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Martin Scorsese en el set de 'Taxi Driver', una reflexión sobre la soledad del hombre contemporáneo encarnado en un taxista neurótico e insomne.
Las obsesiones de Martin Scorsese en siete películas

Las obsesiones de Martin Scorsese en siete películas

La culpa cristiana, la redención mediante el sufrimiento y la violencia en la vida americana vertebran la obra del genial cineasta italoamericano, que este viernes recibe en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Artes

Martes, 16 de octubre 2018

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Hollywood tardó veintiséis años en saldar su deuda con Martin Scorsese (Nueva York, 1942), los que separan la primera nominación al Oscar como director por 'Toro salvaje' de la estatuilla que recibió en 2007 por 'Infiltrados' de manos de tres compañeros de generación: Spielberg, Lucas y Coppola. Los cuatro cambiaron el cine americano, pero Scorsese ha sido el único que se ha mantenido fiel a unas obsesiones que ya inspiraron 'Malas calles' en 1973: la fe religiosa y un acusado sentimiento de culpa, como seminarista que fue; una cámara siempre en movimiento que se mete por todas partes al servicio de un estilo heteredoxo y visceral; una banda sonora de canciones sin descanso.

El autor de obras maestras como 'Taxi driver', 'Toro salvaje', 'Uno de los nuestros' y 'Casino' recogerá este viernes el Princesa de Asturias de las Artes, dotado con 50.000 euros. En 2015, el Premio recayó en otro gigante del cine americano, Francis Ford Coppola. Otros realizadores premiados son Luis García Berlanga, Woody Allen, Fernando Fernán-Gómez, Pedro Almodóvar y Michael Haneke.

El jurado destacó la renovación cinematográfica realizada por el director estadounidense a lo largo de más de una veintena de películas que le convierten en «una figura indiscutible del cine contemporáneo». Scorsese es quizá el cineasta más influyente de su tiempo, en pelea con unas 'majors' que conocen su condición de clásico. Su cine es ruidoso y frenético, casi histérico, a imagen de la vida americana que refleja. Sus mejores películas son crónicas de redención y gracia, en las que su autor observa con mirada de etnólogo a taxistas alucinados, púgiles en calvario y gánsters con prejuicios burgueses. No hay un solo plano inútil, un desfallecimiento en su rabiosa energía. Scorsese es, además, un cinéfilo ilustrado que ha hecho suya la causa de la conservación de negativos y la divulgación de clásicos.

Lejos de acomodarse en ese cine de gánsters que bebe de su infancia en Little Italy, el director italoamericano acostumbra a dar quiebros en una filmografía siempre sorprendente. Sin ir más lejos, su última película estrenada entre nosotros hace dos años, 'Silencio', narraba la epopeya de dos misioneros jesuitas que viajaban a Japón en la segunda mitad del siglo XVII, cuando los cristianos eran perseguidos y torturados.

. El pasado mes de marzo concluía el rodaje de 'El irlandés', un esperado regreso al cine de gángsters con un elenco estelar –Pacino, De Niro, Keitel, Pesci– que produce Netflix, ya que ninguno de los estudios tradicionales quiso poner los 140 millones de euros de presupuesto. Scorsese es, sin duda, la gran estrella de los Princesa de Asturias. El miércoles ofrecerá una rueda de prensa en Oviedo y por la tarde mantendrá un encuentro con el público en el teatro Jovellanos de Gijón. Al día siguiente, recibirá a estudiantes de cine de escuelas de toda España que veneran al maestro del cine americano.

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    Malas calles (1973)

Harvey Keitel, entre la iglesia y los bajos fondos en 'Malas calles'.
Harvey Keitel, entre la iglesia y los bajos fondos en 'Malas calles'.

«La iglesia y el cine eran los dos únicos sitios a los que mis padres me dejaban ir», reconoce el director, al que, de niño, le atraía tanto la iconografía católica y la liturgia dramática de la misa que acabó metido a monaguillo. Asmático desde los tres años, fue un chaval solitario cuyo destino no estaba en las bandas mafiosas de Little Italy. Porque en aquel mundo solo se iba para cura o para golfo.

