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Concha Jerez: «Moriré con las botas puestas, daré guerra hasta el final»

Concha Jerez: «Moriré con las botas puestas, daré guerra hasta el final»

El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de la capital grancanaria exhibe ‘Interferencias’, la primera retrospectiva de la Premio Nacional de Artes Plásticas 2015 y pionera del arte conceptual en nuestro país.

Martes, 10 de octubre 2017, 13:21

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P.-Por fin una retrospectiva. ¿Ha cumplido una meta?

R. Es una retrospectiva de una de las líneas de mi trabajo. No es una meta porque yo no me lo planteo así. Yo me planteo hacer mi trabajo, y nunca lo hago pensando en hacerlo para tal o cual museo. Ha ido surgiendo con personas cómplices a las que les ha gustado mi trabajo. No recuerdo nada desagradable. Y aquí, claro, estoy muy bien. Conozco a Orlando [Britto] desde el principio del CAAM y este espacio siempre me pareció tan bonito...

P.-¿Le impresiona su exposición? ¿Le falta algo?

R. No cambiaría absolutamente nada. La he pensado muchísimo, y conozco bien el espacio. Las piezas se han ido escogiendo, por una parte, en función del discurso, pero también por su relación con las distintas partes del edificio.

P.-¿Y si pudiera hacer el extrañamiento, ver la muestra «desde fuera»? ¿Qué vería?

R. Es que yo la veo desde fuera. Siempre hago lo mismo. Claro que la miro desde dentro, cuando la estoy montando, pero cuando voy a visitarla la miro desde fuera. Esta exposición me define totalmente porque, además, incluye piezas muy variadas y de épocas muy distintas. Lo que veo es que cuando miras un poco atrás hay muchas complicidades que se suceden a lo largo del tiempo y que permiten unir discursos. El sótano tiene un carácter muy diferente a la planta cero, y esa une el discurso que hay abajo con el que empieza a ir hacia arriba, que es la parte más explosiva. Yo siempre trabajo en función del lugar, adecúo mis piezas al lugar porque si no el lugar te puede. Es una guerra sin cuartel. En términos militares diría que hay que unirse al enemigo, no competir con él.

P.-Usted suele decir que el arte es para cambiar las cosas. ¿Qué ha cambiado usted?

R. Sigo pensándolo, pero pensar que yo he cambiado cosas sería pretencioso. Una cosa es que el artista quiera cambiar las cosas, simplemente dando pistas a la gente de cosas que suceden o cosas que se han olvidado, y otra es que puedas cambiar el mundo. Ojalá lo pudieran cambiar los artistas, los escritores, los científicos... Ojalá que pudiéramos cambiar el horror que está habiendo en el mundo. Pero los intereses creados, básicamente económicos, son tan poderosos que ponen y quitan políticos, generan guerras,... De ahí mi pieza Mesa de los conflictos móviles. Cuando quieren organizan una guerra dónde sea ¿para qué? Para gastar armamento y para reconstruir, después, con las empresas oportunas. Es decir, sigue la pista del dinero. Ojalá pudiéramos cambiarlo, pero no. Lo que sí podemos hacer es decirle a la gente que les están manipulando, que les están cambiando sus mentes, que por favor reaccionen. Que el ser humano debe perfeccionarse, no debe crear situaciones absurdas, como la que ahora mismo que se está produciendo en España.

P.- ¿Se refiere a Cataluña?

R. Es mi único punto negro en esta exposición porque, al mismo tiempo sucede ese desgaste tan tremendo en el que todos vamos a perder, te posiciones como te posiciones, todo se pierde sin diálogo. Pero hay muchos intereses que no quieren que se produzca el diálogo y se comete un error terrible. Mi abuelo era catalán, era un hombre del mundo, un hombre positivo con una mente abiertísima maravillosa que educó a mi madre y mi madre me ha educado a mí así. Al principio de mi carrera, donde empecé a sentirme más querida a nivel artístico fue en Cataluña, porque había toda una serie de artistas y teóricos conceptuales que me acogieron y, de alguna forma, durante años y años era el sitio donde la cultura estaba en un nivel más alto, se invertía mucho en cultura. Que sucedan estas cosas me duele, por mis amigos, por mí misma, por todos. ¿Por qué no se ha podido hacer un referéndum normal? No se puede poner a la gente contra la pared porque se generan esos nacionalismos rabiosos.

P.-Siempre se ha preocupado por el papel de los medios de comunicación. Supongo que en este caso, con respecto a Cataluña, también.

R. Sí, lamentablemente la mayor parte de los medios de comunicación lo han hecho muy mal, hay muchos intereses creados. Hay muy buenos periodistas, pero no medios.

P.-En su obra está presente el lenguaje. ¿Quién está dominando hoy el lenguaje?

R. Lo bueno del lenguaje es que lo puedes utilizar como quieras, incluso para cuestionarte temas. Aquí hago una intervención en la escalera con palabras ambiguas. Este es un lenguaje que no es dominador, es un lenguaje de libertad. Cuando empleas los lenguajes dominadores, ya estás dando un enfoque para manipular a la gente.

P.-Decía antes que esta retrospectiva es «una línea» de su trabajo.

R. Yo no puedo hacer una retrospectiva general, la tengo que hacer por partes. He trabajado muchísimo y sería enormemente confuso si lo mezclara todo. Me parece que sería desconcertante para el público mezclar todo mi trabajo. Aquí hay obra desde el año 1974 hasta la actualidad, pero de la misma línea, Interferencias. Me parece una forma más clara de compartir mis inquietudes. Dentro de la dificultad que puede suponer el arte contemporáneo, exponerlo así no es tan despistante porque hay un hilo conductor.

