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Jesús Palacios, en su piso en Madrid. Óscar Chamorro
Jesús Palacios: «El gore ahora está hasta en la sopa»

Jesús Palacios: «El gore ahora está hasta en la sopa»

Crítico cultural y escritor, Jesús Palacios publicaba hace ahora 25 años 'Goremanía', una guía en la que reseñaba más de 800 películas dedicadas al género

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 23 de octubre 2019

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Parece imposible pero hubo un tiempo en el que no existía internet y si uno quería empaparse de un tema, debía aproximarse a cualquiera de los libros, documentales o películas que existían sobre el asunto. ¿Y qué sucedía con aquellas materias de corte más 'underground' o contracultural? Pues que, como dice Jesús Palacios (Madrid, 1964), «tenías que escribirlo tu mismo». Crítico cultural y juntaletras profesional, Palacios publicó hace veinticinco años 'Goremanía', un libro en el que reseñaba más de 800 películas con trazas de vísceras, sangre y vísceras.

-¿Qué es el gore? Y, sobre todo, ¿ha ido cambiando su significado en todos estos años?

-Como ya explicaba en aquellos lejanos tiempos en los que se publicó el primer 'Goremania', la expresión se puede utilizar, como mínimo, de dos maneras: como adjetivo o como sustantivo. Como sustantivo definiría a un tipo de cine cuyo principal objetivo es mostrar la violencia gráfica, la sangre, los procesos de descomposición del cuerpo humano, el sufrimiento... lo que despectivamente en esa época se llamaba un cine de tripas e higadillos. Y luego, como adjetivo, el gore está presente en todo tipo de géneros, no solo en el terror sino en cualquier género en el que se deba recurrir a la violencia o a mostrar escenas de una crudeza visceral y brutal cuando el guion lo requiere.

-¿De dónde crees que procede esa fascinación por la violencia explícita?

-Bueno, yo creo que procede de la misma raíz de la que proceden todos nuestros miedos y deseos, de aquello que Freud definió como la tensión y la ambigüedad, pero necesidad, del Eros y del Tanatos. Todo lo que tiene que ver con la exposición del dolor físico, del interior del cuerpo humano, de los procesos de degradación del mismo, de la enfermedad, de la muerte violenta… ejerce sobre nosotros una lógica fascinación por cuanto atañe a nuestra propia necesidad y nuestros propios miedos; está muy asociado a la propia acepción del ser humano y de su cuerpo y por lo tanto también le provoca también una curiosidad, que es en parte fascinación y en parte repulsión. Eso lógicamente es un valor que, estéticamente, tanto cinematográficamente como desde otras disciplinas artísticas, no se puede obviar y a la que todo el mundo en un momento determinado ha recurrido. Los creadores del gore cinematográfico, Herschell Gordon Lewis y su productor, David F. Friedman, son un caso muy ilustrativo al respecto porque empiezan haciendo 'nudies', películas eróticas 'softcore' basadas en la exposición de los desnudos femeninos en los años cincuenta y sesenta, y de ahí pasan a preguntarse qué pasaría si ahora mostramos lo que tienen dentro las chicas.

Vídeo. Tráiler de 'Blood Feast', de Herschell Gordon Lewis.

-En 1995, publicaste 'Goremanía'. ¿De dónde surgió la idea?

-En aquella época no existía casi internet, no había estas bases de datos a las que acudimos constantemente, como Wikipedia o Imdb, y si querías saber algo sobre la cantidad de películas gore o relacionadas con el gore que se habían hecho, la única manera era escribiéndolo tu mismo. Era una época en la que habían aparecido ya varias guias en EE UU e Inglaterra como 'Splatter Movie Guide' de John McCarty, 'The Psicotronic Video Guide', de Michael Weldon, y, en España, Carlos Aguilar había publicado la 'Guía de videocine', que había demostrado ser un gran éxito editorial y un instrumento muy útil en esta época pre internet porque tener ahí 20.000 o 30.000 películas concentradas en un libro, con su ficha técnica, era algo muy práctico y necesario para todo cinéfilo y cinéfago profesional o aficionado. La idea surgió de fundir estos dos temas: si esa guía había funcionado muy bien en España, tanto para ir al videoclub como para escribir sobre ello, pues una guía más específica de este cine tan mal visto en ese momento, tan rechazado por la crítica tradicional y tan subgénero de subgénero, pues también era algo necesario. No sabíamos, eso sí, que iba a funcionar tan bien. De hecho, lo publicó una editorial pequeña e independiente, Alberto Santos Editor.