Scorsese estudió en el seminario de la archidiócesis de Nueva York y como no fue aceptado en la universidad católica de Fordham acabó en la de Nueva York, donde ya desechó definitivamente la idea de vestir alzacuellos. «Los pecados no se expían en la iglesia, sino en la calle», le dice su confesor a Charlie (Harvey Keitel) en 'Malas calles', la crónica de cuatro amigos de Little Italy rodada con vocación casi antropológica. Todo el cine de Scorsese ya está contenido embrionariamente en un filme donde ya aparece su actor fetiche en la primera etapa, Robert de Niro. «Primero está la familia, es decir la tuya más la mafia», explica el director. «Después, la iglesia. Primero la ayuda material, luego la espiritual. En la jerarquía del respeto, el sacerdote va después del padrino» .

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    Taxi Driver (1976)

Travis Bickle (Robert de Niro) se siente solo en su ataúd de metal (el taxi), aunque esté todo el día rodeado de gente,
Travis Bickle (Robert de Niro) se siente solo en su ataúd de metal (el taxi), aunque esté todo el día rodeado de gente,

La cresta 'mohawk' de Travis Bickle ya ha pasado a ser un peinado convencional. En su día, 'Taxi Driver' fue considerada por algunos un filme violento y fascista, una variante camuflada de los más reaccionarios postulados hollywoodienses. Otros vieron en él una reflexión sobre la soledad del hombre contemporáneo, encarnado en un taxista neurótico e insomne al que da vida Robert de Niro. Insólito cruce de géneros -cine negro, western, filme de horror-, 'Taxi Driver' consagró en 1976 a Scorsese e hizo de Travis un icono de la cultura popular norteamericana, todavía presente en las camisetas.

Leche, pan y aguardiente de albaricoques. Es el desayuno que apura en su cochambroso apartamento el protagonista, recién licenciado de Vietnam. Sueña con limpiar la noche de prostitutas, homosexuales y drogadictos. Cada carrera del taxi le alimenta de odio. Hasta que, al final, en su delirio de salvación de una joven buscona (Jodie Foster) asesina a su chulo, al portero y a un cliente, siendo elevado por los diarios a la categoría de héroe nacional. «Travis tiene las mejores intenciones», describía Scorsese. «Cree que está haciendo el bien, como San Pedro. Quiere limpiar la vida, la mente, el alma. Es muy espiritual, pero en el sentido de Charles Manson».

El guionista Paul Schrader no escribió 'Taxi Driver' en uno de sus mejores momentos. Su mujer y su amante le habían dejado y un proyecto profesional se vino abajo. Alcoholizado, se dedicaba a vagar de noche en su coche por Nueva York, que en aquellos años padecía una altísima tasa de criminalidad. Después de que cerraran los bares, dormitaba en cines X hasta que amanecía. No comía, y una úlcera le salvó la vida. «La película trata de un hombre que está constantemente rodeado de gente y, sin embargo, no tiene amigos», resume Schrader. «Trata de un coche como símbolo absoluto de la soledad urbana, un ataúd de metal».

'Taxi Driver' se filmó en el caluroso verano de 1975, cuando 'Tiburón' vaciaba de gente las playas de Estados Unidos. Robert de Niro ya había encarnado en 'Malas calles' a otro psicópata a medio camino entre el deseo de integración y la voluntad de destrucción. El actor le pidió prestada la ropa a Paul Schrader y se pasó cuatro semanas como taxista nocturno para preparar el papel. Fiel a las enseñanzas del Actor's Studio, fue al zoo a estudiar el comportamiento de los lobos, tras convenir con el director que era el animal más parecido a Travis.

Su grado de implicación no se limitó a recitar sus diálogos: todo el celebérrimo monólogo ante el espejo -«¿me estás hablando a mí»?- fue pura improvisación. El director de 'Casino' tenía un amigo que iba para cura y acabó en Vietnam. Él le contó que en Saigón se cruzaba con soldados de las fuerzas especiales rapados como mohicanos: una advertencia para que nadie se les acercara.

Jodie Foster también se había puesto a las órdenes de Scorsese en 'Alicia ya no vive aquí'. Contaba doce años en el rodaje. El realizador prometió a su madre que las escenas más escabrosas las interpretaría su hermana Connie, de veinte años. El personaje de Iris también se debe a Paul Schrader, que una noche acabó en su habitación de hotel con una menor de edad, yonqui y prostituta. Así que envió una nota a Scorsese: «Iris está en mi habitación, ¿quieres venir?».

