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El año que resistió la minoría

El año que resistió la minoría

Fernando Clavijo sigue en pie. Y ese es el titular de un año en el que ha sido capaz de sostener un gobierno en minoría, y en el que la justicia le ha vuelto a situar en el ojo del huracán, con el caso grúas reviviendo y siendo carne de portada. La oposición no ha sido capaz de inquietar el inabarcable poder de Coalición Canaria.

David Ojeda y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Los pasillos del Parlamento de Canarias eran un hervidero. Tras semanas de negociaciones, se esperaba que el PP cediera a los cantos de sirena y entrara a cogobernar en el Ejecutivo regional. Apuntalando a CC y su débil musculatura parlamentaria desde la ruptura del pacto. Sin embargo, Australia Navarro anunció la ruptura de las negociaciones. «Es curioso, pero la gente siempre piensa por inercia que Coalición sale ganadora de todos los pulsos. Y esta vez no es así», indicaba en los corrillos posteriores un ejecutivo de la formación conservadora.

Ese diagnóstico de la política canaria parece no estar muy acertado cinco meses después. Clavijo sigue al frente del Gobierno, sintiéndose presidente imbatible a pesar de haber quedado tercero en las elecciones de 2015 y solo 18 diputados en una Cámara con 60 escaños.

Tampoco los golpes recibidos desde la justicia, donde aún es perseguido por adjudicaciones sospechosas en sus años de concejal y alcalde de La Laguna. Todo eso mientras en el trámite parlamentario sacaba adelante proyectos espinosos como la Ley del Suelo mientras avanzan viento en vela los presupuestos de la comunidad autónoma, en ambos casos con el respaldo parlamentario de Partido Popular y Agrupación Socialista Gomera.

Solo Podemos y Nueva Canarias, que suman 12 diputados entre ambos, forman parte de la verdadera oposición a Clavijo. Ni PP ni PSOE han decidido articular fórmula alguna para derribar ese poder que tanto lamentan que lleve 24 años cosido en el ADN nacionalista.

La fuerza liderada por Asier Antona amagó en el mes de enero con ser el vértice de una moción de censura, para luego sentarse a negociar un pacto de gobierno. Todo ello bajo la etiqueta de la «estabilidad». No obstante, a pesar de no encontrar garantías para conformar Ejecutivo con CC le ha apoyado siempre en los grandes asuntos.

Por su lado, el PSOE, tras la ruptura del pacto quedó en una posición de vulnerabilidad, a la espera de definir sus liderazgos. La victoria de Torres cercenó el peso de Patricia Hernández y rebajó el tono de confrontación con el Ejecutivo. Otra victoria de Clavijo.

La ley del suelo.

El 21 de junio, el Parlamento de Canarias daba el visto bueno a la Ley del Suelo, el proyecto que emerge como la principal seña de identidad de la legislatura de Fernando Clavijo. La Ley, polémica en su concepción y embarrada con denuncias ante el Tribunal Constitucional y Europa, fue sacada adelante en la Cámara solo con los votos de 33 diputados, los correspondientes a CC, PP y ASG. Y es que el órdago de Clavijo a la regulación del territorio nunca contó con el consenso previsto. Los críticos a este propósito, cohesionados por la plataforma Canarias por un territorio sostenible, denuncian que esta Ley conlleva la desprotección burocrática del territorio. Dando manga ancha a cada municipio para legislar los proyectos a su manera y, por consiguiente, abriendo la mano a la especulación. La plataforma ha presentado una denuncia en la Unión Europea, mientras que el grupo de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados ha llevado el caso hasta el Tribunal Constitucional, que la ha admitido a trámite, otra denuncia.

Cambios en los partidos.

Las grandes marcas políticas nacionales han cambiado sus referentes en Canarias. Tres procesos de primarias, unidos a los congresos continuistas que protagonizaron Coalición Canaria y Nueva Canarias, que han marcado la vida interna de los partidos en el escenario político del archipiélago. Asier Antona tomó definitivamente las riendas del PP tras el óbito político de José Manuel Soria, Noemí Santana cierra la puerta en Podemos al dominio de Meri Pita, ahora diputada en Madrid, y Ángel Víctor Torres se impone en un PSOE que nadaba sin capitán en manos de gestoras.

Los cambios en los tres partidos responden a las necesidades internas de cada uno de ellos. Sin embargo, poco ha mutado el panorama de la gobernabilidad de las islas, donde nadie asume la tarea de embestir a Coalición Canaria.

Antona oficializó su liderazgo en el PP. Se impuso en unas primarias con más ruido que furia a la candidatura que conjuntamente presentaron Cristina Tavío y Enrique Hernández Bento, tras la retirada temprana de Juan José Cardona. El dirigente palmero había sido el encargado de guiar a los conservadores tras el escándalo que obligó a retirarse a Soria, implicado en la trama de los papeles de Panamá. El presidente regional de los populares fue bendecido por Madrid, donde la cúpula de su partido valoró su trabajo al frente de la formación en las islas durante la transición.

En Podemos, por su lado, la llegada de Noemí Santana ha apagado las voces críticas que siempre rodearon el ascendente indiscutible de Meri Pita. La portavoz parlamentaria tomó el relevo tras una votación interna en la que derrotó a Concepción Monzón (a la que acusaban de ser el delfín de Pita), Juan Márquez, integrado ahora en su equipo directivo, y Eloy Cuadra.

Santana marca el ritmo del partido, por el momento, sin discrepancias ni bombas de relojería. Ni las sentencias judiciales que obligan a la readmisión de Brito en el partido han causado incendios. Confirmándose como la oposición más frontal a Clavijo en la Cámara.

El último en acudir a las primarias fue el PSOE, partido en el que Ángel Víctor Torres cumplió los pronósticos al tumbar en las urnas a Juan Fernando López Aguilar y, especialmente, a Patricia Hernández. El vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria no ha podido acallar los tambores de guerra. Sus decisiones de aproximarse a Coalición Canaria, con el apoyo en el Consejo Rector de RTVC, y el desplazamiento de Hernández y sus más próximos en el grupo parlamentario, han lanzado más gasolina al fuego en un partido caótico.

El diputado 176.

El peso de Canarias ha sido trascendental en la política de Estado. La presente legislatura será recordada como la del diputado 176, un título simbólico que ha caído sobre Pedro Quevedo, el escaño de Nueva Canarias en el Congreso de los Diputados y que fue clave en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. El partido nacionalista de izquierdas se convirtió en pieza estratégica en la política de Estado, por lo que hubo largas y duras negociaciones para contar con su voto afirmativo a las cuentas hasta llegar a un acuerdo que se rubricó el 30 de mayo, Día de Canarias.

Al margen de la agenda canaria, negociada entre los gobiernos estatal y regional, durante esa negociación para los PGE Nueva Canarias tuvo un peso específico. El partido de Román Rodríguez cifra en 674 millones de euros las transferencias del Estado a la comunidad autónoma, una cantidad producto de sus acuerdos. Entre las distintas cuestiones políticas que Pedro Quevedo, con el trabajo de Fermín Delgado, amarró en Madrid destaca la ya efectiva subvención al 75% para los vuelos entre islas para los residentes. Y otras subvenciones directamente vinculadas con el transporte.

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