-¿Fue muy complejo? ¿Habías visto todas las películas?

-Pues fue muy complicado. Estamos hablando de una época anterior a las bases de datos, a la piratería y a las plataformas digitales. Todo se movía por VHS. Yo había visto ya bastante del género para entonces, porque era un friki del fantástico, del terror y del cine sangriento, pero había muchas cosas que no había visto. Utilicé toda la documentación bibliográfica que había a mi disposición en inglés y en francés y a partir de ahí fui haciendo una búsqueda intensiva, moviéndome por todos los videoclubs de Madrid, desde el Blockbuster de Manuel Becerra, hasta el videoclub cutre y a punto de cerrar de Móstoles o Fuenlabrada, siempre armado con un montón de papeles porque los títulos de las películas cambiaban según la edición fuera española o americana. También acudí en aquella época a un par de distribuidoras, una en Barcelona (Gorgon Vídeo) y otra en Toledo (Imagen Death), que te llegaban a grabar ellos mismos películas inencontrables y traídas desde Estados Unidos. Tirando de ellos, de amistades y gastando algunas perras fui acumulando toda esta cantidad de bibliofilmografía.

-¿Y cómo fue el proceso de elaboración?

-Pues fui vertiendo toda la información en un ordenador primitivo, de aquellos alargados, con una pantalla verde pequeñita en un extremo, pero que para mí suponía un gran avance con respecto a la Olivetti Lettera que utilizaba con toda la ayuda de tipex y papel de carbón. De repente, poder escribir y grabar sobre la marcha, articular todo aquello y tenerlo en disquetes para llevarlo a la editorial fue increíble. Además recuerdo que el ordenador me lo prestaron, porque yo no tenía medios. Era un portátil que me dejó Paco Arellano, editor de ciencia ficción que aún sigue en la brecha.

-¿En qué te basaste para hacer la selección de películas?

-Pues, por un lado tenía ya las guías y además estaba suscrito a la revista 'Fangoria' americana. Así que me hacía un listado partiendo de ahí para que no me faltara ninguno de los clásicos ni de las películas importantes del género. A eso iba añadiendo aquello que pescaba y que se estaba haciendo en España o en otros países menos conocidos en el ámbito anglosajón y aproveché para darle una dimensión extra en eso del gore como adjetivo. Quería hablar también de todo ese cine en el que la sangre y la exhibición de la violencia tienen mucha importancia, aunque no sean el principal objetivo y mostrar cómo estos géneros se funden y se tocan.

Vídeo. Una escena de 'Salvar al soldado Ryan'.

-Precisamente en los últimos años parece que el gore se ha adueñado del cine comercial. Uno ve 'Zombieland' o las dos últimas entregas de 'Rambo' y la carnaza es evidente. ¿Qué ha pasado?

-Yo creo que el cine gore fue pionero en ampliar el horizonte de soportabilidad de la exhibición de sangre y violencia en el público y que en cuanto se vio que eso atraía a la gente y que las personas tenían interés en ello, pues eso acabó pasando a la corriente sanguínea del propio mainstream. Está demostrado que cualquier cosa que dé dinero, por monstruosa que parezca de partida, tarde o temprano acaba siendo explotada exponencialmente por los medios de comunicación más masivos. Y, efectivamente, creo que hubo un proceso en el cual grandes 'blockbusters' como 'Braveheart' o cualquier otra superproducción de finales de los ochenta o principios de los noventa, introducían este realismo gore porque lo demandaba el público y las temáticas que trataban. Y todo eso fue acostumbrando todavía más a un público que, en realidad, ya lo asumía en muchos aspectos.

