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Donald Sutherland, homenajeado en el Festival de San Sebastián. Efe
Donald Sutherland: «El mundo que dejo a mis nietos es invivible»

Donald Sutherland: «El mundo que dejo a mis nietos es invivible»

El actor recibe el Premio Donostia por una carrera que alcanza los doscientos papeles en cine y televisión: «No sé nada de Hollywood», confiesa

Jueves, 26 de septiembre 2019

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Donald Sutherland (Saint John, Canadá, 1935) siempre ha sido un tipo raro en la pantalla, un gigante de 1,92 que taladraba con su mirada azul y amenazaba con una voz meliflua. A menudo le han tocado personajes excéntricos, pasotas divertidísimos, como el profesor porrero de 'Desmadre a la americana' o el capitán de 'MASH', más preocupado por jugar al golf que por el enemigo coreano. Inexplicablemente jamás le han nominado al Oscar, pero tener de cerca a este mito del celuloide impresiona por la cantidad de personajes grabados a fuego en la memoria del cinéfilo: el policía de 'Klute', encargado de vigilar a una prostituta con la que se obsesiona (Jane Fonda fue su novia durante dos años), el fascista que revienta la cabeza a un niño girándole en el aire y golpeándole contra una pared en 'Novecento' (al actor, la película de Bertolucci le afectó tanto que estuvo años sin verla) o el anciano Casanova, que recuerda una vida de lujuria y misterio de la mano de Fellini.

Sutherland ha pasado varios días en San Sebastián antes de recibir el Premio Donostia junto a su tercera esposa y un perrillo de nombre Porter. Ha visitado el Guggenheim y Chillida Leku y ha posado solícito con los fans pese a unos problemas de movilidad que le obligan a caminar con bastón. «Llevo dos días en San Sebastián, me encanta cómo el mar entra en la ciudad cuando sube la marea», alaba. «He visitado las obras de Chillida y el museo de Gehry, fue fantástico. Ya sé decir 'mila esker', 'arratsalde on'… Sí, estaría encantado de rodar en San Sebastián».

En su filmografía, que arranca a comienzos de los 60, encontramos casi doscientos títulos entre largometrajes y series de televisión. A sus 84 años, sigue en activo como demuestra la recién estrenada 'Ad Astra', protagonizada por Brad Pitt, o la película que ha presentado en San Sebastián, 'The Burnt Orange Heresy', un 'noir arty' en el que interpreta a un pintor cuyo mecenas (Mick Jagger) encarna a una pareja el robo de uno de sus lienzos. «Por desgracia no tengo mucho dinero, alimento muchas bocas y no me puedo jubilar», argumenta. «Actuar es mi pasión. El trabajo de un actor es siempre buscar el próximo trabajo, yo solo pido películas de cuyo guion me enamore. Gracias a hacer tantos personajes he recibido mucha información. El cine me ha permitido vivir una vida que nunca hubiera soñado».

Donald Sutherland en 'Doce del patíbulo' (1967), 'Novecento' (1976) y 'Los Juegos del Hambre' (2012).
Imagen principal - Donald Sutherland en 'Doce del patíbulo' (1967), 'Novecento' (1976) y 'Los Juegos del Hambre' (2012).
Imagen secundaria 1 - Donald Sutherland en 'Doce del patíbulo' (1967), 'Novecento' (1976) y 'Los Juegos del Hambre' (2012).
Imagen secundaria 2 - Donald Sutherland en 'Doce del patíbulo' (1967), 'Novecento' (1976) y 'Los Juegos del Hambre' (2012).

Los espectadores maduros se quedan con el Sutherland de 'La invasión de los ultracuerpos' y su inolvidable plano final, en el que el protagonista, desposeído ya de su condición humana, señala con el dedo a otra víctima y profiere un grito espeluznante. O con su misión suicida en 'Doce del patíbulo'. O con Sutherland junto a Julie Christie intentando superar la muerte de su hija mientras pasean por los canales venecianos en la fascinante 'Amenaza en la sombra'. O junto a Clint Eastwood, Tommy Lee Jones y James Garner flotando en el espacio mientras suena el 'Fly me to the Moon' de Sinatra en 'Space Cowboys'. Los espectadores jóvenes le ven como el presidente Snow, villano del mundo futurista en la saga de 'Los juegos del hambre'. «Jennifer Lawrence es una actriz brillante», piropea. »Acepté el papel porque me gustó el guion, llamaba a la revolución a los jóvenes de EE UU, pero no logramos que levantaran el culo del asiento».

Sutherland no puede elegir una película o un rodaje memorable. «Es cómo si me preguntas cuál de mis cinco hijos es mi favorito, el resto se enfadaría», ironiza el actor, aunque tras pensárselo un poco reconoce que le encantó trabajar con Fellini en 'Casanova'. A los 17 años, le dijo a su padre que quería ser actor porque sentía la necesidad de serlo. La familia jamás había ido al teatro. «Mi padre me dijo que tenía que ir a la universidad para tener un oficio, por si lo de la actuación fallaba. Las matemáticas se me daban bien y me metí a estudiar Ingeniería, pero fracasé. Jamás tuve la intención de ser ingeniero».

Sutherland nunca ha escrito sus memorias. Es un testigo privilegiado del Nuevo Hollywood de los 70, cuando un grupo de directores, como el Robert Altman de 'MASH', estuvo a punto de cambiarlo todo, pero no se da importancia. «No sé nada de Hollywood, solo que es una industria, yo no vivo aquí», zanja el interprete, que cuenta con casas en Canadá, Miami Beach y Francia. «Me pasé ocho años haciendo teatro antes de que me dieran un papel en televisión en 1960. Y después empecé en el cine cuando se rodaba en celuloide y había que cambiar el carrete de la cámara cada once minutos. Ahora se rueda en digital y no hace falta. No termino de adaptarme y no creo que nunca lo haga».

El único rodaje sobre el que Sutherland se explaya es el de 'Los violentos de Kelly', un filme bélico de culto para mucha gente. La rodó en la antigua Yugoslavia, entre partidas de póquer, baños en el Danubio y visitas al Museo del Hermitage en la entonces Leningrado. Hasta que una meningitis le hizo entrar en coma. «Sentí la experiencia de salir de mi cuerpo y entrar en un túnel de color azul», jura. «Desde mi cama en el hospital escuchaba al productor dictando un telegrama para decirle a mi mujer que no viniera, que ya enviarían el cuerpo». Fueron seis semanas de pesadilla, sin fármacos y con una ambulancia a la que se acabó la gasolina cuando le llevaban a aeropuerto.

Donald Sutherland ha tenido que conformarse con el Oscar honorífico que recibió en 2017, aunque ha ganado el Globo de Oro en dos ocasiones gracias a películas hechas para televisión: 'Ciudadano X' y 'Camino a la guerra'. La problemática de los refugiados en la frontera sur de EE UU o el cambio climático son temas que le preocupan. «Soy canadiense y mis tatarabuelos fueron emigrantes. ¿Sabes que los chinos ya polinizan con personas porque no quedan abejas? ¿Te has fijado en que ya no hay insectos en el parabrisas de tu coche? Han desaparecido dos millones y medio de pájaros. Tengo nietos y el mundo que les voy a dejar no es un mundo en el que van a poder vivir. Y la actitud de las Naciones Unidas al respecto es una mierda».

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