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Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert, la familia protagonista de 'El verdugo'.
El desafío de 'El verdugo' a la censura
Lecciones de cine

El desafío de 'El verdugo' a la censura

Luis García Berlanga metió un gol al régimen franquista con un alegato contra la pena de muerte que está considerado una de las obras maestras del cine español

BOQUERINI

Sábado, 6 de abril 2019

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En el cine español las películas sufrían una doble censura. Primero una censura de guion, en la que los censores permitían o no que ese texto se llevase a la pantalla. En el caso de que así fuese, podían imponer todos los cortes y cambios de texto que considerasen oportunos a su entender. Una vez autorizado ese guion, se permitía el rodaje, pero con la película acabada, aún debía pasar la censura de todas las obras cinematográficas, donde se imponían nuevos cortes e incluso la prohibición total. El guionista Juan Antonio Porto siempre se ha quejado de que sus guiones los modificaba un censor, que una vez rodada la película cortaba más escenas. Cuando aun así la lograba estrenar, ese censor, que además era crítico cinematográfico en un periódico, le daba un palo a su película diciendo que era muy mala y que no se entendía nada.

Las películas de Luis García Berlanga siempre eran analizadas con lupa por la censura. Famosa era la frase de un censor que aseguraba que cualquier director podía mostrar a dos curas paseando por la Gran Vía de Madrid y sería normal, pero que en el caso de Berlanga había que mirarlo con especial atención porque podían parecer que salían de Pasapoga, haciendo referencia a una famosa sala de fiestas de la Gran Vía.

'El verdugo' (1963) ha sido considerada como la mejor película española de todos los tiempos, según diferentes encuestas. Berlanga partió de una imagen basada en una historia real. Un amigo le contó que una vez, al asistir como abogado de oficio a la ejecución de una mujer acusada de haber matado a sus compañeras de trabajo, vio cómo el verdugo encargado de darle muerte se puso malo y tardó en poder realizar su tarea. Sobre esta idea, Berlanga, Azcona y el italiano Ennio Flaiano escribieron el guión de esta brillante película, todo un alegato contra la pena de muerte, uno de los temas que más preocupan y obsesionan al director valenciano. En ella presentan al verdugo como una víctima de la sociedad, como un hombre que se ve abocado a un trabajo que aborrece y se ve atrapado por las imposiciones familiares. La película tuvo muchos problemas con el gobierno franquista, incluso para muchos es un alusión directa a la figura de Franco.

Para encarnar a los tres protagonistas, el director eligió a Pepe Isbert, Nino Manfredi y Emma Penella. El primero, habitual en la filmografía de Berlanga, da vida a Amadeo, el veterano y ya insensible verdugo, al que como siempre el gran actor le da un toque de ternura. Por su parte, el actor italiano interpreta a José Luis, el novio de la hija del verdugo, a quienes las circunstancias le llevarán a tomar el relevo de la dura profesión de su suegro. Junto a ellos, Emma Penella, en uno de los personajes con más fuerza erótica que ha interpretado.

Como se sabe, la película cuenta la historia de José Luis Rodríguez (Nino Manfredi), el apocado empleado de una funeraria, que mantiene relaciones con Carmen (Emma Penella) la hija de un verdugo llamado Amadeo (José Isbert). En su interés está poder casarse algún día y emigrar a Alemania. La situación de la pareja se complica cuando el padre de ella les descubre un día a solas en casa. Como considera que ha pasado lo peor, les obliga a casarse, con ella ya evidentemente embarazada. El verdugo intenta enseñarle su profesión para que el día que se jubile se quede su yerno con el empleo.

El joven acepta con el ánimo de que la profesión no tiene futuro y que nunca tendrá que actuar aplicando el garrote vil. Pero pronto le llaman para ir a Palma de Mallorca para una ejecución. Una vez allí espera que el indulto llegue para no tener que aplicar la máxima pena. Su angustia le lleva a hacer el ridículo delante de todas las personas que asisten al fatal momento cuando el condenado (Manuel Alexandre) acude al garrote vil con entereza y a él hay que llevarlo a rastras para que lo aplique. De regreso al lado de su familia se da cuenta que por lo menos tiene la paga y que ha dado ya el primer paso.

Nino Manfredi junto al garrote vil, Berlanga en el rodaje y el póster del filme, estrenado en 1964.
Imagen principal - Nino Manfredi junto al garrote vil, Berlanga en el rodaje y el póster del filme, estrenado en 1964.
Imagen secundaria 1 - Nino Manfredi junto al garrote vil, Berlanga en el rodaje y el póster del filme, estrenado en 1964.
Imagen secundaria 2 - Nino Manfredi junto al garrote vil, Berlanga en el rodaje y el póster del filme, estrenado en 1964.