La leyenda dice que Jodie Foster sólo copió de la auténtica Iris la forma de mover las gafas de sol. Peor lo pasó la actriz en 1981, cuando un desequilibrado, John Hinckley, intentó asesinar a Ronald Reagan emulando la gesta de Travis. Quería llamar la atención de Foster, de quien se había enamorado viendo 'Taxi Driver'.

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    Toro salvaje (1980)

Jake LaMotta (Robert de Niro) busca la redención en la lona.
Jake LaMotta (Robert de Niro) busca la redención en la lona.

En los personajes de Scorsese siempre late la idea de purgar la culpa por sus pecados mediante el sufrimiento. Como Jake La Motta en 'Toro salvaje', que se duele en el ring como un mártir en la cruz. El filme termina con una cita del 'Evangelio de San Juan', en la que los fariseos interrogan a un hombre que ha sido curado de su ceguera: «No sé si será o no un pecador, lo único que sé es que antes era ciego y ahora veo».

El director rodó 'Toro salvaje' en uno de los peores periodos de su vida. Tras el fracaso de 'New York, New York' se había enganchado a la cocaína y su asma había empeorado. Escupía sangre y llegó a pesar 49 kilos. «Estaba a punto de morir. Tenía una hemorragia interna pero no lo sabía», cuenta en 'Mis placeres de cinéfilo' (Ed. Paidós). Tuvo que venir en su auxilio Robert de Niro para convencerle de que rodara la biografía de Jake LaMotta. «Solo tengo dos años para hacerle sufrir esto a mi cuerpo. Es necesario que hagamos esta película», le rogó el actor, que para las escenas en que el púgil sobrevive como monologuista en clubes engordó veinticinco kilos en sólo dos meses, a base de pasteles de queso y decenas de batidos de chocolate diarios.

El filme arranca con los títulos de crédito más bellos de la historia del cine: sobre el fondo musical del 'Intermezzo' de 'Cavalleria rusticana', vemos a Jake LaMotta solo en el ring, realizando ejercicios de calentamiento, golpeando al aire, en una imagen ralentizada en blanco y negro que anticipa su soledad. Como la inmensa mayoría de personajes masculinos de Scorsese, LaMotta busca la fe necesaria para seguir viviendo y encontrarse consigo mismo. «Si has heredado esa culpabilidad desde el nacimiento, ¿qué posibilidad tienes de liberarte de ella?», se pregunta el realizador. «Si en lo más profundo de tu ser estás convencido de tu falta de dignidad estás condenado».

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    Uno de los nuestros (1990)

«Desde que tuve uso de razón, siemore quise ser un gánster», confiesa el personaje de Ray Liotta al inicio de 'Uno de los nuestros'.
«Desde que tuve uso de razón, siemore quise ser un gánster», confiesa el personaje de Ray Liotta al inicio de 'Uno de los nuestros'.

«Desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gánster», cuenta Henry Hill (Ray Liotta) al inicio de 'Uno de los nuestros'. Scorsese adaptó en uno de sus filmes más celebrados 'Wiseguy' (Chico listo), un bestseller de Nicholas Pileggi que transcribía de primera mano la apasionante vida de Hill, un chaval italoamericano 'adoptado' por la mafia que fue ascendiendo en el escalafón criminal hasta acabar convirtiéndose en confidente del FBI. Lejos de la mítica y la épica de 'El padrino' de Coppola, aquí el crimen se contempla desde el punto de vista de un soldado raso.

'Uno de los nuestros' empieza casi como una comedia costumbrista, describiendo los usos y costumbres de una gente que Scorsese conoce muy bien, y termina de manera frenética cuando el protagonista se siente amenazado. «Quería crearle al público (gente que jamás ha estado bajo la influencia de algo parecido a la cocaína o las anfetaminas) el estado de ansiedad y la aceleración del cerebro cuando se está drogado», describe el director. El ejemplar uso de canciones en la banda sonora (elegidas como siempre por Robbie Robertson, miembro de The Band) es otra de las marcas de fábrica del autor de 'El último vals'. Una memorable y virtuosa secuencia en un único plano en steady cam resume a la perfección el carácter hipnótico del cine de Scorsese, que te agarra por el cuello de la camisa desde el primer plano y ya no te suelta: aquel en el que Henry y su novia entran en la sala de fiestas Copacabana por las cocinas hasta la primera fila del escenario, donde les acomodan como símbolo de estatus.

