid-19. Y en las medianías de Gran Canaria ahora se trabaja en la confección de la nueva generación de vinos de la persona que hizo posible Ikewen, un tipo simpático, que derrocha entusiasmo, que no para de hablar y de trabajar y que está empeñado en que su isla y los valores naturales que atesora suenen en el resto del mundo. Y todo ello asociado al placer de saborear un buen vino

Bajo un sol abrasador, Carmelo Peña Santana, natural de Ingenio y canarión por los cuatro costados, toca las uvas de unas parras en una ladera de La Lechucilla, en San Mateo. Con mimo desgaja alguna, la saborea y sentencia: «En una semana hay que cogerlas ya». Es la voz de la experiencia pese a la juventud pero, sobre todo, es la voz de la ilusión, de quien, además de una marca que ha logrado exportar más de la mitad de sus botellas a Estados Unidos y ha lanzado un proyecto, con el nombre de Bien de Altura, que busca recuperar tierras para el cultivo de la uva y colocar en el mercado vinos de calidad

Bien de Altura se fundamenta en «elaboraciones naturales, no se añade levaduras al vino... La altura de la zona», explica Carmelo Peña Santana, «me da vinos menos alcohólicos, con más acidez. Al ser una zona de altura es teóricamente más fresca y eso hace que la fruta madure más tarde y sea más ácida. Son vinos más frescos y más bebibles, y de ahí viene el nombre de Bien de Altura».

Trotamundos

La historia de Carmelo es casi la de un trotamundos. Y la de alguien que ha sacado tiempo para formarse: mañana, tarde, noche, días de trabajo y festivos. Un trotamundos, por tanto, en lo formativo y en lo que a hacer las maletas se refiere. Así lo cuenta: «Desde pequeño mi sueño era tener un restaurante. Siempre pensé que para tener un restaurante había que ser camarero y, mientras estudiaba ingeniería química en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, por las tardes me formé como camarero profesional durante un año. Al estudiar para camarero hice un mes entero de servicio y cata de vino y me picó el gusanillo, me empezó a gustar. Después hice un año de sommelier, también por las tardes, mientras seguía estudiando en la universidad. Y elegí la especialidad de enología, cuando muchos de mis compañeros se decantaban por energías renovables. Me fui a Tarragona, a la Universidad Rovira i Virgili, en 2012, para un máster en enología. De allí fui a Tenerife, a unas prácticas en Viñátigo, y en el máster conocí a un enólogo portugués, Luis Pedro, del que me hice muy amigo y que me animó a ir a hacer la vendimia en Niepoort. Con su bodega familiar, Quinta de Carolina, tenemos un pequeño proyecto entre Douro y Gran Canaria llamado 'El3mento'. En Portugal las bodegas grandes cogen a enólogos principiantes para formarlos. Éramos 16 enólogos de todo el mundo, de Grecia, Namibia, Australia, portugueses... allí me quedé dos años y después fui con Raúl Pérez, que ha sido nombrado dos años mejor enólogo del mundo, al Bierzo. Fue una suerte trabajar con él y luego estuve en Chile con Pedro Parra, que es un experto en suelos de viñedos, y en 2017 empecé en Canarias con mi proyecto, entre Gran Canaria y Lanzarote».

Ikewen es el nombre del primer vino de Carmelo Peña Santana. ¿Por qué ese nombre? «Todos mis vinos se llaman con palabras de la lengua amazigh, de los bereberes. Ikewen significa origen y lo elegí por el origen de las tradiciones canarias, por la recuperación de viñedos antiguos».

Ahora está embarcado en sacar uno nuevo que se llamará Tidao, que significa unión, «porque es la unión de varios artistas grancanarios para contar la historia del vino en Gran Canaria».

Éxito internacional

Los números de aquel primer vino Ikewen son espectaculares. Hizo unas 4.700 botellas, de las que se 3.000 se fueron a Estados Unidos. «Lo de Nueva York empezó con la vendimia en septiembre de 2017. Apareció por aquí un importador, José Pastor, de José Pastor Selection, y me dijo: «Te compro todo lo que hagas, con el vino todavía en el tanque». Le vio potencial, lo llevó a Estados Unidos y empezó a entrar en sitios potentes, sobre todo del mundo del vino natural. Ikewen fue el primer vino grancanario en salir bien puntuado en la Guía Parker y a partir de ahí empezó a moverse la bola... Tengo ahora 17 países esperando para comprar vino y al final mi objetivo es que el nombre de Gran Canaria suene por ahí fuera. No aspiro a ser un magnate del vino».

A los pocos días de hacer esas declaraciones, con este reportaje ya en maceración, salió la nueva edición de la Guía Parker. Ikewen despuntó: 93 puntos para el tinto de 2018, con el precedente de 91 para el blanco de 2017 y 90 el tinto de 2017. En Estados Unidos, una botella de Ikewen se puede conseguir en una tienda especializada por unos 35 dólares y en restaurante el precio puede subir a los 80 dólares; en Canarias, el coste medio en la restauración ronda los 25 euros.

«¿Cuánto hay de tontería en el mundo del vino?», se le pregunta a Carmelo Peña Santana. Contesta: «¿De tontería? Un 99%», y se echa a reír. «Una vez en una cata alguien llegó a decir que el vino le recordaba el aroma después de hacer el amor en un establo encima de la paja y yo decía 'pero qué dice'...»