El gran acierto, que en el fondo permitió que pasase el primer control, censor, es mostrar la historia desde la perspectiva del funcionario encargado de la ejecución a garrote vil, y no de la del reo, que para los censores habría resultado inadmisible. Berlanga y Azcona lograron 'colar' algunas escenas, como la de la boda 'de pobre' en la que en la iglesia rápidamente se desmantela la ornamentación y las flores de la ceremonia anterior, una boda de clase alta, la escena del cura saliendo de confesar a un reo, que al mirar por la rejilla dice el futuro verdugo 'lo veo todo negro', en relación a la sotana eclesiástica, pero sobre todo, mostraba a un país cutre, de funcionarios ociosos que se mueven por recomendaciones, con una miseria moral y económica que resultaba muy evidente.

Aun así, para su aprobación, la cinta sufrió catorce cortes de censura, entre ellos el impedir que se mostrase el rostro del reo (Manuel Alexandre), que en el antológico final mostraba mucha más entereza al acudir a su ejecución que el verdugo encargado de aplicarla, que hay que llevarle a rastras. También hubo de suprimirse el ensayo que se hace para que José Luis conozca como funciona el garrote vil.

La película se aprueba con estos cortes (y con muchas reticencias, pues las autoridades no habían olvidado en 'caso Viridiana') y es seleccionada para el Festival de Cine de Venecia. Esta selección provocó que el entonces embajador de España en Roma, Alfredo Sánchez Bella, uno de los miembros más inmovilistas del régimen que con los años llegaría a ser Ministro de Información y Turismo, y por ende, responsable de la censura, viese 'El verdugo' en un pase previo, del que salió indignado. Hay que recordar que Franco acababa de ordenar el fusilamiento del comunista Julián Grimau y la ejecución por garrote vil de los anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado, a raíz de lo que comenzó a ser llamado por la prensa internacional 'el verdugo'.

Sin entender cómo la Comisión de Censura había permitido semejante película, Sánchez Bella escribe una larguísima carta a sus superiores que comenzaba diciendo: «No me cabe en la cabeza que haya habido 25 personas de una comisión que hayan visto la película y no hayan reparado en la inmensa carga acusadora que contiene». El embajador, que ya entonces aspiraba al sillón ministerial que entonces tenía Manuel Fraga, definía la película como «uno de los más impresionantes libelos que jamás se han escrito contra España; un panfleto político, no contra el Régimen, sino contra toda la sociedad. Es una inacabable crítica caricaturesca de la vida española«».

La carta del embajador provocó nuevos cortes (todas las veces que el protagonista hablaba de irse a Alemania, y suprimieron el ruido que hacían los hierros del garrote dentro del maletín del verdugo o la escena en que los funcionarios de prisiones preparan el garrote) y el intento de retirar la película del certamen italiano, lo que, afortunadamente, fue imposible. En un principio, antes de su proyección, el filme suscitó en Venecia algunas reticencias, ya que se pensaba que iba a ser una justificación de las penas de muerte que se acababan de aplicar en España. Las autoridades franquistas acuerdan ausentarse de la proyección de 'El Verdugo' en Venecia, asegurando que era «la película más antipatriótica y antiespañola que se hubiera visto jamás». Viendo que su estrategia no daba resultado, el embajador dio un giro de 180 grados, diciendo entonces: «Esta película muestra hasta qué punto son infundados los ataques que se hacen contra el régimen español: se ha dicho que basta cualquier discrepancia para sufrir persecuciones y hasta ser ajusticiados. Pues bien, vean cómo en la España actual se pueden realizar películas como ésta, que no podría tolerar sin protesta ni siquiera el Estado más liberal de cualquier paralelo o meridiano; vean que ni siquiera talento ni originalidad tiene...».

Además de un alegato contra la pena de muerte, 'El Verdugo' es también un filme sobre el proceso que puede conducir a un hombre a renunciar a sus propias ideas e incluso casi de su condición de hombre. La película es aclamada en Venecia, donde obtiene el Premio Fipresci de la Crítica Internacional (las autoridades españolas habían movido sus hilos para que no fuese premiada), siendo posteriormente galardonada en diferentes países, lo que ya hacía imposible su prohibición en España. Berlanga supo años después que «un exhibidor tuvo que quitar la película de su cine por presiones de las autoridades. Así se explica que estuviera sólo dos semanas en cartel...». A pesar de esa persecución, 'El Verdugo' obtuvo en España el premio al mejor guión del Círculo de Escritores Cinematográficos, y Emma Penella, el de mejor actriz del Sindicato Nacional del Espectáculo. La película se estrena en España el 17 de febrero de 1964. A Franco se le proyectó en un pase en el propio Palacio de El Pardo. Su lacónico comentario fue: «Ya sé que Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español». Berlanga no pudo volver a dirigir hasta 1967.

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