P.-¿En qué punto está en la actualidad el arte conceptual?

R. Pues aparte de que hubo un momento en que estuvo de moda y fue horrible, porque cada vez que se pone un género de moda, y a mí ya me han tocado unos cuantos, empiezan a salir como setas un montón de conceptualitos o accionistas o instaladores o yo que sé, ahora el arte conceptual está en un momento tranquilo. Es decir, hay gente, los que somos históricos porque somos mayores, seguimos en nuestras trece. Y hay gente joven que se ha aproximado a hacer prácticas de arte conceptual, aunque éste ha evolucionado en el tiempo, como yo misma. Yo siempre decía que soy una conceptual por libre. Pero ahora, mirando mi propia obra hacia atrás, sí que reconozco que he ido primero por el concepto y después por la resolución. Creo que es un momento, dada la solidez de algunos de nuestros discursos, valga la falta de modestia, que pueden gustar o no, pero algunos nos hemos esforzado por ser rigurosos con nosotros mismos y eso, ante determinada gente nacional e internacional se valora. Hacer la última pirueta y eso es muy para la fanfarria. A la larga, el artista es un corredor de fondo. Como no se plantee así es fatal. Yo he visto muchas carreras truncadas de gente que en un momento determinado ha estado en la cresta de la ola y se han caído con todo el equipo. Eso ha generado incluso suicidios porque no lo han podido soportar. Esto es trabajo. La fama, el dinero... Claro el dinero nos viene muy bien a todos, porque siempre andamos lampando y nos hemos tenido que ganar la vida por otros medios. Yo nunca he vivido del arte. De hecho, en muchas colecciones no hay obra mía. En el CAAM no hay obra mía todavía.

P.-¿Lo achaca a que es mujer?

R. No lo sé. Tampoco sé cuántas obras de mujeres hay en la colección del CAAM. Las estadísticas en general son muy bajas, en las exposiciones, no solo en España, es general. Y claro, es lo que queda en las colecciones. Para mí, los museos son la bibliotecas del arte, si no hay obra de mujeres no se les da importancia.

P.-¿Ser mujer le ha restado oportunidades?

R. La verdad es que no lo he pensado, pero es que yo he tenido de cómplices a muchas mujeres y me he entendido perfectamente con ellas. Aunque también hay muchas mujeres en el mundo del arte que son machistas.

P.-Eso ocurre en todas la áreas

R. Sí. Es que todavía no han cambiado las cosas suficientemente. Hay que pelear mucho, mucho mucho. Yo daba clases y tenía mayoría de mujeres y luego, ya ves. En primaria y la educación básica eran mayoría las mujeres que daban clases de arte o dibujo. Pero en los institutos eran hombres, y no porque fueran más creativos, no. Estaban siempre con el punto, a dibujar del natural... Les cortaban a los alumnos toda la creatividad. Mis hijos, que se han criado con mi obra, tenían unas notas en Plástica horrorosas.

P.-Parece que no va con el canon.

R. Yo creo que hay un cierto conocimiento, pero no un canon. En las enseñanza he estado obligada a analizar obra de artistas jóvenes y, para no machacarles y sacarles su creatividad, me lo planteaba como una tutela. Cuando estás acostumbrado no puedes ir con prejuicios, hablar de canon.

P.-¿Se plantea dejarlo?

R. En la medida en que me encuentro bien, moriré con las botas puestas. Daré guerra hasta el final.

P.-¿Qué papel han desarrollado los comisarios o comisarias en su carrera?

R. En muchos casos no he tenido tal. Al principio hacía instalaciones, así que era un yo me lo guiso yo me lo como. Lo que ha sido importante son los cómplices, porque en esa época era o una exposición de pintura o, como mucho, una de escultura. En 1975, tras una exposición bastante exitosa en el Ateneo de Madrid, decidí que no iba a vender mi obra para desarrollarme al margen del mercado. Y lo mantuve 10 años, hasta el 86 en Alemania. Me dije que ya en ese momento no me iba a cambiar nadie mi estilo. Así que el tema de comisarios me ha venido muy tarde a mí. No recuerdo cuando fue la primera vez. Creo que más bien en los 2000 y ya entonces me han buscado porque éramos cómplices. Y a las críticas que algunas veces me han hecho no les he hecho caso.

P.-Si uno decide no vender poco le importarían.

R. Es que yo empecé en el arte mayor. Casi tenía 30 años, ya estaba muy formada. Había hecho la carrera de piano, la de Ciencias Políticas y estaba muy viajada. Mi padre era pintor y se negaba a que pintara. Cuando quise estudiar los fundamentos de pintura me tuve que ir con un amigo de mi padre porque a él no le dio la gana enseñarme. Lo tuve de profesor en el instituto, en África, dos años, pero me daba dibujo lineal, no artístico. Sí me enseñó indirectamente una cosa. Él podía copiar de la realidad todo, pero inventar nada. Hasta cuando hacía unas flores, que las hacía muy bonitas, mi madre le tenía que poner el fondo para que pudiera copiarlo. En cambio mi madre era todo lo contrario. Ella hacía tapices e inventaba cosas. Por eso fui retrasando y retrasando. Después de casada y con dos hijos me dije: ya no puedo más. Antes, estuve en París e intenté entrar en el Instituto de Cine, pero no podía pagármelo. Después intenté estudiar Bellas Artes, pero no pude, te exigían obra y no tenía. A los seis años lo único que quería era hacer música... Al final en tu vida haces síntesis de todo, todo te sirve.

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