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Francisco Suárez Álamo y / Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 1 de enero 1970
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En 1982 fue elegido presidente del Gobierno de Canarias, en una autonomía que comenzaba a su andadura; antes había estado en las Cortes cuando tocaba hacer la Transición; más tarde ocupó carteras ministeriales; fue alcalde de la capital grancanaria; hace seis años el Parlamento lo designó Diputado del Común de Canarias... y después de décadas en la gestión pública, ayer cerró esa etapa de su vida. Y lo hizo asegurando que no hay vuelta atrás: «Sin ninguna duda», sentenció en declaraciones a este periódico cuando se le preguntó por un hipotético retorno a medio plazo. «La vida pública ha agotado en mi caso su derecho de reclamación», apostilló.
Jerónimo Saavedra (1936) recogió sus bártulos en la sede de la institución en la capital grancanaria. El Parlamento eligió ya sucesor, en la persona de Rafael Yanes, a quien Saavedra recomienda que actúe de manera «libre, independiente, que no sea nada sectario» y, sobre todo, que recuerde siempre lo que supone «mediar entre las administraciones y el ciudadano».
Al cerrar la puerta del Común, Saavedra espera recibir en breve el carnet de militante socialista. Por aquello de las obligaciones del cargo tuvo que suspender esa militancia, como quien hiberna la ideología, y ahora aguarda ansioso el momento de la reactivación para participar en el proceso de primarias por la candidatura a la Presidencia del Gobierno de Canarias. Espera, eso sí, que no se cumplan los vaticinios de quienes sostiene que no podría votar porque es preciso mantener la militancia en los últimos años. «Estuve suspendido seis años y medio en razón del cargo», recuerda Saavedra. Si no le hacen caso, ya advierte que reclamará.
Si se le pregunta por el balance de tantos años en la primera línea de la actividad pública, Saavedra dice que no es de los que se instala en modo «depresivo» echando la vista atrás. «Nunca tuve ese tipo de reflexiones», contesta en relación con los mejores o peores recuerdos. Lo que sí tiene claro es que la condición de alcalde de la capital grancanaria y de Diputado del Común le han aportado muchas satisfacciones por la posibilidad de estar próximo al ciudadano. En otros cometidos, explica, podía ser importante sacar adelante una ley o aprobar un decreto pero costaba ver el efecto real sobre las personas. En el Ayuntamiento y en el Común, otra cosa no, pero proximidad hay; y por quintales.
Sobre su próximo destino, guarda silencio. «Hasta septiembre no voy a decir nada», subraya. Las quinielas lo sitúan en Madrid, en funciones de gestión cultural. Pero tanto si es así como si no, ahora le tocan vacaciones.
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