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    Casino (1995)

Sharon Stone recibió la única nominación al Oscar de su carrera por 'Casino'.
Sharon Stone recibió la única nominación al Oscar de su carrera por 'Casino'.

«Creo que aprendo más de una película o de una historia cuando veo lo que hace mal una persona y qué le pasa por ellos. Los antagonistas son más interesantes», defiende Scorsese. 'Casin0' es otra obra maestra basada en un libro de Nicholas Pileggi sobre el papel de la mafia en Las Vegas durante los años 70. Su protagonista, Frank 'Lefty' Rosenthal, fue contratado por los mafiosos para controlar los empleados de los casinos de Las Vegas. El estilo sintético y avasallador del cineasta brilla en los primeros compases del filme, cuando en unos pocos minutos nos cuenta el funcionamiento del casino. Esta es la elegía por un tiempo que ya no volverá, donde los días de esplendor dieron paso al Las Vegas actual, un centro de ocio con estética Disney que despluma a jubilados.

Nunca ha estado mejor Sharon Stone que en la piel de la buscona Ginger, un papel que le reportó su primera y última nominación al Oscar hasta la fecha. Nunca se ha mostrado más bestia y cruel Joe Pesci, actor imprescindible en el cine de Scorsese. Nunca el estilo del director se ha mostrado tan audaz y depurado: congelación de imagen, voz en off desdoblada, montaje en paralelo... No se entiende una película de Scorsese sin la montadora Thelma Schoonmaker, con quien empezó editando documentales.

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    Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano (1995)

Martin Scorsese repasa la historia del cine americano y las películas que le marcaron en un absorbente documental de cuatro horas.
Martin Scorsese repasa la historia del cine americano y las películas que le marcaron en un absorbente documental de cuatro horas.

Un encargo del British Film Institute fructificó en este apasionante documental en el que Scorsese reivindica a directores americanos a los que no se les ha prestado mucha atención: Anthony Mann, Samuel FUller, Jacques Tourneur, Phil Karlson... Una lección de cine que demuestra el profundo amor por las películas de un director que vivía epifanías de niño cuando escapaba de las 'malas calles' en los cines de Nueva York y que apadrina múltiples iniciativas para restaurar y conservar clásicos del Séptimo Arte. El talento y hasta incluso la vanguardia puede surgir en el interior de Hollywood y los estudios, como demuestran los múltiples ejemplos de 'Un viaje personal...'.

«Es evidente que mis películas surgen de un amor muy apasionado por el antiguo cine americano, y no sé cómo comparar lo que hago con aquellas viejas películas. La gente me dice que le encantan mis películas, y y yo les contesto que he visto muchísimas más películas que ellos, así que sé con quién me estoy comparando».

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    El lobo de Wall Street (2013)

Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) es un ejecutivo financiero sin más reglas ni ética que ganar todo el dinero que le sea posible.
Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) es un ejecutivo financiero sin más reglas ni ética que ganar todo el dinero que le sea posible.

Leonardo DiCaprio ha sustituido a Robert de Niro como cómplice en las películas del autor de 'El aviador'. Nada mejor que la sonrisa del actor y su contagiosa energía para dar vida a Jordan Belfort, un tiburón de Wall Street que contribuyó a la crisis financiera. Lejos de moralismos, Scorsese retrata a otro 'chico listo' que, en vez de entre mafiosos, se mueve entre brokers. Es tan solo una cuestión de matiz, ya que este tiburón tampoco tiene escrúpulos y solo le guía acumular la mayor cantidad de dinero posible.

Pocas películas recientes del cine americano desprenden más gozosa amoralidad que este viaje por los pasotes de droga y lujo de los culpables de hundir la economía en Occidente. El director vuelve a demostrar su genio en una montaña rusa de tres horas en otro de sus apabullantes despliegues visuales.

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