El mejor vino

Sobre sus preferencias, se decanta por «los vinos con poca química». Habla siempre con respeto del trabajo de otros enólogos y otras marcas, pero resume así su argumento: «Si usas levaduras que crean los aromas, tanto me puede oler un vino de Gran Canaria, de Austria o de África del Sur... Me gustan los vinos honestos, que no sean pesados de beber, que no tengan mucho alcohol».

Y respecto al mejor vino que ha tomado, Carmelo Peña Santana contesta con lo que es casi una declaración de estilo de vida: «Es muy complicado. Podría hablar de momentos y de gente con la que he bebido vinos. Me bebí un Haut Brion francés que me encantó, después podría hablar de un vino de Oporto que es el más antiguo que he tomado, de 1845... Para mí, probar es aprender. Es bueno ir probando vinos para uno saber hasta dónde puede llegar. He probado un Romanée-Contí de 5.000 euros la botella y que puede ser la perfección en la boca pero me encanta también el 'vinho' verde portugués, que se bebe en taza, que se come con lampreia, y me encanta con amigos... me gustan los vinos simples, fáciles de beber y que no tengan mucho alcohol». Sobra decir que Carmelo Peña Santana es buen amigo de sus amigos. Y buena gente. Con cinco minutos de conversación se le nota. Y si es compartiendo una copa de vino, todavía más.

Juan Carlos Alonso

Carmelo Peña Santana, que es todo entusiasmo, también tiene su punto reivindicativo. Y no quiere que quede escondido. Ni mucho menos. Está empeñado en que es preciso crear una especie de 'banco de tierras', una figura que dé facilidades a quienes están empeñados en sacar utilidad a terrenos que en muchos acasos están semiabandonados -o sin el semi- y que podrían servir para cultivos de vides. «El problema es que muchas veces te encuentras con líos con las propiedades de las tierras, con herencias que no están del todo resueltas y al final pasa el tiempo y los terrenos acaban casi abandonados». El joven grancanario centra la mirada en el Cabildo y en el Consejo Regulador de la Denominación del Origen, pues cree que pueden jugar un papel clave para ese proceso de reactivación de la agricultura vinculada al sector del vino. De lo contrario, asegura, irán ganando peso quienes no miman los cultivos, quienes embotellan vino sin tampoco apostar por la calidad y la conclusión será lo que, de hecho, ya empieza a detectar Carmelo Peña Santana: «Lo que cuesta aquí diez años para conseguirlo, en Portugal lo logras en uno».

La conversación prosigue después en la Bodega San Juan, en Bandama, donde Carmelo embotella el vino. Allí, en una instalación que es parte de la historia del vino en la isla y que cuenta con un museo dedicado a esas labores (una visita más que recomendable), el joven de Ingenio continúa con las explicaciones de un proyecto que ha convertido casi en una cruzada personal y para el que cuenta con el apoyo de su familia Santana y amigos. Ellos, que lo secundaron en sus inicios, se embarcan cada año en la recogida de la uva y hasta en el 'marketing'. Como muestra, un botón: las etiquetas de Ikewen recogen las fotos de unos pies tras pisar la uva. Carmelo Peña Santana cuenta entre risas cómo fue el proceso de 'casting' para elegir a los modelo y de quiénes son los que aparecen enl as etiquetas del blanco y el tinto. Vamos en dejarlo en que son miembros de su familia Santana: los nombres quedan para él y los 'modelos'.

La conversación podría haber continuado mucho más tiempo, porque además está involucrado desde 2017 como enólogo en Puro Rofe, «un proyecto emocionante y diferente a lo que hay en toda la isla», y también tiene «un 'vino de amistad' con César Márquez que saldrá en breve a la luz»... pero Carmelo ya tenía en su particular agenda darse un salto a Artenara a ver unos terrenos de cultivo de vides.

Y todo ello pendiente de los contactos con distribuidores y comercializadores de dentro y fuera de España, calculando cuánta puede ser la uva recogida en un año de pocas lluvias y temperaturas extremadamente altas y, por si fuera poco, el impacto de la crisis por el coronavirus en la economía y en un sector que depende mucho de que la actividad de la restauración recupere cierta normalidad. Pese a todos esos obstáculos, Bien de Altura sigue su curso y hasta en Estados Unidos ya esperan la próxima añada.

Bajo un sol abrasador

La cita es a las doce, en el casco de San Mateo, para que después Carmelo Peña Santana haga de guía hasta uno de los terrenos donde las uvas van madurando al sol. Es agosto y estamos en uno de los días de calor extremo. El terreno es en pendiente y Carmelo Peña Santana reacciona como si fuera una blasfemia cuando se le plantea la posibilidad de cortar un racimo para una foto. Quedan pocos días para la vendimia y acaricia las uvas como si fueran sus hijas. Zanjado el debate del racimo, nos lleva todavía más arriba en San Mateo para visitar uno de los terrenos que está empeñado en que no se pierda para el cultivo. De hecho, ha empezado a cuidarlo porque está convencido de que de allí se puede extraer uva para un vino de calidad y que ayude a que Gran Canaria sea conocida fuera por algo más que sol y playa.

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