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Dirigida por John Huston en 1960, 'Vidas rebeldes' ha pasado a la historia como una película mítica, no solo por sus tres principales protagonistas, Marilyn Monroe, Clark Gable y Montgomery Cliff, sino también por un rodaje infernal que entró inmediatamente en la categoría de cine maldito.
La película, escrita por Arthur Miller para el lucimiento de su esposa, Marilyn Monroe, -ella se divorciaría poco después- fue el último trabajo que hicieron Clark Gable, que murió de un ataque al corazón tres días después de acabar el rodaje, el 16 de noviembre del mismo año. En 1962 Marilyn empezó a rodar otra película, la comedia 'Something's Got to Give' junto a Dean Martin, a las órdenes de George Cukor, pero falleció cuando apenas había iniciado el rodaje y el filme no llegó a completarse, y James Barton, que falleció también en 1962 debido a un infarto agudo de miocardio. Montgomery Cliff sobreviviría pocos años más.
La cinta empezó con problemas, Los productores no querían a Marilyn Monroe que la consideraban muy problemática –de hecho, el rodaje estuvo suspendido dos semanas por sus problemas psíquicos- pero John Huston, que era muy testarudo se logró salir con la suya. Se eligió como localización el desierto de Black Rock en Nevada, el mismo donde se hacían ensayos atómicos que sembraron la maldición en el equipo de 'El conquistador de Mongolia', pero aquí nadie falleció de cáncer. El mayor problema del rodaje es que se eligió el famoso 'verano de fuego' de 1960, con el insoportable calor del desierto que volvía loco al equipo. El famoso fotógrafo Henri Cartier-Bresson, que acudió al lugar para hacer un reportaje fotográfico del rodaje, que después publicaría en un libro, escribió: «Algo raro pasaba… Todos parecían locos… Es cierto que el sol y el calor eran brutales, 40 a 45 grados…, pero otra cosa los impulsaba a actuar como anormales, como hipnotizados».
La película, que contaba también en el reparto con Thelma Ritter y Eli Wallach, narra cómo Roslyn (Marilyn Monroe), una mujer muy atractiva que se acaba de divorciar, conoce a dos amigos, Guido (Eli Wallach) y Gay (Clark Gable), con los que pasa unos días en la casa de Guido en el campo. Pronto ambos hombres se enamoran de ella y, compitiendo por Roslyn, muestran los rasgos negativos de sus personalidades. Después de unos días aparece otro amigo, Perce (Montgomery Clift), que es quien llega a gustar a Roslyn.
Los cuatro se van a cazar caballos salvajes. La situación se hace insostenible. Haciendo realidad la ficción, el rodaje pronto se convirtió en un infierno, a lo que no era ajeno el propio John Huston, que interrumpió la filmación para montar un camello en Virginia City. Arthur Miller entregaba las hojas del guion con tachaduras y reescrituras casi ilegibles, y con tan poco tiempo, que era imposible poder planificar el rodaje y que los actores se aprendiesen los diálogos. Además, mientras los productores querían una epopeya, Huston apostaba por un filme intimista.
Un día, John Huston se quedó dormido durante el rodaje de una escena y al despertarse, diez minutos después, no sabía que se había rodado. El director se iba frecuentemente a Las Vegas, alguna vez con Marilyn, pese a que sus enfrentamientos con ella eran constantes. En uno de estos viajes a un casino, ante las dudas de la actriz, le dijo: «Es muy sencillo. Solo tienes que elegir un número y apostar por él, sin darle más vueltas». Montgomery Clift y Marilyn Monroe impusieron la presencia de un médico las 24 horas del día. De manera premonitoria, Clark Gable, que se quejaba continuamente de Marilyn, llegó a asegurar que estaba a punto de provocarle un ataque al corazón. Marilyn rodó una escena semidesnuda de cintura para arriba, teóricamente para ganar audiencia, pero Huston decidió cortarla («Siempre he sabido que las chicas tienen pechos», justificó el director).
Todo esto se recoge en 'The Misfits: la historia de un rodaje', un libro clásico que recoge, con textos de Serge Toubiana y una larga entrevista a Miller, gran parte de las 200 imágenes capturadas, entre otros, por Eve Arnold, Henri Cartier Bresson, Elliot Erwitt, Dennis Stock e Inge Morath.
La película se estrenó en una gran gala en Reno, Nevada, el 31 de enero de 1961. No fue un gran éxito en su momento, estuvo alrededor de los 4 millones de dólares, pero su leyenda fue creciendo con el tiempo. A España llegó el 28 de mayo de 1962 a Barcelona y una semana después a Madrid. Hoy es la leyenda sobre el ocaso de tres mitos del cine.
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