-Incluso series como 'Juego de tronos', 'The Boys' o 'Santa Clarita Diet' van bien de hemoglobina.

-Las series de televisión han sido la puntilla. Y, además, series muy populares. No te hablo de producciones de culto tipo 'Los Soprano' u otras producciones adultas de HBO, te hablo de series como 'House', 'CSI' o 'Bones', que empezaron a mostrar escenas e imágenes de lo que antaño hubiera sido un gore inadmisible o impresentable en cualquier horario de consumo normal. Pues ellos empezaron a mostrarlo a la hora de la cena y con una tranquilidad pasmosa, con toda la familia delante. Podemos decir que padres y niños aplaudían cuando 'CSI' empezaba con alguien que explotaba en mil pedazos y había que recogerlo con cucharilla o cuando en 'Bones' encontraban un cadáver colgado de un árbol y sin cabeza o cuando en 'House' veíamos una operación a corazón abierto. Todo eso ha contribuido a que el gore se haya convertido en algo habitual.

-¿Y cuál ha sido el papel de las plataformas digitales? Todas esas películas que antes iban directamente a vídeo, quizá más libres, ahora están acabando ahí.

-Se han invertido los papeles. Tu antes veías más violencia, sexo, gore e historias más adultas, perversas, 'difíciles' y duras en el cine porque era un cine para adultos, porque tenías que pagar entrada. La televisión, en cambio, que era gratis, era un medio más familiar, censurado y controlado, sobre todo a determinados horarios. Ahora eso se ha invertido porque pagas las plataformas digitales. El negocio de la distribución y la exhibición está ahí y lo que hacen es ofrecerte lo que en los setenta, los ochenta y los noventa te ofrecía el cine. Películas más adultas y profundas, pero también más sexo, violencia y crudeza; y esto es un tema con el que están jugando las televisiones por cable y las plataformas digitales. Por eso está ahí 'Spartacus' o 'Juego de tronos'. Tu vas a ver 'El señor de los anillos' y no hay una gota de sangre, pero si quieres ver 'the real thing' pagas y ves 'Juego de tronos' donde las cabezas se cercenan a diario.

Vídeo. Tráiler de 'Spartacus'.

-Da la sensación de que ya no existe un circuito 'underground' en el que se hagan cosas como 'Nekromantik', de Jörg Buttgereit, la historia de una pareja de amantes que se lo monta también con cadáveres.

-Yo creo que, más que desaparecido, se ha integrado en todo tipo de medios de difusión, más o menos… Estamos en un mundo en el que se habla de la 'deep web' y de que si entras en tal o cual lugar puedes ver 'snuff movies'. Estamos hablando de un constante intercambio de supuesto material pornográfico, prohibido, de todo tipo y que está todo a un click. Eso, de alguna manera, elimina la carga subversiva y transgresora que tenía ese circuito 'underground' del gore y del splatter más salvaje, con más implicaciones filosóficas o existenciales, en el que se colocaban películas como las de Buttgereit o cintas más 'mainstream' si quieres, pero en el límite, como 'Henry, retrato de un asesino', de John McNaughton. Es cierto que el gore, en sí mismo y como muchas otras cosas, eran parte del folclore del mundo de lo contracultural y el underground, pero ya no lo son porque no existe ese mundo. Lo mismo que ha pasado con el gore explícito, ha pasado con muchas otras expresiones contraculturales o minoritarias y radicales de las últimas décadas del siglo XX, que ahora forman parte del mundo comercial.

-No habrá, pues, un 'Goremanía 3'.

