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Apuntaba Berto Romero en la nota de prensa con la que se anunció 'El otro lado' que la ficción andaba «intentando encontrar un equilibrio muy particular entre la comedia y el terror». Vistos los seis episodios que componen la serie que este jueves desembarca en Movistar Plus+, a razón de doble capítulo semanal, puede decirse que el objetivo se ha cumplido con creces. No es la primera vez que terror y comedia se dan la mano. De hecho, la etiqueta de 'comedia terrorífica' se utiliza para cintas como las que componen la saga 'Zombieland' o películas como 'Zombies Party', 'Braindead' o 'Malnazidos' -no es casualidad que Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro, responsables de esta última, dirijan la serie-, largometrajes, todos ellos, en los que el peso de la ficción recae fundamentalmente en la comedia y el terror viene de la mano de los personajes y asuntos que se tratan, de sustos puntuales o de la exagerada violencia y hemoglobina que, según se trate, también puede ser muy divertida. Pero lo cierto es que en la mayor parte de estas propuestas el miedo tiende a diluirse entre las risas.
'El otro lado', en cambio, es algo bastante más difícil de catalogar porque aquí el horror sí cala en un espectador que antes o después estalla en carcajadas. La ficción sigue los pasos de Nacho Nieto, un periodista del misterio, al que da vida el propio Romero, que no pasa por su mejor momento. Hace dos años, la cadena de radio en la que dirigía un programa acerca de lo sobrenatural no renovó su contrato y desde entonces trata de ganarse la vida con un canal de YouTube que tampoco le da muchas alegrías. Que su exproductora Juana (Eva Ugarte) lo arrastre a la fiesta de su 49 cumpleaños con los antiguos compañeros es la gota que colma el vaso para que intente quitarse la vida. De la terrible experiencia volverá acompañado por el espectro del doctor Estrada (Andreu Buenafuente), su maestro y mentor, una suerte de Fernando Jiménez del Oso bajo cuyas órdenes lo aprendió todo. La suerte parece cambiar cuando su prima llama a la puerta: al parecer, un poltergeist está asediando a una viuda (María Botto) y su hijo en una vivienda de su bloque. El estudio del fenómeno reavivará viejos casos, oscuros secretos y rencillas.
Sobre esta estructura se asienta una ficción cuyo humor radica en la semblanza que la serie hace de los perdedores -Romero es un experto a la hora de encarnar a personajes en estas lides, con dificultades para entender las redes sociales, los servicios de vídeo bajo demanda y subirse al tren del progreso- y en la confrontación entre los años ochenta y la actualidad. Porque el doctor Estrada, ese Pepito Grillo faltón y machista que acompaña en todo momento a Nacho, se ha quedado anclado a aquella época. Fuma como un carretero, cree que la testosterona es ideal para dirigir equipos y no entiende por qué no puede decir una palabra como 'maricón' con los colegas. La eterna pareja de baile de Berto está estupendo en un papel ciertamente jugoso y no tan fácil como se podría pensar.
La tercera pata de la comedia se sitúa en la relación con Gorka Romero (Nacho Vigalondo), con quien Nacho trabajó en sus comienzos y que ahora, décadas después, es el referente del periodismo del misterio, con su programa 'Nueva era'. Gorka es, lo han adivinado, Iker Jiménez y la ficción escrita a seis manos por Berto Romero, también creador de la serie, Rafel Barceló y Enric Pardo, se muestra valiente y honesta a la hora de criticar, no tan entre líneas, al responsable de 'Cuarto milenio' y su acercamiento más reciente a los temas de salud o política a través de 'Horizonte', un contenedor donde lo mismo se habla de covid que de la amnistía y las protestas en Ferraz, siempre con un pie en la conspiración y el misterio y desde una supuesta neutralidad política que nunca es tal. La serie expone a esos fans que aseguran que Gorka es la honestidad hecha persona, que «tiene huevos» para decir lo que piensa y que «sería un gran presidente». ¿Les suena de algo? El resultado lleva a la risa pero también al estupor y la indignación.
¿Y el terror? Pues está sorprendentemente bien integrado, con un caso de poltergeist bien armado, que juega al despiste constantemente y esconde escenas bastante terroríficas y mal rolleras -la señora con el síndrome de diógenes, las ratas...-, que solo flaquea un poco cuando las secuencias de acción toman el protagonismo. De hecho, el giro final es tan disfrutable que da un poco de pena que se resuelva en apenas un par de minutos, aunque esté claro que los artífices de la serie no pretendan hablar de fenómenos sobrenaturales. De lo que la ficción habla, en realidad, es de temas como el fracaso profesional, la honestidad, las creencias, el paso inexorable del tiempo o los falsos ídolos. Y al mismo tiempo, 'El otro lado' guarda un cariño enorme por ese mundo en el que investigadores con pantalones caqui, rituales, psicofonías y milagros se dan la mano, con elementos, detalles y guiños que solo quienes hayan visto o escuchado programas como 'Más allá' o 'La rosa de los vientos' y leído la revista 'Enigma' podrán cazar. Puede que entonces dieran pábulo a historias falsas y a misterios que no son tal, pero al menos no se aproximaban a asuntos vitales para todos, como la salud o la política, agitando a las masas desde una absoluta falta de rigor.
'El otro lado' ha sabido leérlo y solo por ello ya merece un hueco en la apretada agenda del espectador, pero es que además es una serie original y muy entretenida, que ha encontrado su propio tono y que logra mantener el interés en todo momento. Con una puesta en escena distinta, y una fotografía y una banda sonora muy sugerentes, a cargo de Sergi Vilanova y Javier Rodero, respectivamente, la ficción supone un paso importante para Romero como creador.
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