'La maravillosa señora Maisel' y la triada imposible: humor, feminidad y ambición

Cuando ocurre, esa fusión entre texto y cuerpo puede dar lugar a un icono y la lista de los mejores personajes del siglo XXI está llena de ellos. Midge Maisel, 'La maravillosa señora Maisel', con su locuacidad expeditiva, sus trajes impolutos y su punzante sentido del humor es uno de ellos. Para entender por qué, hay que destacar otros dos nombres propios.

El primero es el de Amy Sherman-Palladino, la directora, productora y guionista de la serie que está doblemente representada en este listado a través de otra de sus creaciones, Lorelai Gilmore, de 'Las chicas Gilmore'. Midge y Lorelai comparten bastantes rasgos de personalidad y uno de ellos es la velocidad dialéctica: si normalmente los guiones de una serie de televisión con capítulos de 60 minutos tienen entre 50 y 55 páginas por episodio, los de 'La maravillosa señora Maisel' han llegado a alcanzar las 90.

Sí, Midge Maisel habla mucho y habla muy rápido pero es que lo que dice es muy gracioso. Así de atrevido: una mujer que hace chistes en un mundo de hombres y que nos inspira y nos da lecciones desde el Nueva York de los años 50. Podía haberse quedado en un estereotipo, de hecho cumple todas las casillas de la clásica JAP ('Jewish American Princess'), la 'princesa judeo americana' que ha crecido rodeada de privilegios.

Pero no, Miriam es muchas cosas (exesposa y amante, ex ama de casa, humorista, madre, amiga…) y lo es de muchas maneras y todas compatibles: a veces pija y frívola, otras deslenguada; también romántica y cariñosa y, por supuesto, siempre bien vestida. Una mujer que quiere demostrarle al mundo que, además de guapa, es divertida. Quizá por eso sus chistes rompen moldes en su época y en la nuestra:

«Los hombres en general creen ser los únicos que pueden usar la comedia para cubrir los agujeros de sus almas. Van por ahí repitiendo a todo el mundo que las mujeres no tienen gracia. Solo los hombres hacen gracia. La comedia se alimenta de la opresión, de la falta de poder, de la tristeza y de la decepción, del abandono y de la humillación. ¿Acaso no describe todo eso a una mujer? Con esas premisas, todas las mujeres deberían tener gracia».

Midge Maisel es, además, un personaje al que vemos crecer, con arco dramático, y por eso la última temporada, la definitiva, nos ha dejado tan buen sabor de boca. En el piloto de la serie, Midge se subía al escenario por primera vez y, casi por necesidad, pronunciaba un monólogo sobre su fracaso matrimonial. En el último capítulo, volvía a estar frente al micrófono pero ya en un estudio de televisión. Así, después de unas cuantas decepciones e intentos fallidos, quedaba consagrada como la 'maravillosa' señora Maisel que en el fondo siempre fue, pero faltaba que los demás lo reconocieran.

La actriz Rachel Brosnahan, el otro nombre propio que va emparejado al de Migde, ha experimentado también su propia transformación. Su trayectoria no estaba ligada a la comedia (la vimos en 'House of Cards'), así que en aquel piloto ella también tuvo que hacer su primer monólogo y empezar a creerse que podía ser una actriz graciosa. Seis años después, su control del 'timing' y del humor gestual es absoluto.

Ahora Brosnahan, que ha ganado un Emmy y un Globo de Oro por este papel, tiene por delante otro reto: el único inconveniente de interpretar a un personaje memorable es conseguir sacudírtelo de encima antes del siguiente proyecto. Y es que nos costará mucho olvidar a Miriam Maisel.