-No lo habrá porque no tiene sentido hacer una lista ahora. Aparte de que es ridículo porque todos los datos están en internet, aunque fuera por dejar mi propia visión crítica del género, tendría que incluir prácticamente el 90% de todas las películas y de todas las series porque todas tienen en mayor o menor medida gore. Y porque cosas como 'Viernes 13', el slasher clásico como 'La matanza de Texas' o 'Halloween', que antes eran vistas por unos pocos millones de personas en todo el mundo, ahora son para todos. Iconos como Jason o Michael Myers casi forman parte de la cultura infantil. Les ha pasado lo que hace mucho tiempo le pasó a Drácula o el Hombre Lobo, que acabaron convirtiéndose en marcas de cereales y personajes de dibujos animados. Y el gore ahora mismo está en todas partes y en ninguna.

-¿Eres consciente de lo importante que fue el libro?

Pues la verdad es que no del todo. Me tienen que pasar cosas como la del otro día, que hicimos una celebración por los 25 años y una pareja vino con el libro firmado de cuando lo presentamos en la Fnac. Fuimos pioneros, no había ninguna otra manera de acceder a ese tipo de material. Tocaba un tema que entonces estaba muy mal visto y ahora sigue estándolo, en alguna medida, pero es casi quijotesco luchar contra el gore porque está hasta en la sopa. En aquella época, era cine para perversos y chungos y lo habitual era despachar cualquier peli de género que tuviera elementos de gore y violencia con ese «cine de higadillos para subnormales, para tontos, que solo puede gustar a gente sin cerebro». Eso, obviamente, ha cambiado mucho.

-Por cierto, ¿cómo llevas el gore digital?

-Pues lo llevo como todo lo digital y supongo que como mucha gente de mi generación, muy mal. Pero es inevitable. El problema es que, aunque sí lo he vivido, no he nacido y asimilado el escenario digital de los videojuegos. Nunca he sido un gran aficionado a ellos, me gusta la estética, pero no me gusta cómo funciona dramáticamente en la narrativa y la estética cinematográficas. A mí me resulta mucho más difícil suspender mi incredulidad viendo una película con efectos digitales, que viendo una película con 'stop-motion' o con los animatronics con los que crecimos en los ochenta. Entiendo que por un lado es un defecto y un prejuicio mío pero también veo que las grandes promesas del cine digital no acaban de cumplirse. Todas las pelis te prometen que va a ser lo más realista y al año siguiente ya no lo son. Y cuando vas a verlas en otra pantalla, sin el ruido y la furia de una multisala, de repente aquello canta la traviata y no funciona. Ves ahora el 'King Kong', de Peter Jackson y aparte de lo espantosa que es como película, los efectos especiales han quedado reducidos a Donkey Kong (ríe). Es como ver un videojuego malo. Y eso que era el 'state of the art' de ese momento.

-A mí lo de Peter Jackson me ha sorprendido mucho porque en la trilogía de 'El señor de los anillos' buscó combinar lo físico y lo digital, luego se olvidó.

-Es que es muy difícil. Está claro que la combinación de ambos efectos, como se hizo por ejemplo en la primera de 'Parque Jurásico' es lo que mejor funciona, el problema es que es mucho más caro. De hecho, durante esa época de transición, los efectos digitales eran muchísimo más caros que los físicos, pero Hollywood llevaba veinte años trabajando en esas tecnologías y ese software y una vez que lo tienes es para utilizarlo. Y eso sin hablar de que desde 'El cuervo' ya no ha muerto nadie en un rodaje porque los dobles, prácticamente, son innecesarios en Hollywood gracias a los efectos digitales, algo que para las compañías aseguradoras y para las propias productoras es un ahorro gigantesco. Pero claro, desde el punto de vista absolutamente egoísta del espectador, donde esté ahora una película de acción rodada en Indonesia o en Hong Kong, donde la vida es más barata y los extras se pueden romper un brazo, que se quite cualquier otra…

-¿Por qué crees que directores como Peter Jackson o Sam Raimi, que se iniciaron en este subgénero, apenas han vuelto sobre sus pasos?

