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Madre!: Aronofsky se ahoga en su petulancia en 'Mother'

Madre!: Aronofsky se ahoga en su petulancia en 'Mother'

'Madre!' se mira en el cine de terror psicológico y se quiere místico, perdiendo los papeles en su tramo final aquejado de excesiva pomposidad

borja crespo

Jueves, 28 de septiembre 2017

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Resulta sumamente curioso que coincidan en un mismo fin de semana los lanzamientos de dos películas aparentemente opuestas en su envoltorio que alojan un espíritu similar. 'Madre!', lo último del sobrevalorado Darren Aronofsky, intencionadamente visceral, se enfrenta en la taquilla y en las presentes páginas a 'La llamada', una comedia 'made in Spain' que llega para poner patas arriba al cine español, o eso dicen. Ambas propuestas, una con estética de terror y la otra homenajeando a Gracita Morales, alojan en sus entrañas una lección de teología de las de toda la vida.

Centrándonos en lo que toca, lo nuevo del otrora enfant terrible firmante de la moralista 'Réquiem por un sueño' pretende ir de lo que no es, de filme transgresor, enfatizando en la promoción la presunta radicalidad de su forma y mensaje en una maniobra desesperada de marketing tras su turbia acogida en el festival de Venecia. No hay que restar mérito a toda película que despierta filias y fobias, siempre y cuando no ofrezca gato por liebre y su mayor lastre sea el tedio. Estamos ante otro vano intento de epatar al espectador. Su sentido real es evangelizar a un público al que hay que subrayar lo que se quiere transmitir hasta la naúsea. En esta ocasión, de manera literal.

'Madre!' se mira en el cine de terror psicológico y se quiere místico, perdiendo los papeles en su tramo final aquejado de excesiva pomposidad. 'Cisne negro' transitaba por similar camino, pero su estallido de delirio en su desenlace, granguiñolesco y desvergonzado, estaba a años luz de los latigazos de petulancia que se marca Aronofsky en un filme tramposo y estomagante, de ritmo triste, que comienza remitiendo a 'La semilla del diablo' y acaba emborrachándose de serie Z mal entendida, de gore y escatología de «primero de sembrar polémica», como la floja 'A Serbian Film', encumbrada por maniobras ajenas. Si la propuesta la firmase un realizador anónimo, las críticas no se lo pensarían dos veces y el contagio por la exaltación de lo inane no tendría hueco.

Cabe señalar que no se desenvuelve mal cuando no asoma su pretenciosidad, como si se tratase de un filme de horror con un presupuesto bien aprovechado que tira de tics del género bien digeridos, pero una vez descubierto el engaño no quedan prietas las costuras y el visionado se atraganta sobremanera, se empaña el espejismo debido a un exceso de información innecesaria que busca la épica desde el pensamiento bíblico más superficial.

Lo que no muestra el buen cine de terror aquí se multiplica de manera gratuita para recordarnos que nuestros valores están en franca decadencia y hay que empezar de cero. El problema viene cuando Jennifer Lawrence defiende el rol de una mujer sumisa y maniática y su papel de madre sobra a pesar del título. Javier Bardem remata el espectáculo en la piel de un poeta absurdo y controlador, con delirios de grandeza, que es difícil de creer, lo verdaderamente escalofriante. Ed Harris y Michelle Pfeiffer se dejan ver, pasaban por ahí. Cuando se van, llega la catástrofe, en todos los sentidos. Una pena que la narración no siguiese por ahí, metiéndonos en un relato de suspense macabro que deviene un esperpento barato, no en costes de producción, donde la forma no pervierte el contenido, guía a los despistados. Aronofsky, ya no engañas.

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