-Yo creo que hay una o dos generaciones perdidas del nuevo Hollywood, que vendieron su alma al diablo de la industria. Sam Raimi, Peter Jackson, Christopher Nolan, Gore Verbinski, Bryan Singer… Todos hicieron óperas primas interesantes y llegó un momento en que hicieron un pacto con Hollywood, quizá no de forma consciente sino progresiva, en plan «a nadie le amarga un dulce, voy a hacer una peli de superhéroes, voy a hacer una adaptación de Tolkien, tengo todos los juguetes caros del mundo para poder romperlos, después de haber pasado veinte años para hacer 'Mal gusto' y rodando una escena cada tres meses, ahora tengo esto a mi disposición. Lo voy a hacer a mi manera, distinto, bien, conservando mi autoría», pero es mentira. Si no es a la primera, es a la segunda y eso se acaba y no hay vuelta atrás en general. Sinceramente, creo hipotecaron su existencia con 'Spiderman', 'Batman', 'Piratas del caribe'... con lo que tocara, y ahí demostraron muy poco valor. Yo no sé si en su caso habría hecho lo mismo. Pero sí hay otros como Lynch o Cronenberg que se han mantenido mucho más fieles a sus principios.

Jesús Palacios.
Jesús Palacios. Óscar Chamorro

-Tuviste una época de bastante renombre, con apariciones incluso en 'Crónicas marcianas' y luego te perdimos un poco la pista. ¿Te cansaste de la crítica?

-El mundo de la crítica es un mundo imaginario, fantástico. No somos críticos, somos voces o voceros de la industria, en mayor o menor medida. Y sí, me cansé de la crítica, y tuve la oportunidad de retirarme del mundanal ruido de lo que es hacer reseñas de películas de estreno para dedicarme a trabajar más en proyectos concretos como nuevos libros y programar en festivales de cine y en semanas culturales. Durante todo ese tiempo he estado trabajando en el Festival de Cine de Gijón, colaborando con la Semana Negra de la ciudad, y también en el Festival Celsius 232 de Avilés y haciendo libros que para mí eran los 'Goremanía 3', ensayos en los que he seguido investigando y manteniendo el interés por los nuevos avatares y devenires del género. En breve presentaremos 'Folk Horror' sobre las nuevas tendencias que estamos viendo ahora en el cine de terror con películas como 'Midsommar' o 'La bruja' y que no hacen sino retomar la tradición de los sesenta y setenta. Es mucho más satisfactorio que la crítica diaria, sobre todo porque es muy difícil en nuestro país hacer crítica de verdad, lo que no quita para que yo siga haciéndola e intente seguir manteniéndome ahí para dar mi voz.

-Supongo que se ha notado mucho la irrupción de internet y de plataformas como YouTube.

-Sí, ha descentralizado algo que antes era mucho más exclusivo de los medios impresos y a los cuales acceder te llevaba mucho más tiempo y tiene un aspecto positivo, que es el de permitir ese acceso a expresar su opinión a mucha gente válida, pero evidentemente tiene también una carga muy negativa, que con el tiempo está pesando mucho más y de la que ya hacía una crítica San Harry, el sucio cuando decía aquello de «las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno». El problema de internet es ese, que el acceso es gratuito e inmediato y pone en un plano de igualdad la opinión de casi cualquiera, lo que quiere decir que da lo mismo que esa persona lleve 20 o 30 años estudiando el tema del que va a hablar, reflexionando, documentándose o que tenga una cultura general con la que comparar o que sea alguien que se levanta esa mañana con ganas de dar su opinión sobre la película que ha visto la noche anterior. Y al mismo tiempo eso también ha hecho bajar el nivel en el resto de los medios, lo que unido a la crisis económica, pues ha supuesto todo un desastre para la crítica cultural en nuestro país. Tu no puedes esperar que una página web o una revista que vive de la publicidad y de los tráilers de los estrenos haga una crítica honesta de ese producto porque se arriesga a perder esa publicidad, que es la que le da de vivir y no los lectores. Por eso te decía que la crítica realmente cinematográfica no existe en España. Somos reseñadores, voceros, analistas en el mejor de los casos, y en el peor somos extensiones de los 'pressbooks' que te mandan las oficinas de distribuidoras.

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